REGNUM MARIAE

REGNUM MARIAE
COR JESU ADVENIAT REGNUM TUUM, ADVENIAT PER MARIAM! "La Inmaculada debe conquistar el mundo entero y cada individuo, así podrá llevar todo de nuevo a Dios. Es por esto que es tan importante reconocerla por quien Ella es y someternos por completo a Ella y a su reinado, el cual es todo bondad. Tenemos que ganar el universo y cada individuo ahora y en el futuro, hasta el fin de los tiempos, para la Inmaculada y a través de Ella para el Sagrado Corazón de Jesús. Por eso nuestro ideal debe ser: influenciar todo nuestro alrededor para ganar almas para la Inmaculada, para que Ella reine en todos los corazones que viven y los que vivirán en el futuro. Para esta misión debemos consagrarnos a la Inmaculada sin límites ni reservas." (San Maximiliano María Kolbe)

jueves, 20 de marzo de 2014

JUEVES DE LA SEGUNDA SEMANA DE CUARESMA


"Venid, Dios mío, en mi socorro
y apresuraos a ayudarme;
confundidos y avergonzados sean mis enemigos
que buscan mi vida.
Sean rechazados y avergonzados 
quienes me quieren mal"
(Introito)

Bienaventurado será el que socorre a su prójimo en la calamidad y en el infortunio, porque no le faltará el auxilio del Señor, ni le serán cerradas las puertas de su corazón misericordioso.
Bienaventurado será el que apresura sus pasos para estar al lado del que necesita su ayuda, porque el Señor mismo lo llevará sobre sus hombros para introducirlo en su reino por toda la eternidad.
Bienaventurado el que no atenta, ni destruye, ni trama contra la vida de su hermano, porque recibirá la bendición del Señor.
¡Ay de aquél al que el Señor haya de pedir cuenta de la sangre del prójimo con la que ha teñido sus manos!
¡Confundidos y avergonzados por toda la eternidad serán los hombres de corazón duro y perverso!
Felices y dichosos serán por toda la eternidad los que a su paso van sembrando vida, enjugando lágrimas, consolando penas y portando paz.
Bienaventurados y felices serán los que saben querer y amar.
Bienaventurados por siempre los de limpio y magnánimo corazón.
¡Ninguna maldad pasa oculta a los ojos del Señor!
¡Él rechaza y desprecia los corazones soberbios y arrogantes!
El Señor sana y limpia los corazones quebrantados y humillados.
P. Manuel María de Jesús

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