REGNUM MARIAE

REGNUM MARIAE
COR JESU ADVENIAT REGNUM TUUM, ADVENIAT PER MARIAM! "La Inmaculada debe conquistar el mundo entero y cada individuo, así podrá llevar todo de nuevo a Dios. Es por esto que es tan importante reconocerla por quien Ella es y someternos por completo a Ella y a su reinado, el cual es todo bondad. Tenemos que ganar el universo y cada individuo ahora y en el futuro, hasta el fin de los tiempos, para la Inmaculada y a través de Ella para el Sagrado Corazón de Jesús. Por eso nuestro ideal debe ser: influenciar todo nuestro alrededor para ganar almas para la Inmaculada, para que Ella reine en todos los corazones que viven y los que vivirán en el futuro. Para esta misión debemos consagrarnos a la Inmaculada sin límites ni reservas." (San Maximiliano María Kolbe)

sábado, 19 de junio de 2021

EL CATÓLICO SINCRETISTA, EL MAYOR ENEMIGO DEL CRISTIANISMO

 

A partir del Concilio Vaticano II los católicos han sufrido un lento y capilar lavado de cerebro sin precedentes. Muchos se sienten ateos y otros agnósticos. Pero la mayoría está afectada por el sincretismo religioso, consciente o inconscientemente. Recordemos que el sincretismo es la columna vertebral de la masonería, que los Papas han condenado 586 veces.

En el club del pensamiento maso-sincretista podemos encontrar sacerdotes que repiten obsesivamente el mea culpa iniciado, espero que ingenuamente, por Juan Pablo II. Delante del altar pasamos a ver desfiles de moda, banquetes para los “hermanos” musulmanes, sacerdotes que bailan, bailarines hindúes, etc. Los católico-sincretistas presentes aplauden, en lugar de salir de la iglesia y regañar al tipo vestido de sacerdote. Los que hacen alarde de equilibrio de criterio pueden preguntarse: ¿qué hay de malo en ello? No sabemos cuántos de ellos son ignorantes, ingenuos, y tal vez engloben las dos cosas, pero representan ciertamente la comunidad más plagiada y estupidizada del planeta.

El católico-sincretista abraza y absuelve a todos, excepto al católico racional. Sucumbiendo a la corriente principal, es un racista que acusa de racismo a los no alineados. Es un odiador serial que cuando surge la oportunidad arroja las dos palabras que le han enseñado: hate speech, discurso de odio. Es genial y le hace sentirse inteligente.

Sin embargo, no nos sorprende. Sabemos que las escuelas e institutos católicos difunden montañas de relativismo, acompañado de leyendas negras que han creado metástasis de culpa en las conciencias. ¿Cómo puede, entonces, un niño o un adulto pensar como un católico, cuando también la Iglesia bergogliana señala con el dedo a quienes se atreven a decir que Jesús es el único Salvador?

Muchos católicos han perdido su identidad, se han convertido en hojas de papel en blanco que esperan que algún anticatólico le escriba lo que deben pensar y defender. La deconstrucción mental recuerda a la impuesta a los pueblos comunista y nazi. Sabemos lo que les pasó, y esto no augura nada bueno.

El católico sincretista no ve las diferencias entre las culturas, y si le dices que el Occidente cristiano ha tenido el mayor desarrollo en todas las artes y ciencias de la historia, te mira con el ceño fruncido. Contra el católico sincretista no hay racionalidad, evidencias tangibles a simple vista, pruebas documentadas, porque su vida está atada a un buenismo delirante y a un prejuicio anticatólico del que ahora ni siquiera es consciente. En 2004 el cardenal Ratzinger configuró esta tipología humana en una lectio magistralis en el Senado de la República Italiana, en la que afirmó que Occidente se odia a sí mismo:  https://www.youtube.com/watch?v=eTlekAm4tFo&t=16s

El peor enemigo del cristianismo, y por tanto de Occidente, no son las ideologías, la masonería y el Islam, sino el católico-sincretista: el que vota a los abortistas que le prometen un buen sueldo, el que se complace con los que desprecian el catolicismo y se conmueve con los que reducen a Cristo a uno entre muchos. Una tipología humana que recuerda a Fantozzi, quien frente a su verdugo exclama: ¡qué bueno eres! La diferencia entre Fantozzi y el católico-sincretista es que el primero demuestra su cobardía, el segundo, su falta de previsión.

Básicamente, el católico-sincretista carece de discernimiento. Para él, un cualquiera que se destaca con éxito en su profesión es automáticamente un sabio todoterreno. Puede disertar sobre política y religión, filosofía y mística, es suficiente una buena retórica y un mínimo de cultura para que el católico cualquiera y sincretista quede encantado como los ratones de Hamelín.

El sincretismo, escribe el diccionario Zanichelli, es la unión y fusión de elementos religiosos e ideológicos irreconciliables. Es -recurro a un ejemplo provocador- como si alguien pusiera en la misma taza leche y ketchup, y luego afirmara que sólo quien está condicionado por las pastas no aprecia su delicadeza. Si lo digo, me arriesgo a la flagelación. Si, por el contrario, lo dice alguien que navega en las alas del éxito, millones de idiotas intentarán probar la receta sugerida por el genial desconocido, hasta el punto de considerar las pastas como pan para los granjeros (pensemos en las mortíferas hamburguesas que los jóvenes prefieren a la sana comida italiana).

T. S. Eliot los tildó de individuos de moral higiénica. Es decir, esos católicos que, para un buen vivir, o por una fascinación particular del personaje no católico o sincretista, se arrodillan ante éste, aunque les envenene el alma. El portador de una moral higiénica es libre de tomar aquí y allá del supermercado de las religiones, pero por favor, deje de profesarse católico.

La verdad no es subjetiva. Nos guste o no, dos más dos son cuatro. Y dado que, entre otras pruebas, el universo es inteligible, dudamos de que no exista una Mente creadora, cosa que las religiones orientales niegan. No es casualidad que estas religiones y filosofías orientales atrajeran tanto a los nazis, que utilizaron como su marca ideológica la esvástica -símbolo de la divinidad y de la espiritualidad en las religiones indias, como el hinduismo, el budismo y el jainismo.

El apóstol más amado por Jesucristo da una idea clara de su desprecio por los católicos sincretistas, católicos comunistas y católico informes: “Ya que eres tibio, y no eres frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”.

