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jueves, 29 de julio de 2021
FRANCISCO DA UNA BOFETADA A SUS PREDECESORES
UN EDICTO MALIGNO DEL PAPA FRANCISCO
Mons. Rob Mutsaerts
Obispo auxiliar de’s-Hertogenbosch
El Papa Francisco promueve la sinodalidad: todos deben poder hablar, todos deben ser escuchados. Este no es el caso de su recientemente publicado motu proprio Traditionis Custodes, un ukase [edicto imperial] que debe poner fin inmediatamente a la misa tradicional en latín. Al hacerlo, Francisco atraviesa con una gran línea de fuerza el Summorum Pontificum, el motu proprio del Papa Benedicto que dio un amplio alcance a la antigua misa.
El
hecho de que Francisco utilice aquí la palanca del poder sin ninguna consulta
indica que está perdiendo autoridad. Esto ya se puso de manifiesto antes,
cuando la Conferencia Episcopal Alemana no hizo caso a los consejos del Papa
sobre el proceso de sinodalidad. Lo mismo ocurrió en Estados Unidos cuando el
papa Francisco pidió a la Conferencia Episcopal que no preparara un documento
sobre la comunión digna. El Papa debió pensar que sería mejor [en este caso] no
dar más consejos, sino un auto de ejecución, ¡ahora que estamos hablando de la
misa tradicional!
El
lenguaje utilizado se parece mucho a una declaración de guerra. Todos los
papas, desde Pablo VI, han dejado siempre espacios para la misa antigua. Si
se hizo algún cambio [en esa apertura], fueron revisiones menores -véase, por
ejemplo, los indultos de 1984 y 1989. Juan Pablo II creía firmemente que los
obispos debían ser generosos al permitir la Misa Tridentina. Benedicto
abrió la puerta de par en par con Summorum Pontificum: "Lo que era sagrado
entonces es sagrado ahora". Francisco da un fuerte portazo con Traditionis
Custodes. Se siente como una traición y es una bofetada a sus predecesores.
Por
cierto, la Iglesia nunca ha abolido las liturgias. Ni siquiera Trento [lo
hizo]. Francisco rompe completamente con esta tradición. El motu proprio
contiene, de forma breve y contundente, algunas proposiciones y mandatos. Las
cosas se explican con más detalle mediante una declaración más larga que la
acompaña. Esta declaración contiene bastantes errores de hecho. Uno de
ellos es la afirmación de que lo que hizo Pablo VI después del Vaticano II es
lo mismo que hizo Pío V después de Trento. Esto está completamente alejado de
la verdad. Recuerde que antes de esa época [de Trento] había varios
manuscritos transcritos en circulación y habían surgido liturgias locales aquí
y allá. La situación era un caos.
Trento
quería restaurar las liturgias, eliminar las inexactitudes y comprobar la
ortodoxia. A Trento no le preocupaba reescribir la liturgia, ni nuevas
adiciones, ni nuevas oraciones eucarísticas, ni un nuevo leccionario, ni un
nuevo calendario. Se trataba de asegurar una continuidad orgánica
ininterrumpida. El misal de 1570 se remonta al misal de 1474 y así hasta el
siglo IV. Hubo una continuidad desde el siglo IV en adelante. Después del siglo
XV, hay cuatro siglos más de continuidad. De vez en cuando, había a lo sumo
algunos cambios menores: la adición de una fiesta, una conmemoración o una
rúbrica.
En
el documento conciliar Sacrosanctum Concilium, el Vaticano II pidió reformas
litúrgicas. En general, se trata de un documento conservador. Se mantuvo el
latín y los cantos gregorianos conservaron su lugar legítimo en la liturgia.
Sin embargo, los desarrollos que siguieron al Vaticano II están muy alejados de
los documentos conciliares. El infame "espíritu del concilio" no
se encuentra en ninguna parte de los textos conciliares. Sólo el 17% de
las oraciones del antiguo misal de Trento se encuentran [intactas] en el nuevo
misal de Pablo VI. Difícilmente se puede hablar de continuidad, de un
desarrollo orgánico. Benedicto reconoció esto, y por esa razón dio amplio
espacio a la Misa Antigua. Incluso dijo que nadie necesitaba su permiso
("lo que era sagrado entonces sigue siendo sagrado ahora").
El
Papa Francisco pretende ahora que su motu proprio pertenece al desarrollo
orgánico de la Iglesia, lo que contradice totalmente la realidad. Al hacer
prácticamente imposible la misa en latín, rompe por fin con la milenaria
tradición litúrgica de la Iglesia católica romana. La liturgia no es un juguete
de los papas; es el patrimonio de la Iglesia. La Misa antigua no es una
cuestión de nostalgia o de gusto. El Papa debe ser el guardián de la Tradición;
el Papa es un jardinero, no un fabricante. El derecho canónico no es sólo
una cuestión de derecho positivo; también existe el derecho natural y el
derecho divino, y, además, existe la Tradición que no puede ser simplemente
dejada de lado.
Lo
que hace aquí el Papa Francisco no tiene nada que ver con la evangelización y
menos aún con la misericordia. Es más bien ideología.
Vaya
a cualquier parroquia donde se celebre la Misa Antigua. ¿Qué se encuentra allí?
Gente que sólo quiere ser católica. Por lo general, no son personas que se
enzarzan en disputas teológicas, ni están en contra del Vaticano II (aunque sí
de la forma en que se aplicó).
Aman la misa en latín por su sacralidad, su trascendencia, la salvación de las almas que es central en ella, la dignidad de la liturgia. Se encuentran familias numerosas; la gente se siente acogida. Sólo se celebra en un pequeño número de lugares. ¿Por qué el Papa quiere negar esto a la gente? Vuelvo a lo que dije antes: es la ideología. O es el Vaticano II -incluyendo su aplicación, con todas sus aberraciones- o nada. El número relativamente pequeño de creyentes (un número que crece, por cierto, a medida que el Novus Ordo se derrumba) que se siente a gusto con la misa tradicional debe ser erradicado y lo será. Eso es ideología y maldad.
Si
realmente quiere evangelizar, ser verdaderamente misericordioso, apoyar a las
familias católicas, entonces (deje que se) celebre con honor la Misa
Tridentina. A partir de la fecha del motu proprio, la Misa Antigua no puede
celebrarse en las iglesias parroquiales (¿dónde entonces?); se necesita un
permiso explícito de su obispo, que puede permitirla sólo en determinados días;
para los que se ordenen en el futuro y quieran celebrar la Misa Antigua, el
obispo debe pedir consejo a Roma. ¡Qué dictatorial, qué poco pastoral, qué poco
misericordioso quiere ser!
