REGNUM MARIAE

REGNUM MARIAE
COR JESU ADVENIAT REGNUM TUUM, ADVENIAT PER MARIAM! "La Inmaculada debe conquistar el mundo entero y cada individuo, así podrá llevar todo de nuevo a Dios. Es por esto que es tan importante reconocerla por quien Ella es y someternos por completo a Ella y a su reinado, el cual es todo bondad. Tenemos que ganar el universo y cada individuo ahora y en el futuro, hasta el fin de los tiempos, para la Inmaculada y a través de Ella para el Sagrado Corazón de Jesús. Por eso nuestro ideal debe ser: influenciar todo nuestro alrededor para ganar almas para la Inmaculada, para que Ella reine en todos los corazones que viven y los que vivirán en el futuro. Para esta misión debemos consagrarnos a la Inmaculada sin límites ni reservas." (San Maximiliano María Kolbe)

viernes, 17 de noviembre de 2023

RESPECTO DEL AMOR Y EL SERVICIO DE LA PATRIA

 

Catecismo de la iglesia católica

2199 El cuarto mandamiento se dirige expresamente a los hijos en sus relaciones con sus padres, porque esta relación es la más universal. Se refiere también a las relaciones de parentesco con los miembros del grupo familiar. Exige que se dé honor, afecto y reconocimiento a los abuelos y antepasados. Finalmente se extiende a los deberes de los alumnos respecto a los maestros, de los empleados respecto a los patronos, de los subordinados respecto a sus jefes, de los ciudadanos respecto a su patria, a los que la administran o la gobiernan.

 

2239 Deber de los ciudadanos es cooperar con la autoridad civil al bien de la sociedad en espíritu de verdad, justicia, solidaridad y libertad. El amor y el servicio de la patria forman parte del deber de gratitud y del orden de la caridad. La sumisión a las autoridades legítimas y el servicio del bien común exigen de los ciudadanos que cumplan con su responsabilidad en la vida de la comunidad política.

¿POR QUÉ LOS CATÓLICOS DEBEMOS AMAR NUESTRA PATRIA?

 

Si bien el concepto de amor a la Patria es algo que en la mayoría de los países es compartido por la casi totalidad de los ciudadanos, es un tema que en España sigue suscitando dudas, complejos, e incluso miedos infundados entre muchos católicos. Desde el punto de vista de la doctrina de la Iglesia, el amor y el servicio a nuestro país, no es sólo un deber, sino una obligación. Así por ejemplo el Papa Pio XI nos dice:

“El buen católico, precisamente en virtud de la doctrina católica, es por lo mismo el mejor ciudadano, amante de su patria” Papa Pio XI (Encíclica Divini illius magistri)

El Papa León XIII, fue incluso más allá a la hora de definir el compromiso que un católico debe tener hacia su patria, y nos recuerda que este compromiso implica incluso dar la vida por la misma.

“Por ley natural estamos obligados a amar especialmente y defender la sociedad en que nacimos, de tal manera que todo buen ciudadano esté pronto a arrostrar aun la misma muerte por su patria” Papa León XIII (Encíclica Sapientiae Christianae).

¿Se opone el patriotismo con la concepcion universal del catolicismo?

Muchos católicos, por un sentido mal entendido de la fraternidad universal, han adoptado una postura de indiferencia hacia la patria, o incluso de rechazo de la misma. No son pocos los católicos que se han adherido a posturas ideológicas internacionalistas  –muchos incluso desde la buena fe- o apátridas, incurriendo en una falta de caridad hacia la sociedad que les ha visto nacer, y que les ha dotado de derechos. Sin duda, la obligación que tenemos los católicos del amor universal a todos los seres humanos por ser semejanza de Dios, y estar dotados de igual dignidad, no se contrapone con la obligación que tenemos de amar a los que nos están más cercanos y con los que estamos unidos con mayores vínculos. Así, el Papa Pio XII nos recuerda que también la caridad requiere un orden en su práctica:

“No hay que temer que la conciencia de la fraternidad universal, fomentada por la doctrina cristiana, y el sentimiento que ella inspira, se opongan al amor, a la tradición y a las glorias de la propia patria, e impidan promover la prosperidad y los intereses legítimos; pues la misma doctrina enseña que en el ejercicio de la caridad existe un orden establecido por Dios, según el cual se debe amar más intensamente y ayudar preferentemente a los que nos están unidos con especiales vínculos. Aun el Divino Maestro dio ejemplo de esta preferencia a su tierra y a su patria, llorando sobre las inminentes ruinas de la Ciudad santa” Papa Pío XII. (Summi Pontificatus).

