REGNUM MARIAE

REGNUM MARIAE
COR JESU ADVENIAT REGNUM TUUM, ADVENIAT PER MARIAM! "La Inmaculada debe conquistar el mundo entero y cada individuo, así podrá llevar todo de nuevo a Dios. Es por esto que es tan importante reconocerla por quien Ella es y someternos por completo a Ella y a su reinado, el cual es todo bondad. Tenemos que ganar el universo y cada individuo ahora y en el futuro, hasta el fin de los tiempos, para la Inmaculada y a través de Ella para el Sagrado Corazón de Jesús. Por eso nuestro ideal debe ser: influenciar todo nuestro alrededor para ganar almas para la Inmaculada, para que Ella reine en todos los corazones que viven y los que vivirán en el futuro. Para esta misión debemos consagrarnos a la Inmaculada sin límites ni reservas." (San Maximiliano María Kolbe)

viernes, 17 de marzo de 2017

VIVIR LOS ESPONSALES CON CRISTO

Tú, Señor, por tu gran amor para conmigo me has llamado a ser tu esposa.
Gracias, Señor, por el gran don de mi vocación, por el gran regalo de tu amor.
Ser uno con Cristo, ser toda para Él, entrar hasta el fondo del alma y llenarme tan sólo de Él.
Yo sólo quiero, Señor, habitar en tu morada todos los días de mi vida, con toda el alma.
¿A dónde iré lejos de Ti? ¿A dónde escaparé de tu mirada? Esa mirada dulce con la que un día me crucé en mi camino. Esa mirada que tan sólo era para mí y me dijo: “Ven y sígueme”. Y yo, dejándolo todo, te seguí a donde quiera que Tú vayas.
Yo quiero ser, Señor, del grupo de los previsores, pero me doy cuenta de que la mayoría de las veces me veo envuelta entre los descuidados. ¡Perdón, Señor, por mi poca previsión!
La lámpara es Cristo que ilumina mi vida día y noche.
“Lámpara es tu palabra para mis pasos, Señor, luz en mi sendero”.
La lámpara son los Sagrados Corazones de Jesús y de María que me ayudan en mi vida, que alientan mi fe con el calor de ese aceite que arde sin consumirse en sus Corazones por mí.
El Señor ha escondido en mi vida la lámpara de mi vocación, de mi consagración total a Él.
Es la lámpara de su amor por mí.
Ha hecho que en mi interior arda siempre el fuego de su divino amor. Y hoy en día sigue encendiendo en mí su amor para con los demás.
El aceite que necesito para que mi lámpara arda día y noche sin consumirse la encuentro en los sacramentos: en la Penitencia y en la Eucaristía. Ellos me ayudan a sentirme abrasada en el fuego del amor divino que es Jesucristo.
El Señor viene todos los días a mi vida y me invita a entrar con Él en su morada, a pasear por esa cárcel de amor que es el Sagrario, y a que mi corazón  permanezca día y noche ardiendo como la lamparilla de su Sagrario, sin apagarse nunca, pero consumiéndose lentamente por su amor.
Que el Señor me encuentre siempre en vela y con la lámpara de mi virginidad encendida sólo para Él.
El Señor me sondea y me conoce. Él sabe los secretos de mi corazón.
(Notas de conciencia de la Madre María Elvira)
Los pensamientos que la Madre María Elvira transcribe en las notas anteriores dejan traslucir a las claras la profundidad de su vida espiritual y la intensidad de su relación con Cristo.
Nos encontramos ante una mujer de vocación firme, que va a lo esencial, que no se pierde en tópicos ni divaga repitiendo eslóganes vocacionales vacíos de contenido.
La esencia de su vocación es ser esposa de Cristo y su lucha diaria consistirá en procurar con todas sus fuerzas estar a la altura de ese amor esponsal.
No apoya su vocación en querer hacer algo por los demás, en consagrarse para remediar las miserias del mundo. Vive la vocación como una llamada de Cristo a seguirle a donde quiera que Él vaya. Vive su vocación como una elección de Cristo para vivir como esposa suya consagrada a su amor y como consecuencia a todo lo que Él ama. Es Cristo Esposo el que prende en ella el fuego del amor hacia los demás. Es un amor de Caridad, que Cristo infunde en ella y ella lo transmite a los demás. Nada que ver con una mera filantropía maternalista.
No se consagra a Cristo porque con sus propias luces haya visto injusticias, penurias, miserias. Para luchar contra todo eso no hace falta consagrarse a Cristo.
Su vocación se edifica sobre la roca de la elección y del amor de Jesucristo que la elige y la llama para que corresponda a su amor. Y será Él quien la ilumine y le dé la luz apropiada para llegar a donde Cristo la envíe. Será Él quien tenga siempre la iniciativa para hacerla transmisora de su amor hacia quienes Él la dirija. No es una elección de Ella. Ella ha hecho una única elección: seguir a Cristo, elegir a Cristo, aceptar su amor esponsal y entregarle su vida entera.
María Elvira no confunde su consagración con un trabajo profesional. No reduce su misión apostólica de esposa de Cristo, en el seno de la Iglesia y del mundo, a una labor social o caritativa. Es bien consciente de que la vocación pertenece a un orden superior de cosas. Y eso mismo, lejos de alejarla de las preocupaciones de los hombres, la empuja a hacerse presente en la entraña misma de la vida de las personas, pero no al modo de una asistente social o de una activista por los derechos humanos, sino como esposa de Cristo Salvador y Redentor de los hombres.
Su espiritualidad es todo lo contrario de un espiritualismo vago e inconsistente. La fuente en la que bebe es la única y la misma que abrió Cristo, y en la que bebieron los santos: la fuente sacramental que la Iglesia administra y dispensa. Particularmente la Penitencia y la Eucaristía. Y es en estos dos sacramentos donde está la prueba del algodón para certificar la genuina espiritualidad católica.
Manuel María de Jesús F.F.

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