A la
Santísima Virgen María,
Madre
de Dios y Madre nuestra,
que
vivió perfectamente unida
al
Verbo Encarnado
en la
obra de nuestra Redención.
A la
Mujer que
<<todo
lo meditaba y guardaba
en su Inmaculado Corazón>>.
A
Ella que es Madre,
Maestra,
Refugio y Reina,
con
la confianza filial
de
que un día nos transportará
al
Cielo <<prendidos de su Rosario>>.
En
señal de gratitud y de amor eterno.
O
clemens, o pía, o dulcis Virgo María!
P. Manuel María de Jesús
MEDITACIONES DEL SANTO ROSARIO
*Por
la señal...
*Señor
mío Jesucristo...
V.-
Hazme, Virgen sagrada digno de alabarte
R.-
Dame fortaleza contra tus enemigos.
A
continuación se enuncian los misterios según el día que corresponda: los
misterios gozosos (lunes y jueves), los
misterios dolorosos (martes y viernes) y los misterios gloriosos (miércoles,
sábado y domingo).
En
cada uno de los misterios se reza un “padrenuestro”, diez “avemarías” y un
“gloria al Padre”.
Al
final de cada misterio, se dicen las siguientes jaculatorias:
¡Oh
Jesús mío, perdónanos, líbranos de fuego del infierno, lleva a todas las almas
al cielo, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia!
¡Oh
María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a vos!
MISTERIOS
GOZOSOS
(lunes
y jueves)
PRIMER
MISTERIO GOZOSO
La
Encarnación del Hijo de Dios
"Dijo
María: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra»”.
Lc 1, 38
La
Madre de Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote, vivió enteramente a disposición de la
voluntad de Dios. "Fiat", fue su respuesta generosa, decidida y
confiada.
Como
bautizado, al mirar a la Virgen María, encuentras en ella el modelo de la
"nueva criatura" que colabora con su obediencia en el plan salvador
de Dios. María acogió en su alma la voluntad divina y engendró en su seno a
Cristo, Palabra del Padre.
¿No
es la vocación cristiana una llamada a secundar la voluntad del Padre y a
engendrar a Cristo en ti?
"Si
oís hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones como en la querella el día de
la provocación en el desierto"
El
Verbo al entrar en este mundo dijo: "He aquí que vengo a hacer tu
voluntad” (Salmo 40).
El
sacrificio que agrada al Padre es la aceptación de su voluntad, la ofrenda de
la propia vida.
El
bautizado lleva dentro de sí la vida de Cristo y ha de ofrecer diariamente,
uniéndose a su sacrificio, un holocausto en el altar de su corazón. Sacrifica
su vanidad y ofrece, con alma sacerdotal, su corazón abierto a la voluntad de
Dios.
Uniéndote
a Cristo y a María busca ante todo la
glorificación de Dios y la salvación de los hombres.
Frutos
que puedes pedir:
- La castidad.
-
Aceptación gozosa de la voluntad de Dios.
- La
fidelidad a las inspiraciones del Espíritu Santo.
-
Corresponder a la Gracia que te es dada.
La Visitación de la Virgen María a su prima Santa Isabel
"En
aquellos días se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a
una ciudad de Judá".
Lc 1,
39
"Sursum
corda" - "levantemos el corazón"-.
Tengamos
el corazón puesto en el Señor. Los que llevan en sí la vida de Cristo no pueden
tener desparramado el corazón en las criaturas. Hay que vivir con el corazón
puesto en Dios para que todo nos lleve a Él, para instaurar todas las cosas en
Cristo.
Mediante
el Bautismo has sido "levantado" de la postración del pecado.
"Sursum
corda", levanta el corazón hacia el Señor y corre con prontitud por el
camino de la santidad.
Con
la vida de Cristo en ti, en compañía de nuestra Madre, la Virgen María, escala
la montaña de la santidad y sal al encuentro de los hombres para llevarles a
Cristo y proclamar las grandezas del Señor.
"El
espíritu católico es espíritu misionero".