Francisco,
en el artículo 1 de su motu proprio, llama al Novus Ordo (la misa actual)
"la única expresión de la Lex Orandi del Rito Romano". Por lo tanto,
ya no distingue entre la Forma Ordinaria (Pablo VI) y la Forma Extraordinaria
(Misa Tridentina). Siempre se ha dicho que ambas son expresiones de la Lex
Orandi, no sólo el Novus Ordo. De nuevo, ¡la Misa Antigua nunca fue
abolida! Nunca oigo a Bergoglio hablar de los muchos abusos litúrgicos que
existen aquí y allá en innumerables parroquias. En las parroquias todo es
posible, excepto la Misa Tridentina. Se lanzan todas las armas para erradicar
la Misa Antigua.
¿Por
qué? Por el amor de Dios, ¿por qué? ¿Qué es esta obsesión de Francisco de
querer desarraigar a ese pequeño grupo de tradicionalistas? El Papa debería ser
el guardián de la tradición, no el carcelero de la tradición. Mientras que
Amoris Laetitia destaca por su vaguedad, Traditionis Custodes es una
declaración de guerra perfectamente clara.
Sospecho que Francisco se está disparando en el pie con este motu proprio. Para la Sociedad de San Pío X será una buena noticia. Nunca habrán podido adivinar lo en deuda que estarían con el Papa Francisco.
lunes, 26 de julio de 2021
MONSEÑOR SCHNEIDER SOBRE TRADITIONIS CUSTODES
Diane Montagna: Excelencia, la recién publicada carta apostólica en forma de motu proprio del pasado día 16 se llama Traditionis custodes (guardianes de la Tradición). ¿Cuál fue su primera impresión ante la elección de semejante título?
Monseñor Schneider: Mi primera impresión fue que me pareció la voz de un pastor que en vez de oler a oveja apaleaba enojado al rebaño.
¿Qué le parece en general el motu proprio y la carta a los obispos del mundo que lo acompaña explicando los motivos que lo han llevado a imponer restricciones a la Misa Tradicional?
En su exhortación apostólica programática Evangelii gaudium, el papa Francisco defiende «ciertas actitudes que ayudan a acoger mejor el anuncio: cercanía, apertura al diálogo, paciencia, acogida cordial que no condena» (nº165). Pero al leer el motu proprio y la carta adjunta da la sensación contraria: que en general el documento manifiesta intolerancia espiritual y hasta rigidez espiritual. El motu proprio y la carta transmiten un espíritu que condena y no da acogida. En el documento sobre la fraternidad humana suscrito en Abu Dabi el 4 de febrero de 2019, Francisco abraza la «diversidad de religiones», mientras que en el motu proprio rechaza de plano la diversidad de formas litúrgicas del Rito Romano.
Contrasta enormemente este motu proprio con el principio rector del pontificado francisquista, o sea, la inclusión y el amor preferencial por las minorías y las periferias en la vida de la Iglesia. En el motu proprio se descubre una postura increíblemente cerrada que contrasta con lo que dice el propio Francisco: «Sabemos que desde varios lados somos tentados para vivir en esta lógica del privilegio que nos aparta apartando, que nos excluye-excluyendo, que nos encierra encerrando los sueños y la vida de tantos hermanos nuestros» (homilía de vísperas, 31 de diciembre de 2016). Las normas que impone este nuevo motu proprio denigran el rito milenario de la lex orandi de la Iglesia de Roma encerrando al mismo tiempo los sueños y la vida de muchas familias católicas, sobre todo de los jóvenes y los sacerdotes, cuya vida espiritual y amor a Cristo y a la Iglesia han madurado y se han beneficiado en gran medida de la forma tradicional del Rito Romano.
El motu proprio establece un principio de extraña exclusividad litúrgica al afirmar que los libros litúrgicos de reciente promulgación son la única expresión de la lex orandi del Rito Romano (art.1). Qué diferencia con estas palabras del mismo Francisco: «Es verdad, el Espíritu Santo suscita los diferentes carismas en la Iglesia; en apariencia, esto parece crear desorden, pero en realidad, bajo su guía, es una inmensa riqueza, porque el Espíritu Santo es el Espíritu de unidad, que no significa uniformidad» (homilía en la catedral católica del Espíritu Santo de Estambul el 29 de noviembre de 2014).
¿Qué es lo que más le preocupa del nuevo documento?
Como obispo, una de mis mayores preocupaciones es que, en vez de promover la unidad mediante la coexistencia de varias formas litúrgicas auténticas, el motu proprio crea dos clases en la sociedad de la Iglesia: católicos de primera y de segunda clase. La clase privilegiada de los que participan de la liturgia reformada, el Novus Ordo, y los católicos de segunda, que a partir de ahora estarán meramente tolerados, entre los que hay numerosas familias, niños, jóvenes y sacerdotes que en las últimas décadas se han criado en la liturgia tradicional y con gran provecho espiritual han vivido la realidad y el misterio de la Iglesia gracias a esta forma litúrgica que para las generaciones anteriores fue sagrada y formó a tantos santos y excelentes católicos a lo largo de la historia.
El motu proprio y la carta cometen una injusticia contra todos los católicos que participan de la liturgia tradicional, porque los acusa de crear división y rechazar el Concilio. Lo cierto es que una porción considerable de esos católicos no se mete en discusiones doctrinales sobre el Concilio, el Novus Ordo y otros problemas de política eclesial. Todo lo que quieren es dar culto a Dios con la liturgia con la que Él les ha llegado al corazón y ha transformado su vida. El argumento aducido por el motu proprio y la carta, que la liturgia tradicional crea división y es un peligro para la unidad de la Iglesia, queda refutado por la realidad. Es más, cualquier observador imparcial llegará a la conclusión de que el tono de desprecio a la liturgia tradicional que manifiestan dichos textos no es más que un pretexto y una estratagema, y que aquí hay gato encerrado.
¿Hasta qué punto le parece convincente la comparación que hace Francisco en su carta a los obispos entre las medidas que acaba de adoptar y las que dispuso San Pío V en 1570?
