"El brillo y el resplandor en su presencia;
brillan la santidad y la magnificencia en su santuario.
Cantad al Señor un cantar nuevo;
cantad al Señor toda la tierra"
(Introito)
La gloria del Señor ilumina la tierra entera. Él ha dejado la huella de su amor en todo cuanto existe.
Brilla la gloria del Señor en el hombre creado a su imagen y semejanza.
Resplandece la luz de su gracia y de su misericordia en el hombre redimido por su sangre.
¡Que el hombre no profane el santuario de Dios que es la creación, obra de sus manos!
¡Que brille la santidad en nosotros, templos consagrados por la unción del Espíritu Santo que mora en nuestras almas!
¡Que la magnificencia de su amor, de su sabiduría y de su misericordia resplandezcan en su santuario, que es la Iglesia edificada sobre el cimiento de sus Apóstoles y levantada con las piedras vivas que son sus fieles redimidos!
Así como la creación entera prorrumpe diariamente en cantos de alabanza a su Creador; sumémonos nosotros a los cantos de alabanza de los coros angélicos y de las criaturas.
El Señor aguarda pacientemente que llegue a su presencia nuestro canto nuevo.
Cantemos con nuestras obras el canto nuevo inaugurado por Cristo, el Unigénito y Predilecto del Padre.
Que brote desde las profundidades de cada corazón el canto nuevo de la reconciliación, del perdón y de la paz.
Que cada acto de nuestra vida se sume a la melodía de la caridad y de la misericordia, de la piedad y del santo temor de Dios, que es el principio de la Sabiduría.
Sea nuestra vida un canto nuevo que enjugue las lágrimas del que llora, que lleve consuelo al triste y justicia al oprimido; ánimo al abatido y confianza al desesperanzado.
Abramos nuestro corazón a la gracia en el tiempo de la misericordia para que la santidad y la magnificencia de nuestro Dios brillen y resplandezcan a través de nosotros, pues Él nos envía para ser sal de la tierra y luz del mundo.
P. Manuel María de Jesús
No hay comentarios:
Publicar un comentario