Como
María presta atención a las necesidades y carencias de cuantos viven a tu
alrededor. Vive en actitud de servicio y de disponibilidad para que tu vida sea
transparencia de la misericordia y de la bondad de Cristo.
También
en ti desea el Señor hacer obras grandes y prender el fuego de la caridad en tu
corazón para que el mundo arda en llamas de amor divino.
Frutos
que puedes pedir:
- Celo apostólico por la salvación de las almas
-
Ponerse en camino de perfección
-
Presteza para las obras de misericordia
-
Tener visión sobrenatural
TERCER
MISTERIO GOZOSO
El Nacimiento del Hijo de Dios en el portal de Belén
"Cristo,
a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al
contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo".
Flp
2, 6
El
Sumo y Eterno Sacerdote comienza su misión revestido de humildad y pobreza.
"Dichosos
los pobres en el espíritu porque de ellos es el Reino de los Cielos".
El Santo Bautismo te ha introducido en el
sendero de la humildad, de la pobreza. Por nada quieras apartarte de él, al
contrario, adéntrate y considera a Dios como tu única riqueza.
Humildad
frente a soberbia, pobreza frente a avaricia. Repítete a ti mismo muchas veces,
“el Señor es el lote de mi heredad y mi copa. Me ha tocado un lote hermoso, me
encanta mi heredad”.
No se
puede acudir a Cristo sino es revestidos de la humildad. No son caminos de
"almas sacerdotales" el lujo, la comodidad, la sensualidad...
Cristo
Niño, Sumo y Eterno Sacerdote, te mira desde su pobre pesebre y te invita:
"Si no os hacéis como niños no entraréis en el Reino de los cielos".
La riqueza verdadera y los tesoros valiosos no están fuera de ti, Él los ha
derramado en tu propia alma, en tu corazón.
Pídele
a Jesús por intercesión de María que mantenga en ti el don de la inocencia y
que te ayude a recuperarla si la hubieses perdido.
Frutos
que puedes pedir:
- Amor a la santa pobreza
- La
humildad
- La
infancia espiritual
- El
espíritu de adoración
CUARTO
MISTERIO GOZOSO
La Presentación del Niño Jesús y la Purificación de Nuestra Señora
"Éste
está puesto para caída y elevación de muchos en Israel y para ser señal de
contradicción".
Lc 2,
34
En el
día del Bautismo fuiste presentado a Dios por la Madre Iglesia. Y Dios te tomó
para sí, te marcó con el sello de su
Espíritu, te consagró, de tal manera que ya no puedes vivir para ti mismo sino
para Cristo que por ti murió y resucitó.
Presentado
a Dios y consagrado por Él, en cuanto
bautizado en su nombre has de procurar en todo su gloria y trabajar por la
extensión de su Reino.
Contempla
a la "Toda Pura", a la
"Llena de Gracia" acercándose al Templo de Jerusalén para
cumplir con el rito de la purificación. Admira como San José y la Virgen Santísima se someten a la ley
judaica y acuden a presentar al Niño en el Templo.
Las
"almas sacerdotales" arden en deseos de ser constantemente
purificadas. Purificadas en el Sacramento de la Penitencia; purificadas en el
dolor y en los trabajos de cada día, en la donación y en la generosidad.
Pide
en toda ocasión: "Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por
dentro con espíritu firme" -Salmo 50-.
El
amor de Cristo te urge a trabajar con Él en la "elevación del mundo"
y a vivir con la conciencia de haber sido elevado por el Bautismo a la
categoría de hijo adoptivo de Dios. ¡Vive en la libertad de los hijos de Dios!
Frutos
que puedes pedir:
-El
trato filial con Dios
-Vivir
como miembros del Cuerpo Místico de Cristo
-
Contribuir con Cristo a la "elevación del mundo"
QUINTO
MISTERIO GOZOSO
El
Niño Jesús perdido y hallado en el
Templo
"Oigo
en mi corazón: 'Buscad mi rostro'. Tu rostro buscaré Señor, no me escondas tu
rostro"
Sal
26
Eres
cristiano y por lo tanto templo
consagrado como morada de Dios Altísimo.