La época del Concilio Vaticano II y la llamada Iglesia conciliar se ha caracterizado por una apertura a la diversidad y la inclusión de espiritualidades y expresiones litúrgicas locales a la vez que se rechaza el principio de uniformidad de la práctica litúrgica de la Iglesia. A lo largo de la historia, la verdadera actitud pastoral ha sido de tolerancia y respeto a los diversos ritos siempre y cuando expresen la integridad de la Fe católica, y la dignidad y sacralidad de los ritos y lleven auténticos frutos espirituales en la vida de los fieles. En otros tiempos, la Iglesia de Roma reconocía la diversidad de expresiones en su lex orandi. En la constitución que promulgó la liturgia tridentina, Quo primum (1570), al aprobar todas las expresiones litúrgicas de la Iglesia de Roma que tenían más de dos siglos de antigüedad, las reconoció como igualmente dignas y legítimas expresiones de la lex orandi de la Iglesia Católica. En su bula, San Pío V declaró que en modo alguno rescindía otras expresiones litúrgicas de la Iglesia. La forma litúrgica de la Iglesia que tuvo vigencia hasta la reforma de Pablo VI no procede de Pío V; se había mantenido sustancialmente inalterada desde siglos antes de Trento. La primera edición impresa del Misal Romano data de 1470, es decir, un siglo antes del que publicó San Pío V. El rito de la Misa en ambos misales es prácticamente idéntico; las diferencias están más bien en elementos secundarios como el calendario, la cantidad de prefacios y más precisamente en las rúbricas.
El motu proprio que acaba de promulgar Francisco es también motivo de gran preocupación porque manifiesta una actitud discriminatoria contra un rito de la Iglesia Católica que tiene casi un millar de años de antigüedad. La Iglesia jamás ha rechazado lo que a lo largo de muchos siglos ha sido expresión de sacralidad, precisión doctrinal y riqueza espiritual, y ha sido elogiado por muchos papas y grandes teólogos (por ejemplo Santo Tomás de Aquino) y numerosos santos. Los pueblos de Europa Occidental y parte de la Oriental, del norte y el sur de Europa, América, África y Asia fueron evangelizados y se formaron doctrinal y espiritualmente con el rito romano tradicional; esos pueblos se sienten espiritual y litúrgicamente en su casa con ese rito. El papa Juan Pablo II dio muestras de sincero aprecio al rito tradicional de la Misa cuando dijo: «Tanto el Misal Romano, llamado de San Pío V, como varias liturgias orientales contienen hermosas oraciones en las que el sacerdote expresa el más profundo sentido dtes e humildad y reverencia a los sagrados misterios; revelan la sustancia misma de la liturgia» (Mensaje a los participantes en la asamblea plenaria de Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, 21 de septiembre de 2001).
Sería contrario al espíritu de la Iglesia de siempre menospreciar este rito, tildarlo de divisivo y considerarlo peligroso para la unidad de la Iglesia y promulgar normas tendientes a hacerlo desaparecer con el tiempo. Las medidas contenidas en el motu proprio de Francisco tienen como fin arrancar sin piedad del alma y la vida de muchos católicos la liturgia tradicional, que de por sí es santa y constituye la patria espiritual de esos católicos. Gracias a este motu proprio, los católicos que actualmente se han formado y nutrido espiritualmente con la liturgia tradicional de la Santa Madre Iglesia dejarán de ver a la Iglesia como madre y verán en ella a una madrastra que se ajusta a la descripción que ha hecho Francisco: «Una mamá que critica, que habla mal de sus hijos no es madre. Creo que se dice matrigna [madrastra] en italiano… No es madre» (Encuentro del Santo Padre con los religiosos de Roma, 16 de mayo de 2015).
Esta carta apostólica del papa Francisco se ha publicado en la festividad de la Virgen del Carmen, patrona de la Orden Carmelita (a la que perteneció Santa Teresita del Niño Jesús), que se dedica a rezar por los sacerdotes. ¿Qué les diría a los seminaristas diocesanos y a los sacerdotes jóvenes que estaban ilusionados con celebrar la Misa Tradicional, en vista de las nuevas medidas?
El cardenal Joseph Ratzinger habló de la limitación de los poderes del Papa en cuanto a la liturgia con esta iluminadora explicación: «El Papa no es un monarca absoluto cuya voluntad tenga valor de ley. Es, por el contrario, guardián de la auténtica Tradición, y por tanto el primer garante de la obediencia. No puede hacer lo que le plazca, y puede por consiguiente enfrentarse a quienes quieran hacer lo primero que se les ocurra. Su gobierno no es arbitrario; es un gobierno de obediencia y fe. Por eso, en materia de teología, su misión es la de un jardinero, no la de un técnico que construye máquinas nuevas y tira las viejas. El rito, ese modo de celebrar y rezar que ha ido madurando en la fe y la vida de la Iglesia, es una síntesis de Tradición viva en que quien celebra con ese rito expresa la totalidad de su fe y oración, a la vez que la confraternización de distintas generaciones se convierte en una experiencia al rezar hermanados con quienes nos precedieron y quienes nos sucederán. Por eso, el rito es un aporte provechoso a la Iglesia, una forma viva de paradosis , la transmisión de la Tradición» (cf. Prólogo a The Organic Development of the Liturgy. The Principles of Liturgical Reform and Their Relation to the Twentieth-century Liturgical Movement Prior to the Second Vatican Council, de Dom Alcuin Reid, San Francisco 2004).
La Misa Tradicional es un tesoro que pertenece a toda la Iglesia, pues se celebra y es objeto de gran estima y amor para los sacerdotes y los santos desde hace al menos un millar de años. De hecho, el rito tradicional de la Misa fue prácticamente el mismo durante siglos antes de la publicación del Misal de S. Pío V en 1570. Un tesoro litúrgico casi milenario, válido y tenido en alta estima no es propiedad privada de un pontífice para que haga con él lo que le venga en gana. Por tanto, los seminaristas y sacerdotes jóvenes deben pedir que se les conceda el derecho a beneficiarse de este tesoro común de la Iglesia. Y en caso de se les niegue, pueden celebrar de todos modos clandestinamente. No sería un acto de desobediencia, sino de obediencia a la Santa Madre Iglesia, que nos ha dado ese tesoro litúrgico. Que el papa Francisco rechace tajantemente un rito casi milenario es algo efímero en comparación con el espíritu y la práctica constante de la Iglesia.
Excelencia, ¿qué impresión tiene de cómo se está poniendo en vigor Traditionis custodes?