El Papa San Pio X, también nos explica la comunión que existe entre el amor a la Iglesia y a la patria, y  nos explica que esta no solo es digna de amor y servicio, sino que también lo es de predilección, por lo que preferentemente debemos rezar y trabajar por sus intereses respecto a otros intereses también legítimos, pero más alejados en el orden de la caridad.

“Si el Catolicismo fuera un enemigo de la Patria, no sería una religión divina. La Patria es un nombre que trae a nuestra memoria los recuerdos más queridos, y bien sea porque llevamos la misma sangre que aquellos nacidos en nuestro propio suelo, o bien debido a la aún más noble semejanza de afectos y tradiciones, nuestra Patria es no sólo digna de amor, sino de predilección. Sentimos, pues, veneración por la Patria, que en suave unión con la Iglesia contribuye al verdadero bienestar de la Humanidad. Y ésta es la razón porqué los auténticos caudillos, campeones y salvadores de un país han surgido siempre de entre las filas de los mejores católicos” Discurso pronunciado por Su Santidad Pio X el 20 de Abril de 1909.

También el Papa León XIII, nos explica más profundamente la comunión que existe entre el amor a Iglesia y a la patria, y que tiene en Dios a su denominador común.

“El amor sobrenatural de la Iglesia y el que naturalmente se debe a la patria, son dos amores que proceden de un mismo principio eterno, puesto que de entrambos es causa y autor el mismo Dios; de donde se sigue que no puede haber oposición entre los dos”.  Papa León XIII (Encíclica Sapientiae Christianae).

Deshonrar o atacar a la patria, un pecado contra el cuarto mandamiento.

Como bien explica San Juan Pablo II, deshonrar a la patria, o atacar los intereses legítimos de la misma, es un pecado contra el cuarto mandamiento.

“Si se pregunta por el lugar del patriotismo en el decálogo, la respuesta es inequívoca: es parte del cuarto mandamiento, que nos exige honrar al padre y a la madre. Es uno de esos sentimientos que el latín incluye en el término pietas, resaltando la dimensión religiosa subyacente en el respeto y veneración que se debe a los padres, porque representan para nosotros a Dios Creador. Al darnos la vida, participan en el misterio de la creación y merecen por tanto una devoción que evoca la que rendimos a Dios Creador. El patriotismo conlleva precisamente este tipo de actitud interior, desde el momento que también la patria es verdaderamente una madre para cada uno. Patriotismo significa amar todo lo que es patrio: su historia, sus tradiciones, la lengua y su misma configuración geográfica. La patria es un bien común de todos los ciudadanos y, como tal, también un gran deber. Como sucede con la familia, también la nación y la patria siguen siendo realidades insustituibles”. (San Juan Pablo II. Memoria e identidad)

Por desgracia, hay quien confunde lo que es el patriotismo cristiano – que se basa en el amor y tiene un carácter unificador- , con el nacionalismo pagano – basado en el odio y promotor de la división-, y que tan certeramente condenó el Papa Juan Pablo II. Así pues, quien promueve la división, el odio, o la discordia entre los ciudadanos de un mismo país, debe saber que no sólo comete un error político, sino que atenta contra un bien moral, y se pone en situación de pecado mortal.

 Por: Antonio Moreno Robles (Coordinador del Rosario por España).  Fuente: InfoVaticana.com

viernes, 27 de octubre de 2023

viernes, 13 de octubre de 2023

VIGILIA DEL 13 DE OCTUBRE EN EL SANTUARIO DE FÁTIMA

Una multitud de más de 180 mil peregrinos abarrotó el Santuario de la Virgen de Fátima en Portugal para rezar por la paz en Tierra Santa, Ucrania y “por todos los lugares donde falta la paz”. El sitio web del Santuario informó que en la noche del 12 de octubre, en la víspera de la conmemoración del “milagro del sol” ocurrido el 13 de octubre de 1917, el evento fue presidido por el Cardenal Américo Aguiar, Obispo electo de Setúbal.