"¿Acaso no sabéis que sois Templos del
Espíritu Santo?". Camina como miembro vivo de este pueblo sacerdotal que
es la Iglesia. Lleva una vida digna, conforme a la vocación a la que has sido
llamado: la vocación de hijo de Dios.
Imita
a María, Madre Sacerdotal, en su actitud de búsqueda esperanzada de Jesús y en
cada jornada haz tuyos los sentimientos de la Virgen Madre: "Tu rostro
buscaré, Señor, no me escondas tu rostro".
Nada
más indigno para un cristiano que no sentir la urgencia de permanecer al lado
de Cristo.
Busca
a Dios dentro de ti mismo, búscale en su Iglesia.
Acércate
a Él a los pies del sagrario y sal a su encuentro en los sacramentos, en el
pobre y en el enfermo, en todo hombre necesitado de su Salvación.
Ten
" espíritu sacerdotal ".
Frutos
que puedes pedir:
-
Ansias de Dios
-
Presencia de Dios
-
Espíritu de conversión
MISTERIOS DOLOROSOS
(martes
y viernes)
PRIMER MISTERIO DOLOROSO
La
oración de Jesús en el Huerto de los olivos
"Padre,
si quieres aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad sino la
tuya".
(Lc.
22,42)
"Inclina
mi corazón a tus preceptos y no al interés".
En la
oscuridad de la noche, en la tiniebla de la soledad se enciende la luz de la
oración y por medio de ella se atisba la luz de un nuevo día y se siente la
compañía del Padre.
Resonaron
en el Huerto y se hicieron nuevas las palabras de la Encarnación: "Aquí
estoy, Oh Dios, para hacer tu voluntad". Es Cristo, Sumo y Eterno
Sacerdote, consagrado a la gloria del Padre y a la Salvación del género humano.
¡Qué
fácil es sucumbir al "propio interés", a los falsos intereses y
olvidar lo único importante!: "Mi delicia es hacer, Oh Dios, tu
voluntad".
La
gracia divina te empuja a vivir con espíritu sacerdotal y sacrificial, a
pronunciar el Sí al Padre cuando
"es de noche", cuando se te brinda el cáliz. ¡ Bebe su cáliz !... Por
su gloria, por la salvación de los hombres, unido a Cristo Sacerdote con Santa
María Madre del pueblo sacerdotal...
Por
la oración se llega a la luz; en la oración generosa y confiada se fragua la
entrega de las almas.
Sea
tu oración: "Inclina mi corazón a tus preceptos y no al interés",
Señor mío y Dios mío.
Frutos:
- Contrición de los pecados
-
Vida interior
-
Vida de oración
-
Generosidad
SEGUNDO MISTERIO DOLOROSO
La
flagelación del Señor atado a la columna
"Yo
soy el hombre que ha visto la miseria bajo el látigo de su furor. El me ha
llevado y me ha hecho caminar en tinieblas y sin luz".
( 3ª
Lamentación)
Dios
Omnipotente hecho hombre se deja maniatar y es atado a la columna. Sobre sus
espaldas descargan con ira los latigazos.
El
"espíritu sacerdotal" es espíritu de humillación, de fortaleza y de
penitencia.
Has sido liberado de la esclavitud del Maligno para vivir en la libertad de los hijos de Dios.
Cristo,
Sumo y Eterno Sacerdote, se dejó atar a la columna y con su humillación puso de
manifiesto su plena libertad. Permanece tú ligado a esa columna que es la
Iglesia por Él fundada, columna de salvación, columna de elevación a la
categoría de hijos libres de Dios.
Escoge
con alegría el sendero angosto de penitencia y mortificación que te conduce por
el camino de la verdadera libertad.
Atado
libremente a tu deber y meta de santificación, unido a Cristo azotado, acepta
el flagelo de la contrariedad, de las penas, de tu pobreza personal, de la vida
de caridad con el prójimo.