En el espacio de unos pocos días, obispos diocesanos y hasta toda una conferencia episcopal han emprendido una eliminación sistemática de toda celebración de la Misa según el rito tradicional. Estos inquisidores de la liturgia han hecho gala de un clericalismo increíblemente rígido por el estilo del que describió Francisco cuando dijo: «Hay ese espíritu de clericalismo en la Iglesia, que se siente: los clérigos se sienten superiores, los clérigos se alejan de la gente, los clérigos dicen siempre: “Esto se hace así, así, así, y ¡vosotros iros!”» (Meditación diaria en la Santa Misa del 13 de diciembre de 2016).T
El motu proprio antitradicionalista de Francisco tiene paralelos con las lamentables y en extremo rígidas decisiones litúrgicas de la Iglesia Ortodoxa Rusa con el patriarca Nikon de Moscú entre 1652 y 1666. Esto tuvo como consecuencia un largo cisma que se conoció como el los Viejos Creyentes, que conservaban la liturgia y costumbres de la Iglesia rusa anteriores a Nikon. Los Viejos Creyentes resistieron la adaptación de la espiritualidad rusa a formas contemporáneas tomadas de la ortodoxia griega, y fueron excomulgados junto con sus ritos en el sínodo de 1666-1667, creándose un cisma entre los Viejos Creyentes y quienes se adhirieron a la iglesia estatal en la condena del rito antiguo. Hoy en día la Iglesia Ortodoxa Rusa lamenta las drásticas medidas del patriarca Nikon, porque si esas medidas hubieran tenido una finalidad realmente pastoral y hubieran permitido el rito anterior, no habrían dado lugar a un cisma que se arrastra desde hace siglos y ha sido innecesariamente causa de crueles sufrimientos.
En nuestros tiempos presenciamos cada vez más celebraciones de la Santa Misa que se han convertido en púlpitos para promover la pecaminosa vida homosexual, las misas LGTB, nombre que ya de por sí es blasfemo. Son misas toleradas por la Santa Sede y por muchos obispos. Hace falta con urgencia un motu proprio con normas estrictas que ponga fin a esas misas LGBT, porque son un ultraje a la Divina Majestad, un escándalo para los fieles y una injusticia para los homosexuales activos, pues esas misas los reafirma en sus pecados, y corren por tanto peligro de eterna condenación.
Y sin embargo hay bastantes obispos, sobre todo en EE.UU. pero también en otros países, como Francia, que apoyan a los fieles de su diócesis que quieren la Misa Tradicional. ¿Qué diría a sus hermanos en el episcopado para animarlos? ¿Y cuál debe ser la actitud de los fieles hacia sus prelados, muchos de los cuales se han quedado atónitos al ver el documento?
Esos obispos han demostrado que su actitud es la de verdaderos apóstoles y pastores, ésos sí que huelen a oveja. A ésos y a muchos otros los animaría a no perder esa noble actitud pastoral. Que no se dejen influir por los elogios de los hombres ni por el respeto humano, sino que su motivación sea la gloria de Dios y el mayor provecho espiritual de las almas y su eterna salvación. Y a los fieles, que manifiesten gratitud, respeto filial y amor a esos pastores.
¿Qué efecto tendrá a su juicio el motu proprio?
En el fondo, el motu proprio que acaba de promulgar Francisco es una victoria pírrica y le saldrá el tiro por la culata. Un acto administrativo tan draconiano no podrá violentar la conciencia de las muchas familias católicas y el creciente número de jóvenes y sacerdotes –sobre todo sacerdotes jóvenes– que asisten a la Misa Tradicional. No servirá de nada decirles a esos fieles y sacerdotes que tienen que atenerse a las normas, porque tienen claro que la obligación de obedecer queda sin efecto cuando de lo que se trata es de poner fin a la liturgia tradicional, el gran tesoro litúrgico de la Iglesia de Roma.
Es indudable que con el tiempo irá formándose una red mundial de Misas catacumbales, como suele suceder en tiempos de catástrofe y de persecución. Es posible que lleguemos a conocer una época de misas tradicionales clandestinas como las que pintó con tanto efecto Aloysius O’Kelly en su cuadro Misa en Connemara (Irlanda) durante la época de prohibición del catolicismo . O quizás conozcamos una época parecida a la que describió San Basilio el Grande cuando los católicos tradicionales fueron perseguidos por un episcopado arriano y liberal en el siglo IV: «Los verdaderos creyentes callan mientras las lenguas blasfemas se menean con toda soltura; se pisotea lo sagrado; los mejores laicos huyen de las iglesias por ser escuelas de impiedad, y alzan las manos al cielo en el desierto suspirando y llorando implorando al Señor. Vosotros también tenéis noticia de lo que ha sucedido en nuestras ciudades, de cómo nuestros hijos y hasta nuestros ancianos salen afuera y hacen sus plegarias a la intemperie soportando con gran paciencia las inclemencias del tiempo mientras aguardan el auxilio del Señor» (Carta 92).
La admirable, armoniosa y bastante espontánea difusión e incesante aumento de la Misa Tradicional por todo el mundo, hasta en los países más remotos, es sin duda obra del Espíritu Santo, y un verdadero signo de nuestros tiempos. Esta forma de celebración litúrgica produce auténticos frutos espirituales, sobre todo en la vida de los jóvenes y los conversos al catolicismo, ya que lo que precisamente atrajo a éstos fue la fuerza que irradia de este tesoro de la Iglesia. Al papa Francisco y a los demás obispos que lleven a efecto su motu proprio les convendría imitar ardientemente el ejemplo de Gamaliel y preguntarse si no estarán rebelándose contra la obra de Dios: «Ahora os digo: Dejad a estos hombres, dejadlos; porque si esto es consejo u obra de hombres, se disolverá; pero, si viene de Dios, no podréis disolverlo, y quizá algún día os halléis con que habéis hecho la guerra a Dios» (Hch. 5, 38-39). Ojalá el papa Francisco lo piense mejor, con los ojos puestos en la eternidad, y tenga el valor y la humildad para revocar su nuevo motu proprio, recordando lo que él mismo dijo una vez: «n realidad, la Iglesia se muestra fiel al Espíritu Santo en la medida en que no pretende regularlo ni domesticarlo»” (Homilía en la catedral católica del Espíritu Santo, Estambul, el sábado 29 de noviembre de 2014).
De momento, muchas familias católicas, jóvenes y sacerdotes de todos los continentes lloran porque el Papa, su jefe espiritual, los ha privado del pasto espiritual de la Misa Tradicional, que tanto ha fortalecido su fe y su amor a Dios, la Santa Madre Iglesia y la Sede Apostólica. Es posible que por un tiempo vayan «llorando los que llevan y esparcen la semilla, pero vendrán alegres trayendo sus gavillas» (Sal.126,6).
Esas familias, jóvenes y sacerdotes podrían dirigir al Sumo Pontífice las siguientes palabras u otras por el estilo: «Os rogamos, Santidad, que nos restituyáis el valioso tesoro litúrgico de la Iglesia. No nos tratéis como a hijos de secunda clase. No violentéis nuestra conciencia obligándonos a aceptar un único y exclusivo rito. Recordad que siempre habéis proclamado ante todo el mundo la importancia de que haya variedad, acompañamiento pastoral y respeto a las conciencias. No hagáis caso a los representes del clericalismo rígido que os aconsejaron tomar una medida tan despiadada. Sed un verdadero padre de familia que “saca de su tesoro lo nuevo y lo añejo” (Mt.13,52). Si nos escucháis, seremos vuestros mejores intercesores ante Dios el Día del Juicio.»
