El 29 de mayo conmemoramos
al Beato Rolando Rivi, un seminarista mártir asesinado por partisanos
comunistas en 1945, cuando sólo tenía 14 años.
Nacido el 7 de enero de
1931, hijo de Roberto Rivi y Albertina Canovi, agricultores, en San Valentino,
provincia de Reggio Emilia, Rolando tuvo desde pequeño un amor sincero al
Señor, gracias a sus padres, que le transmitieron el don de la fe. Inteligente
y vivaz, el pequeño Rolando lleva una vida santa y alegre desde niño en los juegos, en el estudio y en la ayuda a sus seres queridos,
mostrando ya las virtudes que distinguirán toda su vida.
La oración y la meditación
que acompañaron sus días lo hicieron cada vez más fuerte de espíritu,
preparándolo día tras día para afrontar el martirio de manera santa y heroica.
Rolando está muy apegado a
su parroquia de San Valentino y su párroco, don Olinto Marzocchini, es para él
una figura de gran importancia por su riquísima vida interior. Gracias al
ejemplo virtuoso de don Olinto, crece en él el deseo de ser sacerdote y
misionero. Pero el Señor lo llama a otra cosa.
A los once años sintió en
su corazón el llamado a convertirse en un humilde servidor del Señor.
“Ven y sígueme”. Rolando no
tarda en responder. En 1942 ingresó en el seminario de Marola, en el municipio
de Carpineti (Reggio Emilia), vistiendo la sotana, vestimenta que tanto amaba
porque marcaba su plena pertenencia a Jesús.
“Ahora también yo quiero
ser soldado y defensor de Jesús, amarlo, honrarlo con mi vida”. A estas
palabras pronunciadas al ingresar al seminario, Rolando fue plenamente fiel. Se
convirtió en un verdadero soldado de Cristo, dispuesto a morir por Él, a
honrarlo con su vida, sin pensar jamás en negarlo en lo más mínimo.
El amor que Rolando tiene
por Dios se demuestra en su totalidad cuando se le presenta la prueba más
grande.
Comienza la lucha
partidista que también apunta a eliminar a los sacerdotes y seminaristas.
Durante el verano de 1944,
el seminario de Marola fue ocupado por soldados alemanes que ahuyentaron a los
seminaristas y sacerdotes. Rolando regresa a casa y continúa sus estudios como
seminarista, bajo la dirección del párroco. Su presencia en el día de San
Valentín de aquella época fue un gran testimonio para la población local, por
su gran fe y caridad.
Rolando nunca deja su
sotana, signo de su pertenencia a Jesús, aunque esto representa un riesgo y sus
padres, preocupados por el odio de los partidarios comunistas hacia los
sacerdotes, le aconsejan que lo oculte. Pero él afirma con firmeza y amor: “No
tengo miedo. No puedo esconderme, soy del Señor."
Un grupo de partidarios
comunistas de la zona, al verlo tan valiente y fiel a Dios, lo atacaron; y un
día, mientras iba a estudiar a un prado cercano a su casa, le tendieron una
emboscada y lo capturaron. Sólo dejan a sus padres una nota que dice: "No
lo busquen: viene con nosotros los partisanos".
Apresado y hecho prisionero
en Piane di Monchio, en el municipio de Palagano, en los Apeninos de Módena, el
joven seminarista estuvo encerrado en una granja durante tres días, sometido
constantemente a palizas y torturas, que soportó y acompañó con su incesante
oración. Los verdugos le piden que niegue a Jesús, pero él responde con
decisión: "Yo pertenezco a Jesús", y se abandona sólo a Él con
confianza.
El 13 de abril, día de su
martirio, después de haber sido despojado por la fuerza de su sotana, fue
arrastrado a un bosque. Rolando sabe a lo que se enfrenta, pero abre sus brazos
al tormento por amor al Señor a quien quiere servir sin miedo hasta el final.
Después de haber sido
expuesto a humillaciones, torturas, insultos y palizas, los verdugos le obligan
a cavar su propia tumba. Luego, habiéndolo hecho arrodillarse en el borde, sin
piedad le disparan dos veces con un revólver, uno en el corazón y otro en la
frente. Hacen de su amada sotana, símbolo de su fidelidad a Cristo, una pelota
para patear.
El último grito de Rolando,
precedido de oraciones por sus queridos padres destrozados por el dolor de la
certeza de haberlo perdido, fue un grito de amor: "Yo soy de Jesús".
Era el 13 de abril de 1945,
alrededor de las tres de la tarde, hora en que Jesús murió en la cruz. El
pequeño pero gran mártir murió en Sus brazos y en los de la Virgen María,
quienes lo esperaban para acompañarlo en la gloria que corresponde a los
mártires.
Tenía sólo 14 años, pero su
valentía y fidelidad lo convirtieron en el gran santo y mártir que hoy
veneramos y rezamos. El 5 de octubre de 2013 Rolando fue declarado
"Beato" por la Iglesia. Como el grano de trigo que cayó al suelo y
murió, su vida produjo mucho fruto.
Con su ejemplo y su
martirio, Rolando acercó muchas almas a Dios, enseñándonos a perdonar con un
corazón sincero y a estar dispuestos a dar la vida por Él, en lugar de
ofenderlo y negarlo.
Como soldados buenos y
fieles que nunca abandonan a su Líder, luchando a muerte para continuar la
batalla, así debemos ser siempre fieles a Dios y luchar por Él, para anunciar
la verdad y la verdadera y única Fe, la que es en Cristo Jesús.
La vida de Rolando y su
valentía son un gran ejemplo para todos, en particular para los jóvenes,
seminaristas y sacerdotes que ofrecen toda su vida a Dios y que nunca deben
tener miedo de dar testimonio de su pertenencia a Jesús.
Que el Beato Rolando Rivi
sea nuestro guía en nuestras vidas e interceda por nosotros ante Dios.
ORACIÓN
Oh Dios, Padre misericordioso,
que eliges a los pequeños para confundir a los poderosos del mundo,
Te agradezco que nos hayas dado, en el seminarista Rolando Rivi,
un testimonio de amor total a Tu Hijo Jesús y a su Iglesia,
hasta el sacrificio de su vida.
Iluminados por este ejemplo y por intercesión de Rolando,
Te pido que me des la fuerza para ser siempre
signo vivo de tu amor en el mundo
y te ruego que me concedas la gracia…………
que deseo ardientemente. Que así sea.