Frutos:
-Mortificación de los sentidos
-
Espíritu de penitencia
- Fidelidad a la Iglesia
- Sufrir las humillaciones por amor de Dios.
Jesús
es coronado de espinas
"Los
soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le
vistieron un manto de púrpura"
(Jn.
19, 2)
"Servir
es reinar", y Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, no vino a ser servido
sino a servir.
Jesús sirvió a la voluntad del Padre y sirvió
a los hombres en la causa de la Salvación.
La corona de espinas, al contrario de lo que
pretendía la soldadesca, es el mejor símbolo de su gloria.
El espíritu de servicio es camino sembrado de
espinas y ese camino fue elegido por Cristo Sacerdote. El Bautismo es la puerta
que te introdujo en esa senda, en ese estilo nuevo de vida para no vivir
buscando el propio interés, sino sirviendo a los intereses de Dios y del
prójimo.
La
Reina de los Cielos y de la tierra vivió en actitud de humilde esclava; esa es
la senda de todo bautizado, esa es la "corona de gloria" que no se
marchita".
El
poder, la gloria, el egoísmo, la ganancia de este mundo pasan como un soplo.
En el
Reino de Dios para ser primero hay que hacerse el último y el servidor de
todos.
Frutos:
- Mortificación del espíritu
-
Espíritu de servicio y de entrega
-
Huir de los respetos humanos
- No
buscar la gloria del mundo
CUARTO MISTERIO DOLOROSO
El
Señor con la Cruz a cuestas camino del Calvario
"Y
con todo eran nuestras dolencias las que Él llevaba, y nuestros dolores los que
soportaba".
(Is.
53, 4)
La
vida del cristiano es un ascenso hasta el Gólgota de la plena donación y de la
entrega sin reservas.
En tu vida siempre habrá de estar presente la
cruz mostrándose de muchas formas.
La
cruz pesa, asusta, cansa... Pero ¡Cristo va contigo!, y la hace más ligera, más
llevadera. Él repara tus fuerzas.
En lo
más íntimo del alma podrás escuchar la invitación constante del Señor: "Si
alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y
sígame".
Aceptar
cargar con la cruz es vivir con "espíritu sacrificial". Tomar la cruz
e ir en pos de Cristo, es la mejor senda de purificación, de crecimiento
interior, de madurez en el auténtico Amor.
Cristo,
Sacerdote Eterno, es al mismo tiempo la Víctima del más puro Sacrificio y
quiere asociarte a su oblación transformándote en "Víctima viva"
para alabanza del Padre. Entra con Él y de la mano de nuestra Madre Sacerdotal
en ese inmenso océano del Amor Redentor.
Frutos:
- Aceptación
de la cruz de cada día
-
Espíritu de sacrificio
-
Ofrecimiento de obras y de la propia vida
- Ser cireneo del prójimo
La
crucifixión y la muerte el Señor
"Nadie
tiene amor más grande que Aquél que da la vida por sus amigos"
(Jn.
15, 13)
Jesucristo
elevado entre el cielo y la tierra es
Sacerdote, Víctima y Altar. Él ofrece el Sacrificio, se ofrece a Sí
mismo como Víctima , y sobre el ara de su Corazón entrega su propia vida como
holocausto de adoración al Padre y para remisión de los pecados de la
humanidad.
Su
muerte en la Cruz es la culminación de un camino comenzado en la Encarnación. A
lo largo de ese camino no ha hecho otra cosa que "entregar su vida" a
la causa de Dios, a la causa de la Salvación de los hombres. El Amor de Cristo
Sacerdote es un amor hasta el extremo, hasta llegar a dar la propia vida, hasta
dejar que su Cuerpo sea triturado para hacerse "Pan de Vida" y
derramar su Sangre para ser "Bebida de Salvación".
Tú
que has sido incorporado a la Muerte de Cristo,
¿ puedes poner límites a la propia entrega ?...