Fuente:remnantnewspaper.com
PROTESTAS ANTE LA NUNCIATURA DE PARÍS POR TRADITIONIS CUSTODES
En Telegram, Salon Beige sube el video del breve discurso de Christian Marquand en el evento: ” la Misa tradicional se celebra ahora en 95 países, entre 5 y 6.000 sacerdotes diocesanos de todo el mundo la celebran con regularidad. Nuestros malos pastores se han dado cuenta de que existimos y que somos un peligro para ellos ”
“El motu proprio no se aplicará, tenemos juventud, fe y esperanza. El sucesor de Francisco sabrá restablecer la paz litúrgica, no podemos estar en estado de guerra de forma permanente ”.
“ Hasta entonces” , explicó, “ se nos niega. Este Motu proprio es un cambio de paradigma: reconoce que los fieles de la Misa tradicional existen y, al mismo tiempo, es demasiado tarde ”.
Otros eventos tendrán lugar en el mismo lugar (14 avenue du Président Wilson), a la misma hora (de 12 p.m. a 12:45 p.m.), todos los sábados de verano.
sábado, 24 de julio de 2021
BENEDICTINOS DE LA INMACULADA: TRADITIONIS CUSTODES: ¿QUÉ VALOR?
Todos
los fieles han oído hablar del reciente Motu Proprio de Roma que nos
llega al corazón y tiende a hacer desaparecer la Tradición
católica en lo más sagrado: el Santo Sacrificio de la Misa según el antiguo
rito romano celebrado casi literalmente por S. Gregorio el Grande (VI º siglo); Contrariamente
a lo que afirman algunas autoridades, el Papa San Pío V no llevó
a cabo un nuevo Ordo Missæ, sino que restauró y mantuvo libre de
toda corrupción litúrgica y teológica este rito que estuvo en
uso hasta 1969.
El motu proprio del 16 de julio de
2021 se titula Traditionis
custodes , “guardianes de la Tradición”, con una antífrasis irónica
y despectiva hacia los que están justamente apegados a la Sagrada Tradición
litúrgica. El Papa Francisco decidió que esta Tradición ya no sería una "facultad"
concedida,
sino sólo una tolerancia, mientras
que Benedicto XVI lo
reafirmó como un derecho "nunca derogado legalmente". Por tanto,
sólo la Nueva Misa de Pablo VI tendría “ciudadanía” en la Iglesia. Frente
a esta falsedad y grave impiedad por parte del Supremo Jefe de la Iglesia que
sin embargo predica la misericordia, nos sumamos a la incomprensión, al dolor y
a la protesta respetuosa pero firme de muchos sacerdotes y fieles.
En cuanto a nuestra comunidad, el obispo de la diócesis nos ha hecho saber que respeta y aprueba nuestro derecho tal como se define en nuestra "Declaración sobre la Regla" ratificado por
Roma. Recordamos con gratitud las palabras de
elogio que pronunció públicamente en la inauguración de nuestro monasterio el
24 de agosto de 2019:
“Como ya tuve la oportunidad de decir, es con
alegría y gratitud que doy la bienvenida a esta comunidad en nuestra diócesis
como un regalo del Señor; es un pequeño grupo de monjes consagrados al
Señor ya la oración, espero que su número crezca y que se desarrolle la vida
religiosa del monasterio. Los monjes benedictinos dedicaron su vida a la
oración, el estudio y el trabajo manual en un ambiente de paz, silencio y
caridad. Esta iglesia debe estar abierta a cualquiera que quiera unirse a
la oración. Allí se celebrarán misas con canto gregoriano y según el rito
tradicional. Creo que su presencia en nuestra diócesis, con su característica
de guardianes y testigos de la tradición más antigua de la Iglesia, puede hacer
bien a todos los fieles de nuestra diócesis. Y sobre todo me alegro de
tener aquí un lugar de oración y un punto de referencia para las personas que
quieren una guía espiritual y acercarse al sacramento de la confesión, o que
simplemente quieren encontrar un lugar de paz para rezar. "
Llevamos en nuestro corazón y en nuestras oraciones el profundo dolor de todos aquellos que se sienten heridos y como rechazados por el llamado Padre común de todos los fieles, pero guardamos con ellos la Esperanza de que Dios un día hará triunfar sobre el mundo la Tradición litúrgica que es la mejor garantía de la más pura fe católica y de la más alta santidad.
COMUNICADO DE LA FEDERACIÓN INTERNACIONAL IUVENTUTEM
DECLARACIÓN DEL CARDENAL LEO BURKE
Declaración
sobre el Motu Proprio «Traditionis Custodes»
Muchos fieles -laicos, ordenados y consagrados- me han expresado la profunda aflicción que les ha producido el Motu Proprio «Traditionis Custodes». Los adscritos al Usus Antiquior (Uso Más Antiguo) [UA], lo que el Papa Benedicto XVI llamó la Forma Extraordinaria, del Rito Romano, se sienten profundamente descorazonados por la severidad del rigor que el Motu Proprio impone y también se sienten ofendidos por el lenguaje que emplea para describirlos, sus actitudes y su conducta. Como cristiano fiel, que también tiene un intenso vínculo con la UA, comparto plenamente sus sentimientos de profundo dolor.
Como Obispo de la Iglesia y como Cardenal, en comunión con el Romano Pontífice y con la particular responsabilidad de ayudarle en su cuidado pastoral y en el gobierno de la Iglesia universal, ofrezco las siguientes observaciones:
- Antes que nada, es importante establecer, en esta y en las dos observaciones siguientes (nº 3 y 4), la esencia de lo que contiene el Motu Proprio. De la severidad del documento se desprende que el Papa Francisco emitió el Motu Proprio para hacer frente a lo que percibe como un grave mal que amenaza la unidad de la Iglesia, a saber, el UA. Según el Santo Padre, quienes rinden culto según este uso hacen una elección que rechaza «a la Iglesia y sus instituciones en nombre de lo que se llama la ‘verdadera Iglesia'», una elección que «contradice la comunión y alimenta la tendencia divisoria… contra la que el apóstol Pablo reaccionó tan enérgicamente.»