 SAN JUAN PABLO II A NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA

¡Madre de la Iglesia! ¡Ilumina al Pueblo de Dios por el camino de la fe, de la esperanza y de la caridad! Ilumina especialmente aquellos pueblos de los que Tú misma espera nuestra consagración y nuestra entrega. Ayúdanos a vivir en la verdad de la consagración de Cristo toda la familia humana del mundo contemporáneo.

 Confiando a Ti, oh Madre, el mundo, todos los hombres y todos los pueblos, Te confiamos, también la misma consagración del mundo, poniéndola en Tu Corazón Materno.

¡Oh Corazón Inmaculado! ¡Ayúdanos a vencer la amenaza del mal, que tan fácilmente se arraiga en el corazón de los hombres de hoy y que en sus efectos inconmensurables ya grava sobre la vida presente y parece cerrar los caminos hacia el futuro!.

Del hambre y de la guerra ¡líbranos!.

De la guerra nuclear, de una autodestrucción incalculable, de toda guerra, ¡líbranos!

De los pecados contra la vida del hombre desde sus albores, ¡líbranos!

Del odio y del envilecimiento de la dignidad de los hijos de Dios ¡líbranos!

De toda clase de injusticias en la vida social, nacional e internacional ¡líbranos!

De la facilidad de despreciar a los mandamientos de Dios, ¡líbranos!.

De la tentativa de ofuscar en los corazones humanos la verdad misma de Dios, ¡líbranos! De la pérdida de la conciencia del bien y del mal,¡líbranos!

De los pecados contra el Espíritu Santo, ¡líbranos! ¡Líbranos!

¡Acoge, oh Madre de Cristo, este grito cargado con los sufrimientos de todos los hombres! ¡Cargado con el grito de enteras sociedades!.

Ayúdanos con el poder del Espíritu Santo a vencer todo pecado: el pecado del hombre y el pecado del mundo, el pecado en todas sus manifestaciones.

¡Que se revele, aún por esta vez, en la historia del mundo el infinito poder salvífico de la Redención: poder del Amor Misericordioso! ¡Que él detenga el mal! ¡Transforme las conciencias! ¡Que en Tu Corazón Inmaculado se manifieste a todos la luz de la Esperanza! Amén.


PEREGRINACIÓN SUMMORUM PONTIFICUM

 

Programa de la XII Romería

Ad Petri Sedem

que tendrá lugar en Roma del 27 al 29 de octubre de 2023

Viernes 27 de octubre de 2023 a las 17.30 horas

Vísperas en la Basílica de Sainte-Marie-des-Martyrs (Panteón), presidida por monseñor Athanasius Schneider, obispo auxiliar de Astana.

Sábado 28 de octubre de 2023

09:00: Misa en la Basílica de Saint-Celse y Saint-Julien.

10:00: Adoración en la Basílica de Saint-Celse y Saint-Julien,

11:00: Salida de la Procesión hacia la Basílica de San Pedro Bajo la presidencia del Padre Antonius Maria Mamsery, superior de los Misioneros de la Santa Cruz.

12:00 horas: Ceremonia de veneración de la Tumba de San Pedro, seguida del canto del Oficio de Sexta en el altar de la Cátedra de la Basílica.

Domingo 29 de octubre de 2023

10:00 h: Misa del prelado de Mons. Athanasius Schneider en la basílica de Saint-Celse y Saint-Julien,

11:00 h: Misa solemne de Cristo Rey en la Trinidad de los Peregrinos, celebrada por monseñor Marco Agostini, secretario de Estado, maestro de ceremonias pontificio. 

AVISO IMPORTANTE PARA LOS SACERDOTES QUE PARTICIPAN EN LA PEREGRINACIÓN

Debido a la eliminación casi total de las misas privadas en San Pedro y las dificultades que pueden surgir en otras parroquias, los sacerdotes que deseen celebrar en las dos iglesias siguientes durante su estancia en Roma deben reservar su "turno" con antelación:

- En la Trinità dei Pellegrini, Piazza della Trinità dei Pellegrini, contactando al sacristán: sagrestia@fssp.it o +393482637981

- En Santi Celso e Giuliano, Via del Banco di Santo Spirito 5, contactando al Canónigo Landais: chn.landais@icrsp.org .

miércoles, 11 de octubre de 2023

JULIO ARIZA ENTREVISTA AL PADRE ABERASTURI

 


DISTINCIÓN EN LA IGLESIA DE DIOS ENTRE EL CLERO Y EL PUEBLO

 

DEL DISCURSO DE SU SANTIDAD JUAN XXIII
EN LA SOLEMNE INAUGURACIÓN
DEL PRIMER SÍNODO DIOCESANO DE ROMA

Asistentes al Sínodo

Al llegar a este punto de nuestro discurso tenemos que hacer una observación, venerables Hermanos y queridos hijos.