Agostino Nobile

 https://www.marcotosatti.com/2021/06/14/nobile-e-il-cattosincretismo-la-vera-piaga-letale-della-chiesa-di-oggi/

viernes, 18 de junio de 2021

PABLO VI: SOBRE EL "DEPOSITUM FIDEI"

 

PABLO VI

AUDIENCIA GENERAL

Miércoles, 19 de enero de 1972

Tratad de poner vuestra mente, vuestro espíritu, de hecho vuestra conciencia de vivir, delante del cúmulo de las cuestiones principales, aquellas que se refieren al origen del universo, el sentido de la vida, el ansia de conocer el destino de la humanidad, el fenómeno religioso que pretende responder a estos problemas, absorbiendo y superando lo que la ciencia y la filosofía nos pueden decir al respecto; y tratad de colocar el hecho cristiano en medio y por encima de tales interrogantes, que reconocidos en sus exigencias ilimitadas llamamos tinieblas, pero que en el encuentro con el hecho cristiano mismo se iluminan, y dejan entrever su misteriosa profundidad y a la vez cierta nueva maravillosa belleza, y sentiréis resonar dentro de vosotros, como si fuesen pronunciadas en este mismo instante, las conocidas palabras del Evangelio de Juan: «La luz brilla en las tinieblas» (Juan 1,5); el panorama del cosmos se ha iluminado como si en la noche hubiese salido el sol, las cosas muestran su orden encantador y todavía explorable; y el hombre casi riendo y temblando de alegría llega a conocerse a sí mismo, y se descubre como el viandante privilegiado que camina, mínimo y supremo, en la escena del mundo, con la simultánea conciencia de tener derecho y capacidad de dominarlo, y de tener a la vez el deber y la posibilidad de trascenderlo en la fascinación de una nueva relación que lo supera: el diálogo con Dios; un diálogo que comienza así: «Padre nuestro, que estás en el cielo…».

No es un sueño, no es una fantasía, no es una alucinación. Es simplemente el efecto primero y normal del Evangelio, de su luz sobre la pantalla de un alma, que se ha abierto a sus rayos. ¿Cómo se llama esta proyección de luz? Se llama la Revelación. ¿Y cómo se llama esta apertura del alma? Se llama la fe.

Cosas estupendas, que recogemos en aquel libro sublime de teología y de mística que se llama el catecismo, es decir el libro religioso de las verdades fundamentales. Pero esta introducción quiere hoy referirse a cuanto escuchamos sobre una cuestión sucesiva, que Nos consideramos de máxima importancia con respecto a la condición ideológica en que hoy se encuentra el hombre pensante religiosamente; a saber: el contacto con Dios, resultante del Evangelio, ¿es un momento inscrito en una natural evolución del espíritu humano, la cual todavía continúa mutando y superándose, o bien es un momento único y definitivo, del cual debemos nutrirnos sin fin, pero siempre reconociendo inalterable el contenido esencial? La respuesta es clara: ese momento es único y definitivo. O sea, la Revelación está inserta en el tiempo, en la historia, en una fecha precisa, en un acontecimiento determinado, que con la muerte de los Apóstoles se debe considerar concluido y para nosotros completo (Cfr. Denzinger-Schönmetzer, 3421). La Revelación es un hecho, un acontecimiento, y al mismo tiempo un misterio, que no nace del espíritu humano, sino que viene de una iniciativa divina, que ha tenido muchas manifestaciones progresivas, distribuidas en una larga historia, el Antiguo Testamento; y ha culminado en Jesucristo (Cfr. Hebreos 1,1; 1 Juan 1,2-3; Concilio Vaticano II, Constitución Dogmática Dei Verbum, 1). La Palabra de Dios es así finalmente para nosotros el Verbo Encarnado, el Cristo histórico y luego viviente en la comunidad unida a Él mediante la fe y el Espíritu Santo, en la Iglesia, es decir su Cuerpo místico.

Así es, hijos queridísimos; y afirmando esto, nuestra doctrina se separa de los errores que han circulado y todavía afloran en la cultura de nuestro tiempo, y que podrían arruinar totalmente nuestra concepción cristiana de la vida y de la historia. El modernismo representó la expresión característica de estos errores, y bajo otros nombres es todavía de actualidad (Cfr. Decreto Lamentabili de San Pío X, 1907, y su Encíclica Pascendi; Denzinger-Schönmetzer, 3401 ss). Podemos entonces comprender por qué la Iglesia católica, ayer y hoy, da tanta importancia a la rigurosa conservación de la Revelación auténtica, y la considera como un tesoro inviolable, y tiene una conciencia tan severa de su deber fundamental de defender y de transmitir en términos inequívocos la doctrina de la fe; la ortodoxia es su primera preocupación; el magisterio pastoral su función primaria y providencial; la enseñanza apostólica fija de hecho los cánones de su predicación; y la consigna del Apóstol Pablo, Depositum custodi [Custodia el depósito] (1 Timoteo 6,20; 2 Timoteo 1,14), constituye para ella un compromiso tal, que sería una traición violar. La Iglesia maestra no inventa su doctrina; ella es testigo, es custodia, es intérprete, es medio; y, para cuanto se refiere a las verdades propias del mensaje cristiano, ella se puede decir conservadora, intransigente; y a quien le solicita que vuelva su fe más fácil, más relativa a los gustos de la cambiante mentalidad de los tiempos, responde con los Apóstoles: Non possumus, no podemos (Hechos de los Apóstoles 4,20).

Esta demasiado sumaria lección no ha terminado aquí, porque faltaría mencionar cómo esta revelación originaria se transmite a través de la palabra, el estudio, la interpretación, la aplicación; es decir cómo ella genera una tradición, que el magisterio de la Iglesia acoge y controla, a veces con autoridad decisiva e infalible. Falta también recordar cómo el conocimiento de la fe y la enseñanza que la expone, o sea la teología, pueden expresarse en medidas, en lenguajes y en formas diversas; es decir cómo es legítimo un «pluralismo» teológico, cuando se mantiene en el ámbito de la fe y del magisterio confiado por Cristo a los Apóstoles y a quienes los suceden.

