San
José recibió de Dios la gracia necesaria para ser digno esposo de María y digno
padre de Jesús. Su misión fue única e irrepetible en la historia de la
salvación. A tanta gracia y a tan alta misión correspondió de modo admirable
pues la misma Escritura lo llama hombre justo (Mt. 1, 19), luego debemos
concluir que su santidad excede a todos sin excepción alguna.
La
eximia santidad de San José y el carácter especial del culto que la Iglesia le
rinde, ha movido a los teólogos a aplicarle a su culto el título de suma dulía,
que expresa su inferioridad frente al culto a María de hiperdulía y, su
superioridad respecto al de los santos, de simple dulía.
"Brillan
en él, sobre todo, las virtudes de la vida oculta, en un grado proporcionado al
de la gracia santificante: la virginidad, la humildad, la pobreza, la
paciencia, la prudencia, la fidelidad, que no puede ser quebrantada por ningún
peligro; la sencillez, la fe, esclarecida por los dones del Espíritu Santo; la
confianza en Dios y la más perfecta caridad. Guardó el depósito que se le confiara
con una fidelidad proporcionada al valor de este tesoro inestimable"
(Garrigou-Lagrange, R., San José, Buenos Aires, 1947, p.301).
"¿Cómo
acertar a referir los progresos de su santidad al contacto de Jesús y en la
sociedad más íntima con la Madre de Dios? No eran los sacramentos los que
obraban en él, era el Autor de los sacramentos y de la gracia. Si Jesús les ha
comunicado a sus sacramentos tanta gracia para santificar las almas, ¿como
podían, por ventura, sus caricias, su sonrisa, su contacto, aun cuando de un
modo distinto, producir efectos mucho más maravillosos? ¿Qué era la vida de San
José sino una comunión continua con Jesús y con la plenitud de la santidad que
habitaba en El: por los ojos, que con tanta frecuencia descansaban en Jesús;
por la boca, cuando San José besaba con tanto amor al divino Niño; por el
contacto, cuando Jesús descansaba entre sus brazos; por el pensamiento, que se
volvía sin cesar a Jesús y a María; por toda pena, por toda prueba, por toda
alegría, por todo trabajo, por todo movimiento? ... Pues nada existía en su
vida que, por el sacrificio, la abnegación, el amor, no pusiese en contacto su
alma con el alma de Jesús" (Sauvé, C., San José, Barcelona, 1915, p.361).
El
Evangelio llama a San José hombre justo (Mt. 1, 19). "Una alabanza más
rica de virtud y más alta en méritos no podría aplicarse a un hombre ... Un
hombre ... que tiene una insondable vida interior, de la cual le llegan órdenes
y consuelos singulares, y la lógica y la fuerza, propia de las almas sencillas
y limpias, de las grandes decisiones, como la de poner en seguida, a
disposición de los planes divinos, su libertad..." (Pablo VI, Homilía,
19-111-1969).
“San
José habla poco pero vive intensamente, no sustrayéndose a ninguna
responsabilidad que la voluntad del Señor le impone. Nos ofrece ejemplo
atrayente de disponibilidad a las llamadas divinas, de calma ante todos los
acontecimientos, de confianza plena, derivada de una vida de sobrehumana fe y
caridad y del gran medio de la oración" (Juan XXIII, Alocución, 17-111-1963).
"Expresión
cotidiana de amor en la vida de la Familia de Nazareth es el trabajo. El texto
evangélico precisa el tipo de trabajo con el que José trataba de asegurar el
mantenimiento de la Familia: el de carpintero ... La obediencia de Jesús en la
casa de Nazareth, es entendida también como participación en el trabajo de
José. El que era llamado el hijo del carpintero había aprendido el trabajo de
su padre putativo. El trabajo humano y, en particular el trabajo manual tienen
en el Evangelio un significado especial ... José acerco el trabajo humano
"al misterio de la redención" (Juan Pablo II, Enc. Redemptoris
custos, n.22).
Fuente: Revista MIRIAM
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