El próximo Sínodo Diocesano es una reunión de eclesiásticos, y únicamente de eclesiásticos perteneciente al clero diocesano secular y regular. Cuando comiencen las actividades del Sínodo, un Prelado invitará a salir a todos los seglares: Exeant omnes, como para indicar la distinción en la Iglesia de Dios entre el clero y el pueblo. ¿Quiere decir esto acaso distancia y separación entre clero y fieles, entre sacerdotes y seglares?

En realidad, de verdad, ninguna separación. Pero hay que recordarlo. La Iglesia santa de Cristo es una sociedad perfecta en la que todos sus miembros participan de todos los beneficios, de los tesoros espirituales de su sagrado patrimonio de doctrina y de gracia. Y puesto que se trata de un organismo vivo, todos los elementos e instrumentos están ordenados y calificados de tal manera que respondan al fin sobrenatural, el cual, aunque inmerso en lo terreno, se eleva hacia la eternidad. Esto entraña una clara distinción, pero no separación, entre el clero y el pueblo. Al clero incumbe una función de dirección y santificación de todo el cuerpo social, para lo cual se necesita un llamamiento, una vocación divina y una consagración. También se invita al pueblo cristiano a la misma participación de la gracia divina. Pero el Señor Jesús, Verbo de Dios, hecho Hombre para salvación de todo el mundo, ha confiado la distribución de esta gracia al sacerdocio, al orden sacerdotal, instituido específicamente para ejercer esta altísima función de mediación entre los cielos y la tierra para bien y santificación del pueblo que toma su nombre de Cristo.

AAS 52 (1960) 180-190

martes, 3 de octubre de 2023

SÍ, SÍ, PERO TAL VEZ NO...

 

Sí, sí, pero tal vez no: Francisco plantea más dudas que Dubia

La respuesta a la "primera versión" de las preguntas planteadas por los cinco cardenales ofrece claridad sobre un solo punto: la flagrante negativa del Sumo Pontífice a responder a tiempo, prefiriendo dejar zonas grises y abrir destellos de oportunidad "ad usum synodi". ..

Es simplemente increíble que el Sumo Pontífice aún no haya encontrado tiempo para responder a las dubia que le dirigieron los cardenales Brandmüller, Burke, Sandoval, Sarah y Zen, en la "segunda edición" del 22 de julio. Y que se está implementando un operativo mediático para convencer a la gente de que, en realidad, el Papa habría respondido de manera exhaustiva. Dada la gravedad de las cuestiones abordadas y la sencillez de la respuesta requerida, las reticencias del Papa Francisco -una vez más ante las dubia de 2016- revelan más que cualquier otra declaración que en realidad no tiene ninguna intención de poner en marcha la loca locomotora.

La negativa de Francisco a responder de manera oportuna revela descaradamente la inconsistencia de sus garantías y las  de su entorno de que quiere dejar la doctrina intacta para dedicarse sólo a la práctica. Si ya era bastante difícil conciliar una práctica desviada con una doctrina correcta, ahora es aún más difícil seguir apoyando esta consigna. De hecho, si así fuera, Francesco no habría tenido ningún problema en responder rápidamente a las preguntas.

En cambio, la publicación de la carta que el Papa dirigió a los cardenales el día inmediatamente posterior a la recepción de la dubia demuestra cuán necesario era reformular las preguntas y pedir a Francisco que las respondiera con precisión. La respuesta habitual a cualquier dubia dirigida a los ministerios, en función de su competencia, incluye respuestas breves, normalmente precedidas de adverbios negativos o afirmativos , que en ocasiones agotan la propia respuesta. Francisco, en cambio, optó por el camino de no responder precisamente a las cuestiones fundamentales para la vida de la Iglesia, provocando así la nueva y obvia petición de los cardenales.

