" Como atienden los ojos de los siervos a lo que mandan sus señores,
así nuestros ojos atienden a nuestro Dios y Señor, hasta que se compadezca de nosotros; tened piedad de nosotros, Señor,
tened piedad de nosotros. Alcé mis ojos a Vos que estáis en los cielos"
(Introito)
Clavar la mirada en los ojos de Jesús para beber su mirada y saciar el alma.
Sí, beber su mirada y recrearse en sus ojos limpios, transparentes ventanales que nos permiten asomarnos a los campos de su Corazón. Campos de infinitos horizontes regados por aguas cristalinas de pureza sin par. Campos repletos de flores de incontables y maravillosos colores; de árboles cargados de frutos suaves y deliciosos.
Son los frutos sabrosos del amor y de la misericordia, de la dulzura y de la sabiduría. Los frutos de la alegría y de la vida.
¡Oh Señor, déjame beber tu mirada! ¡Permíteme contemplar tu corazón a través de tus ojos! ¡Dame a gustar los frutos que atesoras en tus campos!
Redentor mío, toca mis pobres ojos e ilumínalos con nueva luz. Transforma mi mirada después que hayas disipado las tinieblas de mi pobre corazón.
A Ti levanto mis ojos, Señor y Dios mío, esperando que me rodees con tu compasión y me envuelvas con tu piedad.
P. Manuel María de Jesús
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