Y faltará todavía explicar cómo la Palabra de Dios, custodiada en su autenticidad, no es, por eso mismo, árida y estéril, sino fecunda y viva, y destinada no sólo a ser escuchada pasivamente, sino vivida, siempre renovada y también originalmente encarnada en las almas individuales, en las comunidades individuales, en las Iglesias individuales, según las dotes humanas y según los carismas del Espíritu Santo, de los que dispone cualquiera que se hace discípulo fiel de la Palabra viva y penetrante de Dios (Cfr. Hebreos 4,12).

Quizás volvamos a hablar de ello, si Dios quiere. Pero mientras tanto basten estos fragmentos de la doctrina católica para dejarnos pensativos, fervorosos y felices. Con nuestra Bendición Apostólica.

jueves, 17 de junio de 2021

RES NOVAE: ENTREVISTA A MONSEÑOR VIGANÓ SOBRE LA LITURGIA DEL VATICANO II

 

Entrevista concedida por Mons. Carlo Maria Vigano al sitio web “Res Novae”, por Don Claude Barthe

Entrevista a Mons. Viganò sobre la liturgia del Vaticano II

por don Claude Barthe

Mons.Carlo Maria Viganò, que fue nuncio apostólico en los Estados Unidos, se hizo conocido por su enérgica crítica al pontificado bergogliano y luego por el desarrollo de una no menos fuerte reflexión crítica sobre el Concilio Vaticano II. Respondió de buen grado a nuestras preguntas sobre el tema de la nueva liturgia, de una manera bastante "inquietante" (incluso para nosotros, ya que está atacando aquí un proceso de "reforma de la reforma", que defendemos). Estamos muy contentos de ofrecer a nuestros lectores este discurso para alimentar el debate y la reflexión.

Don Claude Barthe - Vuestra Excelencia tuvo la oportunidad de hablar de "acciones revolucionarias" con respecto a la realización de la nueva liturgia, después del Concilio Vaticano II. ¿Podría aclarar su pensamiento?

Mons. Carlo Maria Viganò - En primer lugar, debe quedar claro que el Concilio Vaticano II fue concebido como un acontecimiento revolucionario en sí mismo. Evidentemente, no me refiero a las buenas intenciones de quienes colaboraron en la redacción de los esquemas preparatorios; hablo de los Novadores que rechazaron esos esquemas junto con la condena al comunismo que debería haber pronunciado el Concilio, como esperaba una gran parte del episcopado mundial. Ahora bien, si el Vaticano II fue un acto revolucionario tanto por las modalidades en las que se llevó a cabo como por los documentos que promulgó, es lógico y legítimo pensar que su liturgia también se ve afectada por este marco ideológico, sobre todo teniendo en cuenta que constituye el principal medio de catequización de los fieles y del clero. No es casual que Lutero y los otros herejes  Protestantes y Anglicanos hubieran metido mano a la liturgia como método principal para difundir sus errores entre los fieles.

Habiendo hecho esta premisa, encontramos confirmación de nuestra legítima sospecha también al considerar quiénes fueron los artífices de esa liturgia: prelados a menudo sospechosos de pertenecer a la masonería, notoriamente progresistas, y que ya con el Movimiento Litúrgico de los años veinte y treinta habían comenzado a insinuar ideas más que cuestionables y para difundir prácticas que se vieron afectadas por la arqueología, posteriormente condenadas por Pío XII en la encíclica Mediator Dei. El altar versus populo no fue un invento del Vaticano II, sino de los liturgistas que lo hicieron prácticamente obligatorio en el Concilio, después de haberlo introducido décadas antes como una excepción con el pretexto de un presunto retorno a la antigüedad. Lo mismo puede decirse de la llamada "casulla gótica" en las formas que precedieron al Concilio, especialmente en Francia, que se ha convertido en esa especie de poncho que después del Concilio se hizo pasar por una recuperación de la forma original es una falsedad tanto histórica como litúrgica. Con estos ejemplos quiero resaltar que mucho antes del Concilio Vaticano II había fuerzas revolucionarias infiltradas en la Iglesia, dispuestas a hacer definitivas aquellas innovaciones introducidas ad experimentum y que en todo caso se habían convertido en una práctica común, especialmente en países históricamente menos inclinados a adaptarse a la romanitas .

Una vez que entendemos que la liturgia es la expresión de un enfoque doctrinal específico - que con el Novus Ordo también se ha vuelto ideológico - y que los liturgistas que la concibieron estaban imbuidos de este enfoque, debemos analizar el corpus liturgicum conciliar para encontrar la confirmación de su naturaleza revolucionaria. Más allá de los textos y rúbricas ceremoniales, lo que hace que el rito reformado sea inequívocamente revolucionario es que ha sido maleable según el celebrante y la comunidad, sobre la base de una adaptabilidad completamente desconocida a la mens litúrgica romana. La arbitrariedad de las innovaciones es una parte integral de la liturgia reformada, cuyos libros litúrgicos, comenzando con el -Missale Romanum de Pablo VI- están pensados como un borrador, una trama a merced de actores más o menos talentosos en busca del aplauso del público. El aplauso de los fieles, introducido aunque ilegalmente con el Novus Ordo , es la expresión de un consenso que es parte esencial del rito que se convirtió en espectáculo. Por otro lado, en las sociedades antiguas el teatro siempre ha tenido una connotación litúrgica, y es significativo que la iglesia conciliar quisiera revivir esta visión pagana invirtiéndola, es decir, dándole una connotación teatral al rito litúrgico.

Cualquiera que piense que la Editio typica en latín corresponde al rito que debería haberse celebrado después del Concilio es culpable de ingenuidad e ignorancia: nada en ese libro litúrgico se pensaba realmente destinado al uso diario de los sacerdotes, comenzando por gráficos lamentables, claramente descuidados precisamente por la conciencia de que prácticamente nadie celebraría el Novus Ordo en latín. Las mismas ceremonias papales en las que se utilizó el Missale Romanum de Pablo VI se apartaron de las rúbricas al introducir lecturas en la lengua vernácula, ceremonias imprevistas, funciones reservadas a los clérigos realizadas por laicos y también por mujeres. Esto, en mi opinión, confirma el alma revolucionaria del Concilio y el rito que inspira.

Don Claude Barthe - La reforma litúrgica, que comenzó en 1964 y desembocó en un nuevo Misal en 1969, puede parecer más radical de lo que fue su programa, la Constitución Sacrosanctum Concilium . ¿Cree que el Consilium del obispo Bugnini traicionó al Vaticano II, como dicen algunos, o que sólo lo desarrolló, como dicen otros?