Parece también bastante desconcertante que el Papa haya sabido poner en blanco y negro que «aunque no siempre considero prudente responder a las preguntas que me dirigen directamente (porque sería imposible responderlas a todas), en este caso creo oportuno hacerlo dada la cercanía del Sínodo". Evidentemente a Francisco no le importa mucho el hecho de que quienes le escriben sean cinco cardenales que le hacen preguntas vitales sobre la fe de los cristianos, y no un grupo escolar que le envía postales del viaje de estudios. Su preocupación era silenciar todo antes del Sínodo, pero no todos los donuts consiguen el agujero.

Veamos ahora en orden el contenido de los dubia y la "respuesta" del Papa . La primera pregunta aclaratoria dirigida al Pontífice pone sobre la mesa la lógica que impulsa a todas las demás: la Iglesia puede cambiar su enseñanza hasta el punto de sostener, en materia de fe y de moral, exactamente lo contrario de lo que se afirma en su Carta extraordinaria. ¿Magisterio y ordinario? El Papa Francisco ha citado muchas veces aquel pasaje del Commonitorium de San Vicente de Lérins que habla del necesario desarrollo de la doctrina, que consolida, desarrolla, perfecciona. La cuestión es que en el texto del Commonitorium no todos los cambios son bienvenidos, menos aún los de paradigma: la permutatiode hecho, es sinónimo de herejía. Es para distinguir el verdadero desarrollo de la alteración con que fue escrita la obra; sin embargo, la expresión de San Vicente eodem sensu eademque sententia no parece igualmente favorecida por Francisco.

En la carta, el Papa elude una vez más la pregunta : está muy bien afirmar la maduración del juicio de la Iglesia "en la comprensión de lo que ella misma ha afirmado en su Magisterio"; además de creer que los desafíos de nuestro tiempo pueden estimular un análisis en profundidad y conducir a una "mejor expresión de algunas declaraciones pasadas del Magisterio".

Pero la cuestión es otra , como se expresa más claramente en la segunda versión del primer dubium : "¿es posible que la Iglesia enseñe hoy doctrinas contrarias a las que enseñaba anteriormente en materia de fe y de moral?".

La carta del Papa Francisco introduce una distinción peligrosa : «Es importante subrayar que lo que no puede cambiar es lo que ha sido revelado “para la salvación de todos” (Concilio Ecuménico Vaticano II, Constitución Dogmática Dei Verbum, 7)». Ahora bien, resulta sencillamente increíble que el complemento final –ad  salutem cunctarum gentium–  se interprete como un complemento de limitación. El Papa dice, contra todo sentido obvio del texto, que lo que no puede cambiar es sólo lo que ha sido revelado "para la salvación de todos"; y por eso debemos "discernir constantemente entre lo esencial para la salvación y lo secundario o no directamente relacionado con este objetivo".

Esto abre la puerta a quienes podrían argumentar que, por ejemplo, el diaconado femenino no es algo estrictamente vinculado a la salvación y que, por lo tanto, en este punto, la Iglesia también puede cambiar su enseñanza. Este sentido limitante del texto de Dei Verbumrecuerda una vieja cuestión, un intento de golpe durante el Concilio sobre el § 11 de la misma constitución dogmática. Se trataba de la inspiración y la inerrancia de los textos bíblicos. El adjetivo "sano" se insertó en referencia a la verdad enseñada "con certeza, fiel y sin error" por las Sagradas Escrituras, con el objetivo de restringir la inerrancia sólo a aquellos pasajes de las Escrituras que se consideraban relacionados con la salvación. Fue la mano de los jesuitas (¡siempre ellos!) del Instituto Bíblico, que quisieron sentar las bases para legitimar las exégesis imaginativas. Afortunadamente, el asunto llegó a conocimiento de Pablo VI, quien intervino y obtuvo la eliminación del adjetivo saludos., sustituida por la frase: "la verdad que Dios, para nuestra salvación, quiso ser entregada en las Sagradas Escrituras". Toda la verdad entregada a las Escrituras es para nuestra salvación y por lo tanto inspirada y libre de error.

Ahora Francisco inventa otra interpretación limitante del texto de la Dei Verbum , haciendo decir al Concilio lo que no afirma, en perfecta continuidad con la hermenéutica de la ruptura. Porque todo lo que "la Iglesia enseña en materia de fe y de moral, tanto por el Papa ex cathedra , como en las definiciones de un Concilio ecuménico, y en el magisterio universal ordinario (ver Lumen Gentium 25)" no se puede cambiar, es decir, no se puede cambiar. Se expresará excepto eodem sensu eademque sentenciantia.