- Claramente, el Papa Francisco considera que el mal es tan grande que ha tomado medidas inmediatas, no informando a los obispos con antelación y ni siquiera previendo la habitual vacatio legis, un periodo de tiempo entre la promulgación de una ley y su entrada en vigor. La vacatio legis proporciona a los fieles, y especialmente a los obispos, tiempo para estudiar la nueva legislación relativa al culto a Dios, el aspecto más importante de la vida de la Iglesia, con vistas a su aplicación. Esta norma, de hecho, contiene muchos elementos que requieren un estudio en cuanto a su aplicación.
- Es más, la norma impone restricciones al UA, que marcan su eliminación definitiva, por ejemplo, la prohibición del uso de una iglesia parroquial para el culto según el UA y el establecimiento de determinados días para dicho culto. En su carta a los obispos del mundo, el Papa Francisco indica dos principios que deben guiar a los obispos en la aplicación del Motu Proprio. El primer principio es «prever el bien de aquellos que están arraigados en la forma de celebración anterior y necesitan volver a su debido tiempo al Rito Romano promulgado por los Santos Pablo VI y Juan Pablo II.» El segundo principio es «suspender la erección de nuevas parroquias personales ligadas más al deseo y a los deseos de sacerdotes individuales que a la necesidad real del «santo Pueblo de Dios».»
- Aparentemente, la norma se dirige a corregir una aberración principalmente atribuible al «deseo y a los deseos» de algunos sacerdotes. A este respecto, debo observar, especialmente a la luz de mi servicio como Obispo Diocesano, que no fueron los sacerdotes quienes, por sus propios deseos, instaron a los fieles a solicitar la Forma Extraordinaria. De hecho, siempre estaré profundamente agradecido a los numerosos sacerdotes que, a pesar de sus ya pesados compromisos, sirvieron generosamente a los fieles que legítimamente solicitaron el UA. Ambos principios no pueden dejar de lanzar el mensaje a los fieles devotos que sienten un profundo aprecio y vinculación por el encuentro con Cristo a través de la Forma Extraordinaria del Rito Romano, de que padecen una aberración que puede ser tolerada durante un tiempo, pero que en última instancia debe ser erradicada.
- ¿De dónde viene la severa y revolucionaria acción del Santo Padre? El Motu Proprio y la Carta indican dos fuentes: primero, «los deseos expresados por el episcopado» a través de «una consulta detallada a los obispos» realizada por la Congregación para la Doctrina de la Fe en 2020, y, segundo, «el dictamen de la Congregación para la Doctrina de la Fe.» Sobre las respuestas a la «consulta detallada» o «cuestionario» enviado a los obispos, el Papa Francisco escribe a los obispos: «Las respuestas revelan una situación que me preocupa y entristece, y me persuade de la necesidad de intervenir.»
- En cuanto a las fuentes, ¿hay que suponer que la situación que preocupa y entristece al Romano Pontífice existe de forma generalizada en la Iglesia o sólo en algunos lugares? Dada la importancia atribuida a la «consulta detallada» o «cuestionario», y la gravedad del asunto que trataba, parece esencial que se hagan públicos los resultados de la consulta, junto con la indicación de su carácter científico. Del mismo modo, si la Congregación para la Doctrina de la Fe opinara que hay que tomar una medida tan revolucionaria, parece que habría preparado una Instrucción o documento similar para abordarla.
- La Congregación cuenta con la pericia y la larga experiencia de algunos miembros -primero, sirviendo en la Comisión Pontificia Ecclesia Dei y, después, en la Cuarta Sección de la Congregación- que han sido encargados de tratar las cuestiones relativas a el UA. Hay que preguntarse si el «dictamen de la Congregación para la Doctrina de la Fe» ha reflejado la consulta de quienes tienen mayor conocimiento de los fieles dedicados al UA.
- En cuanto a la percepción del grave mal que constituye el UA, tengo una amplia experiencia a lo largo de muchos años y en muchos lugares diferentes con los fieles que regularmente dan culto a Dios según el UA. Con toda honestidad, debo decir que estos fieles, de ninguna manera rechazan «la Iglesia y sus instituciones en nombre de lo que se llama la ‘verdadera Iglesia'». Tampoco los he encontrado fuera de la comunión con la Iglesia o divisivos dentro de la misma. Al contrario, aman al Romano Pontífice, a sus Obispos y sacerdotes, y, cuando otros han optado por el cisma, han querido siempre permanecer en plena comunión con la Iglesia, fieles al Romano Pontífice, a menudo a costa de grandes sufrimientos. No se adscriben en absoluto a una ideología cismática o sedevacantista.
- La Carta que acompaña al Motu Proprio afirma que el UA fue permitido por el Papa San Juan Pablo II y posteriormente regulado por el Papa Benedicto XVI con «el deseo de favorecer la sanación del cisma con el movimiento de Mons. Lefebvre». El movimiento en cuestión es la Sociedad San Pío X. Si bien ambos pontífices romanos deseaban la sanación del cisma en cuestión, como deberían hacerlo todos los buenos católicos, también deseaban mantener en continuidad el UA para aquellos que permanecieran en la plena comunión de la Iglesia y no se convirtieran en cismáticos. El Papa San Juan Pablo II mostró su caridad pastoral, de varias formas importantes, con los fieles católicos adscritos al UA, por ejemplo, concediendo el indulto para el UA, pero también estableciendo la Fraternidad Sacerdotal San Pedro, una sociedad de vida apostólica para los sacerdotes adscritos al UA. En el libro El último testamento en sus propias palabras, el Papa Benedicto XVI respondió a la afirmación: «La reautorización de la Misa Tridentina se interpreta a menudo principalmente como una concesión a la Sociedad San Pío X», con estas claras y contundentes palabras: «¡Esto es absolutamente falso! Para mí es importante que la Iglesia sea una con ella misma en su interior, con su propio pasado; que lo que antes era santo para ella no sea de alguna manera malo ahora» (pp. 201-202). De hecho, muchos de los que actualmente desean rendir culto según el UA no tienen ninguna experiencia y quizás ningún conocimiento de la historia y la situación actual de la Sociedad Sacerdotal San Pío X. Simplemente se sienten atraídos por la santidad del UA.