Mons. Carlo Maria Viganò - Mons. Annibale Bugnini fue uno de los colaboradores en la redacción de la Ordo Hebdomadae Sanctae instauratus , promulgada durante el pontificado de Pío XII. Las graves deformaciones del nuevo Misal se recogen en pocas palabras en el rito de la Semana Santa, demostrando que el plan de demolición ya había comenzado. Por tanto, no hay traición al Concilio, tanto que ninguno de sus arquitectos ha considerado jamás la reforma litúrgica incompatible con los mens de Sacrosanctum Concilium . Un estudio detenido de la génesis de la Ordo Hebdomadae Sanctae instauratus nos permite entender que las solicitudes de los Novadores fueron aceptadas sólo en parte, pero se volvieron a proponer con el Novus Ordo montiniano.

Sin embargo, debe reiterarse claramente que, a diferencia de todos los Concilios Ecuménicos, este Concilio utilizó deliberadamente su autoridad para legitimar una traición sistemática a la Fe y la Moral, perseguida por medios pastorales, disciplinarios y litúrgicos. Los Misales de transición entre las Rúbricas de 1962 y la Editio typica de 1970 y la inmediatamente siguiente, la Editio typica altera de 1975, demuestran cómo se procedió a pequeños pasos, acostumbrando al clero y a los fieles a la provisionalidad del rito, a las continuas innovaciones, a la pérdida progresiva de muchos elementos que inicialmente acercaron el Novus Ordo al último Missale Romanum de Juan XXIII. Estoy pensando, por ejemplo, en la sumisa voce del Canon Romano en latín, con su Ofertorio sacrificial y el Veni, Santificator, que en el transcurso de las adaptaciones condujo a la recitación en voz alta, con el Ofertorio talmúdico y la supresión de la invocación del Espíritu Santo.

Quien elaboró ​​los documentos conciliares para ser aprobados por los Padres actuó con el mismo dolo que adoptaron los promotores de la reforma litúrgica, sabiendo que habían interpretado textos equívocos de manera católica, mientras que quien tuviera que divulgarlos y utilizarlos los  interpretaría en todos los sentidos excepto en ese.

En realidad, este concepto se confirma en la práctica diaria. ¿Habéis visto alguna vez a un sacerdote que celebre el Novus Ordo con el altar orientado hacia el oriente, íntegramente en latín, vistiendo la casulla romana y dando la Comunión en la balaustrada, sin que esto suscite la ira del Ordinario y de los cohermanos aunque, estrictamente hablando, esta forma de celebrar es perfectamente legítima? Los que lo han intentado, ciertamente de buena fe, han sido tratados peor que los que suelen celebrar la Misa Tridentina. Esto demuestra que no existe la continuidad esperada en la hermenéutica del Concilio, y que la ruptura con la Iglesia preconciliar es la norma a la que hay que ajustarse, con el debido respeto a los conservadores.

Finalmente, señalo que esta conciencia de la incompatibilidad doctrinal del rito antiguo con la ideología del Vaticano II es reivindicada por teólogos disidentes e intelectuales progresistas, para quienes también se puede tolerar la "forma extraordinaria" del rito, a condición de que no se  adopte toda la estructura teológica que esa implica. Por esta razón, se tolera la liturgia de las comunidades Summorum Pontificum , siempre que en la predicación y la catequesis se tenga cuidado de no criticar el Vaticano II o la nueva Misa.

Don Claude Barthe - Entre las críticas que a menudo se hacen al Novus Ordo Missæ , ¿cuál cree que es la más relevante?

Mons. Carlo Maria Viganò - La crítica que tiene mayor validez radica en haber querido inventar una liturgia para uso y consumo propio, abandonando el rito bimilenario nacido con los Apóstoles y desarrollado armoniosamente a lo largo de los siglos. La liturgia reformada, como sabe cualquier erudito competente, es el fruto de un compromiso ideológico entre la lex orandi católica y las demandas heréticas de los protestantes y luteranos. Dado que la fe de la Iglesia se expresa en el culto público, era indispensable que la liturgia se adaptara a la nueva forma de creer, debilitando o negando aquellas verdades consideradas "inconvenientes" para la búsqueda del diálogo ecuménico.

Una reforma que hubiera querido simplemente podar algunos ritos que la sensibilidad moderna ya no sabría entender, podría haber evitado fácilmente repetir servilmente lo que hizo Lutero en la época de la Pseudoreforma y Cranmer después del cisma anglicano: sólo habiendo hecho suyas las innovaciones con que los herejes rechazaron algunos puntos del dogma católico es una demostración inapelable de la subordinación de los pastores al consentimiento de los ajenos a la Iglesia, en detrimento del rebaño que el Señor les ha confiado. Imagínese lo que hubiera pensado uno de los Mártires del Calvinismo o la furia del Rey James al ver a Papas, Cardenales y Obispos usar una mesa en lugar del altar que les costó la vida; y qué respeto puede tener un hereje por la odiada Babilonia romana, todos llevados a imitar torpemente lo que los reformados habían hecho cuatro siglos antes, quizás de una manera más decorosa. No olvidemos que las herejías litúrgicas de Lutero fueron transmitidas por los coros de Bach, mientras que las celebraciones de la iglesia conciliar van acompañadas de composiciones de una fealdad sin precedentes. La rendición litúrgica reveló una rendición doctrinal, humillando a la Santa Iglesia por el único deseo de agradar la mentalidad del mundo.

Don Claude Barthe - ¿Cómo explicar el fracaso de Benedicto XVI, el cardenal Sarah y otros partidarios de un "retorno litúrgico" progresivo a través de la celebración hacia el oriente, la reintroducción de las oraciones del ofertorio, el reparto de la comunión en la boca?

Monseñor Carlo Maria Viganò - Si un funcionario vaticano diera la orden de decorar la Sala Nervi con estucos y frescos, sustituyendo la horrible escultura de la Resurrección que la domina por una perspectiva barroca, sería considerado un excéntrico, sobre todo cuando a pocos pasos está la Basílica de San Pedro. Lo mismo, en mi opinión, se aplica a los intentos de hacer presentable la liturgia reformada con operaciones de maquillage objetivamente inútiles: ¿de qué sirve la celebración del Novus Ordo hacia oriente, cambiar el ofertorio y dar la Comunión en la boca, cuando  la Misa Tridentina lo prevé ya desde siempre?