A su
lado, plantada como un fecundo árbol, está en pie la Mujer Fuerte con su alma
Sacerdotal traspasada por siete espadas
de dolor. Ella calla las palabras, pero habla con su alma palabras de
ofrecimiento, de victimación. Y como en un principio y siempre los corazones de
la Madre y del Hijo proclaman al unísono palabras que hacen temblar los cielos
y la tierra: ¡Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad!. Voluntad de Amor,
Voluntad de vida que destruye la muerte en su propio corazón.
Madre
Corredentora que en la hora de nuestra muerte podamos exclamar: ¡Todo está
cumplido!.
Frutos:
-
Morir al pecado y a uno mismo
-
Tener en nosotros los sentimientos de Cristo
-
Pureza de intención
- Fortaleza ante el sufrimiento
MISTERIOS GLORIOSOS
(miércoles,
sábado y domingo)
PRIMER MISTERIO GLORIOSO
La
Triunfante Resurrección del Señor
"Se
presentaron ante ellas dos hombres con vestidos resplandecientes... les
dijeron: ¿Porqué buscáis entre los muertos al que está vivo?"
(Lc.
24, 5-6)
Es
imposible tropezarse con Jesús y permanecer indiferentes. Las santas mujeres
dan un ejemplo conmovedor de inquietud y de fe. El trato frecuente con Cristo
nos impulsa a salir en su búsqueda. Un corazón que ha experimentado la bondad y
la cercanía de Jesús, no descansa hasta permanecer a su lado.
¿Porqué
buscáis entre los muertos al que está vivo?. El hombre se afana en buscar la
felicidad, el amor, todo aquello que pueda llenar su corazón... Pero a menudo
esa vida que desea y que necesita el corazón del hombre, éste desorientado por
el pecado, la busca por caminos de muerte y no de vida.
Cristo
viene a colmar tu corazón y a ofrecerte una Vida que nunca se acaba, pero para
alcanzar la Vida Eterna que Él te ofrece es necesario que antes mueras a
ti mismo, a todo aquello que aún
pareciéndote "Vida" no es sino "Muerte": egoísmo, olvido de
Dios, injusticias, concupiscencias...
No
busques entre los muertos al que está vivo. Jesucristo no es un personaje
perdido en el tiempo y del que sólo se conserva su recuerdo. El es el Gran
Viviente, Señor de vivos y muertos. Quién cree en Él, quién come su carne y
bebe su Sangre tiene vida eterna y resucitará en el último día para participar eternamente en
el Banquete de su Reino.
Cristo, Sacerdote Eterno, es el puente a
través del cual los redimidos con su Sangre atravesamos los umbrales del Reino
de la Paz dejando atrás el lugar de
tinieblas y sombras de muerte.
!Santa
María, Madre de Cristo Resucitado, engéndranos para nacer en el Reino de la
Vida!
Frutos:
- La fe
- Caminar como hijos de la luz
- Aborrecer el pecado como senda
de muerte
- Entregar la vida a Cristo
SEGUNDO MISTERIO GLORIOSO
La
Ascensión de Nuestro Señor a los cielos
"Galileos,
¿qué hacéis ahí mirando al cielo?. Este que os ha sido llevado, este mismo
Jesús, vendrá así tal como le habéis visto subir al cielo".
( Hch
1, 11 )
No
puedes permanecer triste porque tus ojos no puedan contemplar a tu lado la
Humanidad de Cristo.
El se
ha ido a prepararnos un lugar, pero no
nos ha dejado huérfanos; nos ha enviado
el Espíritu de la Verdad que es quien nos conduce y nos guía.
Jesús está en medio de nosotros de una forma
nueva. Tú debes descubrir a Cristo oculto en las distintas formas en que viene
a tu encuentro: escondido en la Eucaristía, desfigurado en los pobres, oculto
en los hermanos.
El
mismo Jesús que subió a los cielos, vendrá un día para instaurar los cielos
nuevos y la tierra nueva: y mientras aguardamos su venida no podemos permanecer
mirando al cielo...