La cuestión está ahí y no es la simple convicción de San Vicente de Lérins , pues la expresión fue tomada de la constitución dogmática Dei Filius del Vaticano I y su significado está contenido en la constitución dogmática Dei Verbum del Vaticano II. Francisco simplemente tiene que decidir si quiere profundizar en ciertas enseñanzas de la Iglesia o si quiere contradecirlas; si pretende arrojar más luz sobre algunos aspectos o si pretende, a través de estos aspectos particulares, trastocar la enseñanza de la Iglesia.

¿Qué sentido tiene, por ejemplo, citar en este contexto la afirmación de Santo Tomás : "cuanto más se desciende a lo particular, más aumenta la indeterminación" ( Summa Theologiae I-II, q. 94, art. 4)? ? Es un texto que el Papa ya había informado en Amoris Lætitia § 304, para decir esencialmente que los casos particulares escapan a los principios universales y así abrir las puertas a la Comunión a los divorciados vueltos a casar, caso por caso. Pero lo que Tomás realmente quiso decir, ya lo habíamos explicado in illo tempore (ver aquí ). Y es al menos deshonesto no recordar que en la enseñanza de Santo Tomás (y de la Iglesia) se afirma el carácter absoluto moral de los preceptos negativos; porque «los preceptos negativos obligansemper ad semper (siempre y en todas las circunstancias). De hecho, bajo ninguna circunstancia se debe robar ni cometer adulterio. Los preceptos afirmativos, en cambio, obligan semper , pero no ad semper, sino según el lugar y la circunstancia” ( Comentario a la Carta a los Romanos , c. 13, l. 2).

Luisella Scrosati

Fuente: La nuova bussola quotidiana

https://lanuovabq.it/it/si-si-ma-forse-no-francesco-pone-piu-dubbi-dei-dubia

CINCO DUBIA

 

1. Dubium respecto de la afirmación de que la Revelación Divina debe ser reinterpretada a partir de los cambios culturales y antropológicos en boga.

Después de las declaraciones de algunos obispos, que no han sido corregidas ni retractadas,  nos preguntamos si en la Iglesia la Divina Revelación debe ser reinterpretada de acuerdo con los cambios culturales de nuestro tiempo y según la nueva visión antropológica que estos cambios promueven; o si la Revelación Divina es vinculante para siempre, inmutable y por tanto no debe ser contradicha, según el dictado del Concilio Vaticano II, que "la obediencia a la fe" se debe a Dios que revela ( Dei Verbum) .5); que lo revelado para la salvación de todos debe permanecer "para siempre intacto" y vivo, y ser "transmitido a todas las generaciones" (7) y que el progreso del entendimiento no implica ningún cambio en la verdad de las cosas y de las palabras, porque la la fe fue "transmitida una vez para siempre" (8), y el Magisterio no es superior a la palabra de Dios, sino que sólo enseña lo que ha sido transmitido (10).


2. Dubium sobre la afirmación de que la práctica generalizada de bendecir las uniones entre personas del mismo sexo concuerda con la Revelación y el Magisterio (CCC 2357).

Según la Revelación Divina, atestiguada en la Sagrada Escritura, que la Iglesia "por mandato divino y con la ayuda del Espíritu Santo escucha piadosamente, guarda santamente y expone fielmente" (Dei Verbum 10): "En el principio" Dios creó al hombre . a su imagen, varón y hembra, los creó y los bendijo, para que fueran fructíferos (ver Gén 1, 27-28), por lo que el apóstol Pablo enseña que negar la diferencia sexual es consecuencia de negar al Creador ( Rom . 1, 24-32). Se plantea la pregunta: ¿puede la Iglesia apartarse de este "principio", considerándolo contrario a lo que enseña la Veritatis splendor?103, como un simple ideal, y aceptar situaciones objetivamente pecaminosas, como las uniones entre personas del mismo sexo, como "bien posible", sin dejar de cumplir con la doctrina revelada?

 

3. Dubium respecto de la afirmación de que la sinodalidad es una "dimensión constitutiva de la Iglesia" (Constitución Apostólica Episcopalis Communio 6), de modo que la Iglesia es por naturaleza sinodal.