Este "retorno litúrgico" parte de los mismos supuestos erróneos que animaron la reforma conciliar: modificar la liturgia a nuestro gusto, distorsionando ahora el venerable rito antiguo en un sentido moderno, ahora embelleciendo el rito reformado para que parezca lo que no es y no quiere ser. En el primer caso obligaríamos a una reina a usar zuecos y un vestido de harapos, en el segundo tendríamos al plebeyo con la diadema real sobre un cabello alborotado, o sentado en el trono con un sombrero de paja.

Creo que detrás de estos intentos, aparentemente motivados por piadosas intenciones, se esconde un hecho que ninguno de estos Prelados se atreve a confesar: el fracaso del Concilio y más aún de su liturgia. Volver al rito antiguo archivando definitivamente la miseria del Novus Ordo requeriría una gran humildad, porque quienes hoy quisieran salvarlo del naufragio ayer estaban entre los más entusiastas partidarios de la reforma litúrgica, y del Vaticano II con ella.

Me pregunto: si Pablo VI no dudó en abolir la liturgia tridentina de un día para otro, sustituyéndola por retazos del Book of Common Prayer , e impuso este nuevo rito a pesar de las protestas de clérigos y laicos; ¿Por qué motivo deberíamos nosotros usar de más consideración hoy para repristinar al puesto de honor el Antiguo Rito Romano prohibiendo la celebración del Novus Ordo ? ¿Por qué tanta delicadeza de alma hoy y tanta furia iconoclasta despiadada ayer? ¿Y por qué esta cirugía estética, si no es para mantener unido el último oropel conciliar dándole el aspecto de lo que no quería ser?

El próximo Papa tendrá que restaurar todos los libros litúrgicos anteriores a la reforma conciliar y prohibir su parodia indecorosa de las iglesias católicas, a cuya realización colaboraron conocidos modernistas y herejes.

Don Claude Barthe - El Papa Francisco, en una entrevista concedida en 2013 a los periódicos jesuitas, mencionó la reforma litúrgica como un fruto ejemplar del Concilio: "El Vaticano II fue una reinterpretación del Evangelio a la luz de la cultura contemporánea"). Sin embargo, el Papa Bergoglio está haciendo favores a la Fraternidad San Pío X. ¿Cree que le interesa el problema litúrgico?

Monseñor Carlo Maria Viganò - No creo que Bergoglio tenga ningún interés por la liturgia tout court y, a fortiori por la Tridentina , que le es ajena y odiada como cualquier cosa que recuerde remotamente a algo católico. El suyo es un enfoque político: tolera las comunidades de Ecclesia Dei porque mantienen a los conservadores alejados de las parroquias y, al mismo tiempo, mantiene el control sobre ellas, obligándolos a limitar su disensión sólo al nivel litúrgico mientras  asegura su fidelidad a la ideología conciliar.

Con respecto a la Fraternidad San Pío X asistimos a una operación más sutil: Bergoglio mantiene relaciones de "buena vecindad", y aunque reconoce algunas prerrogativas a sus Superiores y así demuestra que los considera miembros vivos de la Iglesia, por otro lado puede querer cambiar su completa regularización canónica con la aceptación del "magisterio conciliar". Es evidente que se trata de una trampa insidiosa: una vez firmado un acuerdo con la Santa Sede, se perdería la independencia de la que goza la Fraternidad en virtud de su posición de regularidad incompleta, y con ella también la independencia económica. No olvidemos que la Fraternidad dispone de bienes y recursos que garantizan el sustento y la asistencia a la seguridad social de sus miembros: en un momento de gravísima crisis económica en el Vaticano.

Don Claude Barthe - ¿Cree que el estatus de protector (dependencia de la Congregación de la Fe y no de la Congregación de Religiosos) deseado por Joseph Ratzinger antes y después de su ascenso al Pontificado para las sociedades de vida apostólica que celebran la Misa tradicional esta en peligro hoy?

Monseñor Carlo Maria Viganò - La posición canónica de las comunidades Ecclesia Dei siempre ha estado en peligro: su supervivencia está ligada a su aceptación, al menos implícitamente, de la doctrina conciliar y de la reforma litúrgica. Quien no cumpla, criticando al Vaticano II o negándose a celebrar o asistir al rito reformado, ipso facto se pone en situación de ser expulsado. Los Superiores de estas sociedades de vida apostólica acaban siendo los supervisores de sus propios clérigos, a los que se les aconseja encarecidamente que se abstengan de criticar y que de vez en cuando den signos tangibles de alineación, por ejemplo participando en funciones en la llamada "forma ordinaria". Paradójicamente, en el ámbito doctrinal un párroco diocesano tiene más libertad de expresión que un miembro de uno de estos institutos.

Cabe decir que, en la mentalidad de quienes ostentan hoy el poder en el Vaticano, las excentricidades litúrgicas de algunas comunidades, lejos de favorecer el redescubrimiento del rito tradicional, le dan un aspecto elitista y lo confinan al "pequeño mundo antiguo" en el que los defensores de la iglesia bergogliana tienen todo el interés en relegarlo. Hacer que la celebración de la Misa católica sea "normal", -según los dictados del Motu Proprio Summorum Pontificum.- sin reservas litúrgicas y espacios dedicados, daría la impresión de que es realmente posible que cualquier fiel pueda asistir a Misa sin ningún otro título de pertenencia que el de católico; viceversa, este castillo burocrático kafkiano constriñe a todos los conservadores en un recinto, obligándolos a seguir las reglas de confinamiento y no esperar nada más que aquello que la gracia soberana se digna concederles, casi siempre con la oposición mal disimulada del obispo diocesano.

La acción de Bergoglio está ahora claramente al descubierto: la última encíclica teoriza doctrinas heterodoxas y una escandalosa sumisión a la ideología dominante, profundamente anticatólica y antihumana. Desde este punto de vista, las cuestiones sobre la sensibilidad litúrgica de tal o cual instituto me parecen francamente insignificantes: no porque la liturgia no sea importante, sino porque una vez que se está dispuesto a guardar silencio en el frente doctrinal, las complejas ceremonias del Pontifical acabarían por reducirse a una manifestación de esteticismo que no representa ningún peligro concreto para el círculo mágico de Santa Marta.