- Sí, hay individuos e incluso ciertos grupos que abrazan posiciones radicales, como es el caso también en otros sectores de la vida de la Iglesia, pero no son, de ninguna manera, característicos del mayor y siempre creciente número de fieles que desean adorar a Dios según el UA. La Sagrada Liturgia no es una cuestión de la llamada «política eclesiástica», sino el encuentro más pleno y perfecto con Cristo en este mundo. Los fieles en cuestión, entre los que se encuentran numerosos jóvenes adultos y matrimonios jóvenes con hijos, se encuentran con Cristo, a través del UA, que los acerca cada vez más a Él a través de la reforma de sus vidas y la cooperación con la gracia divina que fluye desde su glorioso Corazón traspasado hasta sus corazones. No tienen necesidad de hacer un juicio respecto a los que adoran a Dios según el Usus Recentior (el Uso Más Reciente, lo que el Papa Benedicto XVI llamó la Forma Ordinaria del Rito Romano) [UR], promulgado por primera vez por el Papa San Pablo VI. Como me comentó un sacerdote, miembro de un instituto de vida consagrada, que atiende a estos fieles: Me confieso regularmente con un sacerdote, según el UR, y participo, en ocasiones especiales, en la Santa Misa según el UR. Concluyó: ¿Por qué se me acusa de no aceptar su validez?
- Si hay situaciones de una actitud o práctica contraria a la sana doctrina y disciplina de la Iglesia, la justicia exige que sean tratadas individualmente por los pastores de la Iglesia, el Romano Pontífice y los Obispos en comunión con él. La justicia es la condición mínima e insustituible de la caridad. La caridad pastoral no puede ser atendida, si no se observan las exigencias de la justicia.
- Un espíritu cismático o un cisma real son siempre gravemente malos, pero no hay nada en el UA que fomente el cisma. Para los que conocimos el UA en el pasado, como yo, se trata de un acto de culto marcado por una bondad, una verdad y una belleza centenarias. Conocí su atractivo desde mi infancia y, de hecho, me encariñé con ella. Habiendo tenido el privilegio de asistir al sacerdote como monaguillo desde que tenía diez años, puedo atestiguar que el UA fue una importante inspiración de mi vocación sacerdotal. A los que se han acercado al UA por primera vez, su rica belleza, especialmente al manifestar la acción de Cristo renovando sacramentalmente su Sacrificio en el Calvario a través del sacerdote que actúa en su persona, les ha acercado a Cristo. Conozco a muchos fieles a los que la experiencia del Culto Divino según el UA ha inspirado fuertemente su conversión a la Fe o su búsqueda de la Plena Comunión con la Iglesia Católica. Asimismo, numerosos sacerdotes que han vuelto a celebrar el UA o que lo han aprendido por primera vez me han contado lo profundamente que ha enriquecido su espiritualidad sacerdotal. Esto sin mencionar a los santos a lo largo de los siglos para quienes el UA alimentó una práctica heroica de las virtudes. Algunos han dado su vida por defender el ofrecimiento de esta misma forma de culto divino.
- Para mí y para otros que hemos recibido tantas y tan poderosas gracias a través de la participación en la Sagrada Liturgia, según el UA, es inconcebible que ahora pueda ser caracterizado como algo perjudicial para la unidad de la Iglesia y para su misma vida. En este sentido, es difícil entender el sentido del artículo 1 del Motu Proprio: «Los libros litúrgicos promulgados por San Pablo VI y San Juan Pablo II, en conformidad con los decretos del Concilio Vaticano II, son la única (unica, en la versión italiana que parece ser el texto original) expresión de la lex orandi del Rito Romano». El UA es una forma viva del Rito Romano y nunca ha dejado de serlo. Desde el mismo momento de la promulgación del Misal del Papa Pablo VI, reconociendo la gran diferencia entre el UR y el UA, se permitió la celebración continuada de los Sacramentos, según el UA, a ciertos conventos y monasterios y también a ciertas personas y grupos. El Papa Benedicto XVI, en su Carta a los Obispos del Mundo, que acompaña al Motu Proprio «Summorum Pontificum», aclaró que el Misal Romano en uso antes del Misal del Papa Pablo VI, «nunca fue jurídicamente abrogado y, en consecuencia, en principio, siempre fue permitido.»
- Pero, ¿puede el Romano Pontífice abrogar jurídicamente el UA? La plenitud de poder (plenitudo potestatis) del Romano Pontífice es el poder necesario para defender y promover la doctrina y la disciplina de la Iglesia. No es un «poder absoluto» que incluiría el poder de cambiar la doctrina o erradicar una disciplina litúrgica que ha estado viva en la Iglesia desde los tiempos del Papa Gregorio Magno e incluso antes. La interpretación correcta del artículo 1 no puede ser la negación de que el UA es una expresión siempre viva de «la lex orandi del rito romano». Nuestro Señor, que concedió el maravilloso don del UA, no permitirá que sea erradicado de la vida de la Iglesia.
- Hay que recordar que, desde el punto de vista teológico, toda celebración válida de un sacramento, por el hecho mismo de serlo, es también, más allá de cualquier legislación eclesiástica, un acto de culto y, por tanto, también una profesión de fe. En ese sentido, no es posible excluir el Misal Romano, según el UA, como expresión válida de la lex orandi y, por tanto, de la lex credendi de la Iglesia. Se trata de una realidad objetiva de la gracia divina que no puede ser modificada por un mero acto de voluntad, incluso de la más alta autoridad eclesiástica.
- El Papa Francisco afirma en su carta a los obispos: «Respondiendo a vuestras peticiones, tomo la firme decisión de abrogar todas las normas, instrucciones, permisos y costumbres que preceden al presente Motu proprio, y declaro que los libros litúrgicos promulgados por los santos Pontífices Pablo VI y Juan Pablo II, en conformidad con los decretos del Concilio Vaticano II, constituyen la única expresión de la lex orandi del Rito Romano.» La abrogación total, en justicia, requiere que se estudie cada norma, instrucción, permiso y costumbre individual, para verificar que «contradice la comunión y alimenta la tendencia divisoria… contra la que el Apóstol Pablo reaccionó tan vigorosamente».
- Aquí es necesario observar que la reforma de la Sagrada Liturgia llevada a cabo por el Papa San Pío V, de acuerdo con las indicaciones del Concilio de Trento, fue muy diferente de lo que ocurrió después del Concilio Vaticano II. El Papa San Pío V ordenó esencialmente la forma del Rito Romano tal y como había existido ya durante siglos. Asimismo, en los siglos posteriores a ese momento, el Romano Pontífice ha ido perfeccionando el Rito Romano, pero la forma del Rito siguió siendo la misma. Lo que ocurrió después del Concilio Vaticano II constituyó un cambio radical en la forma del Rito Romano, con la eliminación de muchas de las oraciones, gestos rituales significativos, por ejemplo, las numerosas genuflexiones, y el frecuente beso del altar, y otros elementos que expresan abundantemente la realidad trascendente -la unión del cielo con la tierra- que es la Sagrada Liturgia. El Papa Pablo VI ya lamentó la situación de forma especialmente dramática en la homilía que pronunció en la fiesta de los santos Pedro y Pablo en 1972. El Papa San Juan Pablo II se esforzó a lo largo de su pontificado y, en particular, durante sus últimos años, para hacer frente a los graves abusos litúrgicos. Ambos Romanos Pontífices, y también el Papa Benedicto XVI, se esforzaron por ajustar la reforma litúrgica a la enseñanza real del Concilio Vaticano II, ya que los proponentes y agentes de los abusos invocaban el «espíritu del Concilio Vaticano II» para justificarse.
