REGNUM MARIAE

REGNUM MARIAE
COR JESU ADVENIAT REGNUM TUUM, ADVENIAT PER MARIAM! "La Inmaculada debe conquistar el mundo entero y cada individuo, así podrá llevar todo de nuevo a Dios. Es por esto que es tan importante reconocerla por quien Ella es y someternos por completo a Ella y a su reinado, el cual es todo bondad. Tenemos que ganar el universo y cada individuo ahora y en el futuro, hasta el fin de los tiempos, para la Inmaculada y a través de Ella para el Sagrado Corazón de Jesús. Por eso nuestro ideal debe ser: influenciar todo nuestro alrededor para ganar almas para la Inmaculada, para que Ella reine en todos los corazones que viven y los que vivirán en el futuro. Para esta misión debemos consagrarnos a la Inmaculada sin límites ni reservas." (San Maximiliano María Kolbe)

miércoles, 12 de marzo de 2014

MIÉRCOLES DE LA PRIMERA SEMANA DE CUARESMA


"Acordaos, Señor, de vuestras bondades y de vuestras misericordias eternas, para que nunca nos dominen nuestros enemigos;
 libradnos, Señor, de todas nuestras angustias.
A Vos, Señor, levanté mi alma; ¡Dios mío!, en Vos confío,
 no sea confundido."
(Introito)
Bienaventurado el hombre que pone su confianza en el Señor, porque jamás será confundido.
El Señor es Padre amoroso, siempre atento  a nuestro clamor.
Así como Él nunca se olvida de nosotros, porque en Él somos, nos movemos y existimos, así también nosotros debemos caminar en su santa presencia.
El Señor lleva nuestro nombre grabado en la palma de su mano. Llevemos nosotros su Santo Nombre grabado en el centro de nuestro corazón, alabándolo y glorificándolo día y noche.
Dichoso es el hombre que medita en su corazón las bondades y las misericordias del Señor, porque en el amor y en la bondad del Señor encontrará el alivio y el consuelo en medio de sus angustias.
Si el Señor está con nosotros, ¿quién contra nosotros?
¿Quién podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, que por nosotros padeció, murió y resucitó?
Nada ni nadie podrán separarnos del amor de Dios. Él derrotará a todos nuestros enemigos por la potencia de su gracia derramada en nosotros.
¡Que nunca nos dominen ni nos derroten nuestros enemigos!
Esta es la fuerza que vence al mundo, nuestra fe.
Esta es la fuerza que vence al Maligno, la gracia de Cristo Jesús en nosotros.
Esta es la fuerza que vence nuestra carne, el vivir crucificados con Cristo.
Bienaventurado el hombre que derrota el odio con el amor de Cristo.
Bienaventurado quien derrota la mentira con la verdad.
Bienaventurado el que derrota la afrenta con el perdón.
Bienaventurado el que derrota la maldad de los corazones con la misericordia.
Bienaventurados todos los que ahogan el mal a fuerza de bien.
P. Manuel María de Jesús

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