REGNUM MARIAE

REGNUM MARIAE
COR JESU ADVENIAT REGNUM TUUM, ADVENIAT PER MARIAM! "La Inmaculada debe conquistar el mundo entero y cada individuo, así podrá llevar todo de nuevo a Dios. Es por esto que es tan importante reconocerla por quien Ella es y someternos por completo a Ella y a su reinado, el cual es todo bondad. Tenemos que ganar el universo y cada individuo ahora y en el futuro, hasta el fin de los tiempos, para la Inmaculada y a través de Ella para el Sagrado Corazón de Jesús. Por eso nuestro ideal debe ser: influenciar todo nuestro alrededor para ganar almas para la Inmaculada, para que Ella reine en todos los corazones que viven y los que vivirán en el futuro. Para esta misión debemos consagrarnos a la Inmaculada sin límites ni reservas." (San Maximiliano María Kolbe)

martes, 11 de marzo de 2014

MARTES DE LA PRIMERA SEMANA DE CUARESMA


" Señor, os habéis hecho nuestro refugio
de generación en generación.
Existís desde toda la eternidad.
Antes que los montes fuesen hechos, 
o se formase la tierra y el orbe,
desde el principio de los siglos hasta el fin,
Vos existís, Señor"
(Introito)

El Señor existe desde toda la eternidad y existirá por los siglos sin fin.
Así, desde toda la eternidad existe el amor y existirá eternamente, porque Dios es Amor.
El Amor es el origen de todo cuanto existe y vive.
El Amor es la fuente de la vida, de las criaturas y de los hombres.
Todo cuanto existe lo sostiene el Amor y se mantiene en el Amor.
Nuestro ser está conectado al Amor y de Él recibe su capacidad para existir. Son los latidos del Amor los que provocan los latidos de nuestro corazón.
Fuera del Amor no hay luz, no hay vida, no hay verdad.
Fuera del Amor todo es oscuridad, muerte y mentira.
El corazón del Amor sostiene el orbe entero.
¡Tú, Dios-Amor nos abres el refugio de tu Corazón!
¡Tú, Dios-Amor nos rodeas hasta el fin de infinita ternura y bondad!
Tu amor llega cada día hasta la playa de nuestro corazón, bañando y empapando nuestro ser, arrastrándonos hasta el océano de tu misericordia, así como el mar baña y arrastra hacia sí los blancos arenales.
Como el mar se besa cada día con las arenas de la playa, así Tú nos besas infundiéndonos el aliento de tu Espíritu.
De generación en generación no cesas de amar a tus criaturas.
De generación en generación son patentes tu fidelidad y la fuerza de tu amor.
Transfórmanos, Señor, con la fuerza y la dulzura de tu amor.
Anega nuestro ser entero con las olas de tu amor y arrástranos hacia las profundidades de tu Corazón para que en él podamos vivir eternamente.
P. Manuel María de Jesús

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