- El artículo 6 del Motu Proprio transfiere a la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica la competencia de los institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica asociados al UA. La observancia del UA pertenece al corazón mismo del carisma de estos institutos y sociedades. Si bien la Congregación es competente para responder a las cuestiones relativas al derecho canónico de dichos institutos y sociedades, no es competente para alterar su carisma y constituciones, con el fin de acelerar la aparentemente deseada eliminación del UA en la Iglesia.
Hay muchas otras observaciones que hacer, pero éstas parecen ser las más importantes. Espero que puedan ser útiles a todos los fieles y, en particular, a los fieles que rinden culto según el UA, para responder al Motu Proprio «Traditionis Custodes» y a la Carta a los Obispos que lo acompaña. La severidad de estos documentos genera, naturalmente, una profunda angustia e incluso una sensación de confusión y abandono. Rezo para que los fieles no cedan al desánimo, sino que, con la ayuda de la gracia divina, perseveren en su amor a la Iglesia y a sus pastores, y en su amor a la Sagrada Liturgia.
A este respecto, exhorto a los fieles a rezar con fervor por el Papa Francisco, los obispos y los sacerdotes. Al mismo tiempo, de acuerdo con el can. 212, § 3, «según la ciencia, la competencia y el prestigio que poseen, tienen el derecho, e incluso a veces el deber, de manifestar a los sagrados pastores su opinión sobre los asuntos que pertenecen al bien de la Iglesia y de darla a conocer al resto de los fieles cristianos, sin perjuicio de la integridad de la fe y de las costumbres, con reverencia hacia sus pastores y atentos al provecho común y a la dignidad de las personas.» Por último, en agradecimiento a Nuestro Señor por la Sagrada Liturgia, el mayor don de Él mismo que nos ha dado en la Iglesia, les pido que sigan salvaguardando y cultivando el antiguo y siempre nuevo Uso Más Antiguo o Forma Extraordinaria del Rito Romano.
Cardenal Raymond Leo Burke
Roma, 22 de julio de 2021
Fiesta de Santa María Magdalena, penitente
miércoles, 21 de julio de 2021
REACCIÓN DE LA PEREGRINACIÓN PARÍS-CHARTRES
«Notre-Dame de Chrétienté expresa su gran tristeza por el motu proprio Traditionis Custodes del Papa Francisco que no muestra más que desprecio por los católicos llamados tradicionalistas. Rezaremos especialmente por el Papa emérito Benedicto XVI que, en vida, está viendo arrasada su obra de reconciliación.
La peregrinación tradicional de la cristiandad creada en 1983 había creído en las promesas de San Juan Pablo II y del cardenal Ratzinger en 1988: “Tenéis vuestro lugar en la Iglesia, tal como sois». Es manifiesto que la situación ha cambiado y la urgencia es ahora reavivar la guerra litúrgica. El argumento invocado deja atónito: ¡poner bajo control a los jóvenes sacerdotes diocesanos atraídos por la misa tradicional! ¡La intención del Papa es levantar un muro para impedir que la gente descubra la rica espiritualidad de la Misa Tridentina!
Más allá de la rabia que llegaremos a controlar, en esta dolorosa situación seguimos confiando. El clericalismo autoritario nunca funciona bien y el motu proprio será difícilmente aplicable en una Iglesia que se encuentra en una situación catastrófica y que tiene muchas otras dificultades: las que el Vaticano pretende no ver.
Notre-Dame de Chrétienté seguirá reuniendo a miles de peregrinos, poco importa que sea en tiempos de persecución… ya lo hemos vivido. Nos adaptaremos a las intemperies, al covid, al motu proprio, … como siempre, caminando y rezando por la Santa Iglesia, nuestras patrias y la esperanza de nuestra salvación.
Nuestra Señora de la Santa Esperanza, conviértenos.
Virgen Santísima, ayuda al Papa Francisco en su pontificado.
San José, protege a la Iglesia.
Jean de Tauriers
Presidente NDC»
¡VAYA CUADRO! ... LA CARA ES ESPEJO DEL ALMA...: EL PRIMER PAÍS EN PROHIBIR LA MISA ROMANA
Asombra las ganas de ganar puntos de los obispos bergoglianos ante el cacique mayor. Su máxima es tolerar, cuando no suscribir, a todo tipo de disidentes teológicos mientras hacen la guerra a los tradicionalistas. Ahora se han apresurado alocadamente en vetar la Misa de siempre -Misa que no puede ser prohibida- por orden del mando superior del Vaticano y en cambio dejan proliferar los abusos litúrgicos y herejías malversando la herencia católica de forma escandalosa y diezmando la población de católicos practicantes. Hacen el oficio del diablo y punto.
Los obispos de Costa Rica son conocidos por su incompetencia y mal desempeño al punto que en su país el catolicismo pasó del 99% antes del Vaticano II a ser una fe minoritaria en la actualidad. Sólo entre 2010 y ahora, la proporción de católicos cayó del 57% al 47%.
La Conferencia Episcopal de Costa Rica (en la foto) decretó en una carta conjunta que todas las misas romanas están "prohibidas" en las ocho diócesis del país, informa InfoVaticana.com (20 de julio).
La carta -que puede ser ignorada- está firmada por el obispo presidente de Ciudad Quesada, José Manuel Gerrita Herrera. En ella se afirma que "nunca ha existido un grupo" de fieles tradicionales en el país. Esta declaración hace que los obispos se parezcan al gobierno de guerra de Japón, que aprobó leyes antijudías aunque no había judíos en el país.
Sin embargo, la afirmación de los prelados tragicómicos es falsa. En Costa Rica hubo varias misas romanas diocesanas aunque los obispos nunca dejaron de perseguirlas.
En la Diócesis de Alajuela se erigió en 2018 un grupo llamado Summorum Pontificum. Sus estatutos fueron firmados por el canciller diocesano. El grupo fue permitido para perjudicar a Pío X. Ahora, este apostolado está entregado a ellos.
Fuente: María F /en.news
UNA GUERRA AL BORDE DEL ABISMO: TRADITIONIS CUSTODES