Don Claude Barthe - La prohibición de misas privadas en San Pedro, la inspección de tres días de la Congregación para el Culto Divino por parte del Arzobispo Maniago, el hecho de que la Constitución sobre la reforma de la Curia Prædicate Evangelium aparentemente conduce a un refuerzo de los poderes de control del Culto Divino provocan temor a una nueva reafirmación de la reforma? ¿O cree que Francisco no se ocupa del problema litúrgico?

Monseñor Carlo Maria Viganò - La prohibición de celebrar misas privadas en San Pedro, a pesar de la protesta unánime de muchos fieles y algunos prelados contra un abuso real por parte de la Secretaría de Estado, sigue vigente como un escándalo sin precedentes: constituye un globo sonda con el que poner a prueba el terreno y estudiar las reacciones de prelados, clérigos y laicos, que por el momento se limitan a un mero deploramiento verbal, muy compuesto, en algunos casos vergonzoso. Como ya he tenido la oportunidad de declarar *, creo que esta prohibición no es más que un intento de dar apariencia jurídica a una práctica consolidada y universal, lo que también confirma el error doctrinal subyacente, a saber, la primacía de la dimensión comunitaria de la "Eucaristía" entendida como un banquete de convivencia en detrimento del Santo Sacrificio de la Misa celebrada en privado. Pero aquí vamos a tocar el Vaticano II, que ninguno de los cardenales que se han pronunciado sobre la prohibición de las misas en San Pedro se atreve a cuestionar en lo más mínimo.

En cuanto a los poderes de control de la Congregación para el Culto Divino, en sí mismos también podrían considerarse en un sentido positivo, ya que la materia litúrgica es estrictamente competencia de la Santa Sede. Pero pecaríamos de ingenuidad y descuido si no tuviéramos en cuenta que cualquier norma promulgada por los Novadores será utilizada por ellos para obtener propósitos no confesados, muchas veces opuestos a los declarados.

EL ATAQUE AL SUMMORUM PONTIFICUM


 Opinión: Sobre guerras litúrgicas y rumores de guerra

por Dom Alcuin Reid

Es de esperar que se alivien las ansiedades y temores que se han suscitado con respecto a la restricción de los ritos más antiguos y que ninguna autoridad emita preceptos perentorios que puedan simplemente socavar su propia autoridad.

La inquietud abunda actualmente en el ambiente que celebra el usus antiquior - el uso más antiguo - del rito romano de la Sagrada Liturgia. Parece que la Santa Sede está pensando en emitir nuevas normas que limiten su celebración, al menos en las parroquias. Algunos obispos ya parecen actuar en este sentido, tomando medidas contra el buen clero y los apostolados saludables que no suscitan ningún motivo de preocupación, salvo que (1) existen; (2) están creciendo; y (3) son fructíferos para conducir a buenos matrimonios católicos y nuevas familias, así como a un número significativo de vocaciones al sacerdocio, la vida monástica y religiosa, todo lo cual indica que el fenómeno no desaparecerá pronto.

Vivimos en una época particular en la que estos se consideran preocupaciones. Pero para algunos, ideológicamente comprometidos con los "cambios", los ritos y las reformas eclesiásticas implementadas después del último Concilio Ecuménico de la Iglesia como medio para traer una nueva primavera a la vida de la Iglesia se han convertido en fines en sí mismos. Para esas personas, estos medios deben ser respetados a pesar de que desde hace mucho tiempo ha quedado claro que su propósito, la profunda renovación que se suponía que debían introducir hace unas décadas, simplemente no se ha logrado. Pueden convertirse en ídolos, obstruyendo todo lo que no es su propio culto.

La caridad, la oración y la paciencia son las armas con las que afrontar esta miopía. Te ruego, oh Dios, que las personas así afligidas se abran a los signos de los tiempos en que realmente vivimos, que incluyen la riqueza, la belleza y la fecundidad del usus antiquior en la vida de la Iglesia. Y al hecho de que a menudo, hoy, su celebración demuestra esa participación plena, consciente, efectiva (activa) y fructífera en los ritos litúrgicos que el Concilio Vaticano II requería, mucho más de lo que se puede encontrar fácilmente en otros lugares (sin duda, son excepciones notables en ambas direcciones). Muchos obispos que celebraron los ritos más antiguos para las comunidades de sus diócesis apreciaron esta realidad. La acritud ante su incomprensión sólo reforzará los prejuicios.

Así, las comunidades usus antiquior también debemos hacer un examen de conciencia. Apoyar una actitud sectaria o crear un gueto, aunque tal vez fuera comprensible en los embriagadores años posteriores al Concilio, es insostenible hoy. Las riquezas litúrgicas y pastorales que atesoran nuestras comunidades son para el bien de toda la Iglesia, no el privilegio de unos pocos gnósticos "elegidos". La vida cristiana de quienes se inspiran en ella debe ser tanto más creíble, especialmente en lo que respecta a la doctrina social de la Iglesia. La luz de nuestras comunidades debe - cada una según su propio carisma - "así brillar ante los hombres, para que vean [vuestras] buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos". (Mt 5,16).

El clericalismo no debe tener cabida en ninguna parte, y los seminarios de los institutos que celebran el usus antiquior deben procurar formar hombres cuyo celo apostólico sea paralelo al amor que tienen por la Sagrada Liturgia. Deben ser hombres que vivan y trabajen por la conversión del mundo a Cristo en el siglo XXI, no hombres que se contenten con vivir en una jaula dorada decorada según los gustos de su siglo histórico favorito. Las autoridades eclesiásticas tienen razón en preocuparse cuando detectan un narcisismo egoísta en el clero, una realidad que de ninguna manera se encuentra exclusivamente en los devotos de los antiguos ritos litúrgicos, o sólo en el clero más joven.

Una de las primeras pruebas para un joven que intenta entrar en la vida monástica es ver si es capaz de realizar trabajos manuales duros sin quejarse. La mayoría de los aspirantes tienen pocas dificultades para asistir a las horas litúrgicas (con la posible excepción de los maitines), pero casi todos debemos aprender que, si bien la observancia fiel de las normas de los libros litúrgicos es esencial para dar la debida gloria a Dios Todopoderoso, los baños y los gallineros también deben limpiarse. El candidato que sea capaz de hacer ambas cosas, o que al menos se dé cuenta de que debe crecer en su capacidad para hacerlas, cada una en el momento apropiado, se convertirá en un buen monje.