Debes continuar su Obra, extender su Reino,
vivir conforme a sus Mandamientos que son senda que conduce a la Vida Eterna.
En esta tarea cuentas con su Gracia, con
su Presencia y con el auxilio inestimable de la Madre de Jesús y Madre nuestra.
Mientras
esperamos su venida gloriosa y trabajamos en su Viña oramos: ¡ Ven, Señor Jesús
!.
Frutos:
- La esperanza
-Descubrir
a Jesús en la Eucaristía y en los hermanos.
-Vivir la presencia maternal de la
Virgen
-Espíritu
de Alegría
La
venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles reunidos en torno a la Virgen
María
"Se
les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron
sobre cada uno de ellos. Quedaron todos llenos del Espíritu Santo”. ( Hch 2, 3-
4 )
A ejemplo
de la Iglesia naciente, debes permanecer guardando el Don de la Unidad en torno
a María Madre de la Iglesia.
El
Espíritu Santo, Señor y Dador de Vida, fortalecerá así tu alma y te
transformará en testigo de la Muerte y Resurrección de Cristo. Sólo su Luz
puede disipar las tinieblas que el pecado pone en tu corazón, aquella Luz que
ilumina tu vida y te capacita para
distinguir la verdad de la mentira.
La
fuerza del Espíritu nos impulsa a predicar, con obras y palabras, la Sabiduría
de la Cruz de Cristo.
Desde
el día de tu Bautismo eres templo donde habita el Espíritu Santo, de ahí tu
responsabilidad de trabajar por mantener
tu cuerpo y tu espíritu limpio de todo aquello que pueda separarte de
Dios. Y como templo dedicado a su Gloria, debes ofrecerte diariamente como
Hostia Santa y grata a los ojos de Dios.
Nuestra
Madre la Virgen, es la Esposa Fidelísima del Espíritu Santo. Ora
insistentemente para que Ella modele tu corazón de tal modo que puedas ser digna morada del Espíritu Santo.
Frutos:
-La Caridad
-Espíritu de Comunión
-Dones del Espíritu Santo
-Fidelidad a las promesas bautismales.
CUARTO MISTERIO GLORIOSO
La
Asunción de Nuestra Señora en cuerpo y alma a los cielos
"¿Quién
es está que va subiendo cual aurora naciente bella como la luna, brillante como el sol, terrible como un
ejército formado en orden de batalla?" (Cant. 6, 10)
Quiso
Dios que Aquella que había llevado en sí al Autor de la Vida no conociera la
corrupción del sepulcro.
A la Virgen María le fueron aplicados todos
los méritos y gracias de la Cruz de Cristo, y quién fue concebida y vivió sin
conocer el pecado no experimentó las consecuencias de este.
A
semejanza de Cristo, con su Asunción a los cielos, María no se desentiende de
este mundo, pues como Madre de la Iglesia y de los hombres continúa velando por
todos nosotros y ejerce su papel de Madre que nos conduce hasta Cristo, Camino,
Verdad y Vida.
La
humilde esclava del Señor que en esta tierra vivió en la sencillez, aparece
ahora revestida de Sol y esplendor hasta tal punto que asombra a los mismos
ángeles.
Pide
a nuestra Madre que te conduzca en esta tierra por sus mismos caminos, que no
busques aquí premio alguno y que aún
viviendo con los pies en el suelo tengas tu corazón puesto en el cielo. Con
Ella busca tu fuerza en el Señor y bajo su amparo lucha contra todo lo que te
separa del amor a Dios y a los hermanos.
Frutos:
-Obrar en todo por puro amor de Dios
-Crecer en confianza para con Dios.
-No pretender recompensas humanas
-La gracia de no morir sin
sacramentos.
La
Coronación de María Santísima como Reina y Señora de todo lo creado.
"...Me
alegro con mi Dios, porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en
un manto de triunfo "
(
Is. 61)
María
participa de una manera singular de la gloria de Dios porque también de una
forma única cooperó libremente en la Obra de la Redención.