Nuestras comunidades y casas de formación usus antiquior necesitan este mismo equilibrio y moderación. Los jóvenes necesitan espacio, tiempo y paciencia, y necesitan amor y comprensión para crecer y madurar. Los mayores, especialmente los que tienen autoridad o responsabilidad de formación, necesitan darles todo esto y más, aunque ellos mismos llevan las cicatrices de que se les niegue. Así también las comunidades usus antiquior necesitan capacitar candidatos para ser eclesiásticos en lugar de liturgistas indulgentes autodenominados como `` rad-trad '' o liturgistas a la carta con computadoras portátiles que, en su miedo, aislamiento u orgullo, habitan en un mundo virtual, - o  una Iglesia - de su propia construcción.

Es de esperar que las ansiedades y los temores que ha suscitado una restricción de los ritos más antiguos puedan apaciguarse y que ninguna autoridad dicte preceptos perentorios que, con toda probabilidad, simplemente socavarán su propia autoridad: la obediencia ciega no es más el pan de cada día del clero católico o de los laicos y no se puede confiar en ellos como lo hacían hace medio siglo. La proscripción positiva de algo verdadero, bueno y hermoso probablemente intensificará, no sanará, la enemistad, el clericalismo y la alienación dentro de la Iglesia.

Además, prohibiendo el usus antiquior debido a su creciente popularidad unos cincuenta años después de que se suponía que sería reemplazado por una reforma litúrgica que, según San Pablo VI, implicaba el sacrificio necesario de la venerable liturgia por el bien pastoral de la Iglesia, correría el riesgo, irónicamente, de ser nada menos que un "gol en propia puerta"; una admisión histórica, elocuente y, en última instancia, vergonzosa del colosal fracaso de esa reforma por parte de aquellos comprometidos en su perpetuación ideológica a cualquier precio.

"Oiréis sobre guerras y rumores de guerras; ten cuidado de no alarmarte, porque esto debe suceder, pero aún no ha llegado el fin", nos advierte Nuestro Señor en el Evangelio de San Mateo. "Todo esto no es más que el comienzo de los dolores de parto", prosigue (Mt. 24: 6,7) Las realidades apocalípticas de las que habló Nuestro Señor terminan en el triunfo definitivo del bien sobre el mal, de Dios sobre el diablo. Nuestros tiempos pueden ser difíciles y pueden volverse aún más difíciles. La incomprensión y el sufrimiento, incluso la persecución, pueden volver a ser nuestro destino. Pero el mismo triunfo final nos espera si somos pacientes, caritativos y fieles en todo lo que viene ... ¡ Oremus !
Fuente: The Catholic World Report

lunes, 14 de junio de 2021

EL ATAQUE A SUMMORUM PONTIFICUM: HABLA EL CARDENAL MÜLLER

 

La Nuova Bussola Quotidiana ha publicado hoy, para la pluma de Andrea Zambrano , una pieza muy interesante sobre la extensa video entrevista concedida al director Riccardo Cascioli por el Cardenal Gerhard Ludwig Müller, ex Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en la que el cardenal también expresa algunas consideraciones concisas pero muy perspicaces sobre la temida reducción del Motu Proprio Summorum Pontificum. Las reflexiones del cardenal Müller van más allá incluso del contexto crucial y muy fundamental de la liturgia tradicional, para estigmatizar el autoritarismo que se está extendiendo cada vez más como estilo de gobierno en la Iglesia, y la desconcertante falta de respeto a los fieles que medidas como las que lamentablemente preconizan.

El cardenal
Müller en defensa de la misa en latín: "Respeto a los fieles"
por Andrea Zambrano

Entrevistado por Bussola, el prefecto emérito de la CDF Müller también habló de los temores de una limitación del Papa al Summorum Pontificum, defendiendo el uso de la Misa de forma extraordinaria: «Benedicto XVI supo reconciliarse, esto en cambio sería autoritarismo. Los fieles deben ser respetados, no pueden ser tratados como niños de primer grado. Y luego necesitamos prudencia: los desafíos hoy son el secularismo y el nihilismo, no iniciativas como estas que solo aumentarían la tensión ».

En el curso de su entrevista con el director de la Nuova Bussola Quotidiana Riccardo Cascioli , el cardenal Müller también respondió una pregunta relacionada con la temida disposición del Papa Francisco que podría limitar severamente la liberalización de la Misa en forma extraordinaria codificada por el Summorum Pontificum de Benedicto XVI. Y sobre el motu proprio del antecesor de Bergoglio, el prefecto emérito de la CDF dijo: «El Papa Benedicto fue sabio: hizo una buena reconciliación entre las dos formas. La Iglesia tiene autoridad para regular los elementos externos de la liturgia, obviamente no la sustancia. Por eso en estas situaciones se necesita prudencia: no se puede, con autoritarismo, prohibir el encuentro con tantos fieles sensibles a la liturgia antigua ”.

Müller añadió: "Siempre hablamos de diálogo, diálogo sinodal, etc etc ..., pero si actuamos con un autoritarismo sin precedentes en la historia de la Iglesia, fallamos en la prudencia y el respeto hacia estos grupos de fieles que desean el Santo Misa en esta forma, que, repito, es la misma sustancia, pero es la forma utilizada hasta el Papa Juan XXIII ».

El cardenal alemán retomó así el llamamiento de los grupos estables preocupados por los rumores de una revisión del Summorum Pontificum que surgieron en el contexto de la asamblea de la CEI : "Esta oposición hace no tiene sentido, si no el de provocar nuevas reacciones y nuevos problemas y tensiones en la Iglesia. En lugar de calmar la situación y concentrarnos en los grandes desafíos del cristianismo hoy, que nos obligan a reaccionar ante el secularismo y el nihilismo, nos preocupamos por crear nuevas tensiones en la comunidad de los fieles ”.

Müller destacó que “el respeto a los fieles es muy importante. Los fieles no pueden ser tratados como niños de primer grado, como se hizo en San Pedro cuando se llevaron misas celebradas por sacerdotes con algunos grupos de fieles en varios idiomas, incluido el latín y en forma extraordinaria. San Pedro es la iglesia de todos los cristianos: si llega, conozco a un francés, es justo que tenga la oportunidad de asistir a misa en latín o en su lengua ».

SACERDOTE ORTODOXO: "CATÓLICOS, PRESERVEN LA TRADICIÓN LITÚRGICA ROMANA"

 

Entrevista al reverendo Vasilios Koutsouras, protopresbítero de la Iglesia Ortodoxa de Grecia: "El valor de la tradición litúrgica de Occidente atestiguada por la innumerable multitud de santos que se han santificado con ella". En 2007, el patriarca de Moscú Alexis II felicitó al Papa Benedicto XVI por la promulgación del motu proprio que liberalizó la misa preconciliar.

    Reverendo, la Misa en latín en el rito que precede a la Reforma litúrgica de Pablo VI generalmente se conoce como la Misa Tridentina, o de San Pío V, por el nombre del Papa que en 1570 la extendió al Occidente cristiano. Este rito es en realidad anterior y se remonta, en sus fórmulas esenciales, a la época patrística. ¿Se estima esta forma litúrgica en el Oriente ortodoxo?

“De hecho, el rito de la Iglesia Romana se remonta a la época de los grandes Padres de la Iglesia y es considerado uno de los ritos más antiguos de la Iglesia universal. También podemos decir que la anáfora eucarística romana (el canon romano) se encuentra entre las anáforas más antiguas y, muy probablemente, es más antigua que las anáforas "bizantinas" de San Juan Crisóstomo y San Basilio el Grande todavía en uso hoy en día en la Iglesia Ortodoxa. También es cierto que se sabe poco sobre la tradición litúrgica romana en Oriente; suele ser ignorado por los eruditos, con raras excepciones, como, por ejemplo, el gran liturgista griego Panghiotis Trembelas que estudió en detalle el rito romano en sus diversas obras Ritos litúrgicos de Occidente y protestantes; La cuestión de la genuflexión; El movimiento litúrgico romano y la práctica de Oriente, etc. Tiempo, en época bizantina, el gran teólogo Hesychast Nicola Kavasilas y el liturgista bizantino por excelencia San Simeón, arzobispo de Tesalónica, se ocuparon del rito romano, especialmente en lo que respecta a la controversia sobre la función de la epiclesis en la transformación de los santos dones. Ambos hablaron y trataron el texto del Canon Romano con gran respeto ”.

    Cuando en 2007 el Papa Benedicto XVI promulgó el motu proprio "Summorum Pontificum", que reconocía a los sacerdotes la libertad de celebrar el Sacrificio Eucarístico en el antiguo rito romano, el patriarca ortodoxo de Moscú Alexis II expresó sus felicitaciones al obispo de Roma: « La recuperación y puesta en valor de la antigua tradición litúrgica es un hecho que acogemos positivamente. Nos preocupamos mucho por la tradición », declaró el patriarca en la ocasión. En su opinión, ¿qué repercusiones tendría la retirada de la provisión del Papa Ratzinger en el Oriente ortodoxo? ¿Podría haber repercusiones en el diálogo ecuménico?

“Como clérigo ortodoxo creo que el diálogo ecuménico, que ya se está produciendo entre las dos Iglesias, debe basarse y fundamentarse en los antiguos textos dogmáticos, patrísticos y litúrgicos, especialmente los del primer milenio durante el cual el Oriente cristiano caminó unido con el cristianismo latino. De hecho, en estos textos se pueden encontrar las bases para un camino hacia la unidad de los cristianos y para un espíritu de respeto mutuo por la tradición particular de cada Iglesia. Especialmente la tradición litúrgica romana y en consecuencia su revalorización por parte de la Iglesia Católica Romana sería de gran ayuda en el camino del diálogo tanto por la sacralidad y respeto que emana como por la antigüedad de los textos. Ciertamente, los desarrollos litúrgicos modernos en el Occidente cristiano se enfrentan con una profunda perplejidad y tal vez incluso con sospechas por parte de la Iglesia oriental, tanto en lo que respecta a la autoría y el valor de los nuevos ritos litúrgicos como a lo efectivos y fructíferos que son en la pastoral y en el catequesis de los cristianos de hoy. Los innumerables casos tragicómicos (conocidos como abusos litúrgicos) que se pueden ver en Internet y que provienen de los círculos de "renovación litúrgica" confirman la perplejidad y el escepticismo con que la mayoría de los ortodoxos hoy observan estos desarrollos en la vida litúrgica de Occidente. las consecuencias que tienen en la vida espiritual de los fieles ”.

    En su opinión, ¿puede un rito tan antiguo, que ha nutrido profundamente la espiritualidad de tantos santos a lo largo de la historia, ser suprimido o simplemente reducido por las figuras más importantes de la jerarquía religiosa?

«En mi humilde opinión, la tradición litúrgica de Occidente constituye un gran tesoro espiritual, cultural y religioso. Desde el punto de vista espiritual, el valor y la fuerza de la tradición litúrgica de Occidente son atestiguados por la innumerable multitud de santos que vivieron y se santificaron con ella. Su contribución a la cultura europea se confirma en cada ciudad y en cada país, en cada iglesia y museo de Occidente, donde todo irradia y confiesa la grandeza de la riqueza litúrgica de la Iglesia romana. No podemos negar el impulso, la inspiración, el dinamismo que da la Santa Misa a todas las formas de arte (música, pintura, escultura, arquitectura, literatura, miniatura). La vida religiosa de los europeos y de todos los cristianos occidentales ha estado marcada indeleblemente por la devoción, desde la profunda fe y sacralidad que les inspiró la Misa y a través de la cual se formó la vida cotidiana de innumerables generaciones. Por lo tanto, cualquier cambio o desarrollo debe implementarse con gran atención y el mayor respeto, ya que es un sector verdaderamente vital para la vida espiritual de miles de millones de fieles. Por ejemplo, la necesidad de utilizar lenguas contemporáneas además del latín era algo necesario así como, quizás, la eliminación de algunas formas exageradas de devoción que no convienen al hombre moderno. Sin embargo, el rito y los textos sagrados deben permanecer como fueron formados y han resistido a través de los siglos y también deben constituir el centro de la vida litúrgica y la catequesis de los fieles católicos romanos. El hombre moderno, ahora secularizado, de hecho, necesita la presencia de lo sagrado en su vida. Es decir, de la presencia de Dios ¡La antigua tradición litúrgica romana lo hizo de la mejor y más eficaz manera! Ayudó a los hombres a adorar al Señor de la gloria junto con los ángeles y los santos y, al mismo tiempo, los inició en los grandes misterios de la fe cristiana ».