La Mujer que nos dio al Emmanuel, Príncipe de
la Paz, es coronada por la Santísima Trinidad como Reina y Señora de todo lo
creado.
Su
realeza no la aparta de sus hijos pues todo el poder que recibe de Dios
revierte en favor de aquellos a quienes Cristo le encomendó al pie de la Cruz.
Esta Reina es
tu entrañable Madre que en todo momento te mira con ojos de
misericordia.
María
es el orgullo de nuestra raza, la honra de nuestro Pueblo. Con su corazón
limpio y su pureza inmaculada no sucumbió a la tentación del Maligno. Su
realeza se manifiesta envuelta en espíritu de servicio, pues Ella continúa
entregándose a la causa de Cristo en medio de los hombres. Hasta su trono
altísimo acudimos constantemente los hijos de la Iglesia llenos de confianza,
pues el testimonio de los siglos nos confirma los constantes desvelos y la interrumpida protección de
nuestra Reina y Madre.
En
Ella están puestos los ojos de todos los
redimidos; pues es la Estrella de la mañana, el auxilio de los cristianos, la
causa de nuestra alegría. Pide a María que reine en los corazones de todos los
cristianos para que de este modo venga a nosotros el Reino de su Hijo.
Frutos
:
-La santa perseverancia final
-Venida
del Reino de Cristo.
-Confianza
incondicional en nuestra Madre
-Espíritu de amor filial hacia
María
Señor,
ten piedad. Señor ten piedad
Cristo
ten piedad. Cristo ten piedad
Señor
ten piedad. Señor ten piedad
Cristo,
óyenos. Cristo, óyenos
Cristo
escúchanos. Cristo escúchanos
Dios
Padre celestial, Ten misericordia de nosotros
Dios
Hijo Redentor del mundo
Dios
Espíritu Santo
Trinidad
Santa un solo Dios
Santa
María, Ruega por nosotros
Santa
Madre de Dios
Santa
Virgen de las vírgenes
Madre
de Cristo
Madre
de la Iglesia
Madre
de la divina gracia
Madre
Purísima
Madre
Castísima
Madre
Intacta
Madre
Incorrupta
Madre
Inmaculada
Madre
Amable
Madre
Admirable
Madre
del Buen Consejo
Madre
del Creador
Madre
del Salvador
Virgen
Prudentísima
Virgen
Digna de veneración
Virgen digna de alabanza
Virgen
poderosa
Virgen
clemente
Virgen
fiel
Espejo
de justicia
Trono
de la sabiduría
Causa
de nuestra alegría
Vaso
espiritual
Vaso
honorable
Vaso
insigne de devoción
Rosa
mística
Torre
de David
Torre
de marfil
Casa
de oro
Arca
de la alianza
Puerta
del cielo
Estrella
de la mañana
Salud
de los enfermos
Refugio
de los pecadores
Consuelo
de los afligidos
Auxilio
de los cristianos
Reina
de los Ángeles
Reina
de los Patriarcas
Reina
de los Profetas
Reina
de los Apóstoles
Reina
de los Mártires
Reina
de las Vírgenes
Reina
de todos los Santos
Reina concebida sin pecado original
Reina
asumpta al cielo
Reina
del Santísimo Rosario
Reina
de las familias
Reina
de la paz
Reina
de nuestra Fraternidad
Cordero
de Dios que quitas el pecado del mundo
R - Perdónanos Señor
V - Cordero de Dios que quitas el pecado del
mundo
R - Escúchanos Señor
V - Cordero de Dios que quitas el pecado del
mundo
R - Ten misericordia de nosotros
V - Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios
R - Para que seamos dignos de alcanzar las
promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén
Oración
Concédenos,
Señor, a nosotros, tus siervos, gozar de perpetua salud de alma y cuerpo y por
la gloriosa intercesión de la Bienaventurada siempre Virgen María vernos libres
de las tristezas de esta vida y gozar de las alegrías eternas Por Jesucristo,
nuestro Señor. Amén
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