Dado que el Sínodo de los Obispos no representa al colegio episcopal, sino que es un mero órgano consultivo del Papa, ya que los obispos, como testigos de la fe, no pueden delegar su confesión de la verdad, se plantea la cuestión de si la sinodalidad puede ser la suprema criterio regulador del gobierno permanente de la Iglesia sin desvirtuar su estructura constitutiva deseada por su Fundador, por el cual la suprema y plena autoridad de la Iglesia es ejercida tanto por el Papa en virtud de su oficio como por el colegio episcopal junto con su jefe el Romano Pontífice ( Lumen gentium 22).

 

4. Dubium sobre el apoyo de pastores y teólogos a la teoría de que "la teología de la Iglesia ha cambiado" y por tanto que la ordenación sacerdotal puede ser conferida a las mujeres.

Tras las declaraciones de algunos prelados, que no han sido corregidas ni retractadas, según las cuales la teología de la Iglesia y el significado de la Misa habrían cambiado con el Vaticano II, cabe preguntarse si el dictado del Concilio Vaticano II sigue siendo válido . que "el sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial difieren esencialmente y no sólo en grado" ( Lumen Gentium 10) y que los presbíteros en virtud del "sagrado poder del orden de ofrecer sacrificios y perdonar los pecados" ( Presbyterorum Ordinis 2 ), actuar en nombre y en la persona de Cristo mediador, por quien se perfecciona el sacrificio espiritual de los fieles?Además, se pregunta si sigue vigente la enseñanza de la carta apostólica de San Juan Pablo II Ordinatio Sacerdotalis, que enseña como verdad a considerar definitivamente la imposibilidad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres , por lo que esta enseñanza no está más sujeta a cambios. ni a la libre discusión de pastores o teólogos.

 

5. Dubium sobre la afirmación “el perdón es un derecho humano” y la insistencia del Santo Padre en el deber de absolver a todos siempre, para lo cual el arrepentimiento no sería condición necesaria para la absolución sacramental.

Se pregunta si sigue vigente la enseñanza del Concilio de Trento, según la cual, para la validez de la confesión sacramental, es necesaria la contrición del penitente , que consiste en detestar el pecado cometido con la intención de no volver a pecar (Sesión XIV, Capítulo IV: DH 1676), de modo que el sacerdote debe posponer la absolución cuando sea evidente que esta condición no se cumple.

Ciudad del Vaticano, 10 de julio de 2023

Walter Card. Brandmüller

Raymond Leo Card. Burke

Cardenal Juan Sandoval Íñiguez

Cardenal Roberto Sara

Cardenal José Zen Ze-Kiun, SDB

CINCO CARDENALES PRESENTAN VARIAS DUBIA AL PAPA ANTES DEL SÍNODO

 

Comunicación de los Cardenales

Notificación a los fieles de Cristo (c. 212 § 3)

En relación con Dubia presentada al Papa Francisco

Nosotros, miembros del Sagrado Colegio Cardenalicio, de acuerdo con el deber de todos los fieles de « manifestar a los Pastores sagrados su opinión sobre aquello que pertenece al bien de la Iglesia» (c. 212 § 3) y, sobre todo, de acuerdo con la responsabilidad de los Cardenales de «asistir al Romano Pontífice... personalmente... ayudando al Papa sobre todo en su gobierno cotidiano de la Iglesia universal (c. 349), a la vista de diversas declaraciones de Prelados de alto rango, relativas a la celebración del próximo Sínodo de los Obispos, que son abiertamente contrarias a la constante doctrina y disciplina de la Iglesia, y que han generado y siguen generando gran confusión, así como la caída en error entre fieles y demás personas de buena voluntad, hemos manifestado nuestra más profunda preocupación al Romano Pontífice. Mediante nuestra carta del 10 de julio de 2023, empleando la consabida práctica de la presentación de dubia [preguntas] a un superior para proporcionar al superior la ocasión de aclarar, mediante sus responsa [respuestas], la doctrina y la disciplina de la Iglesia, hemos presentado cinco dubia al Papa Francisco, de las que adjuntamos copia. En su carta del 11 de julio de 2023, el Papa Francisco respondió a nuestra carta.

Habiendo estudiado su carta, que no seguía la práctica de las responsa ad dubia [respuestas a preguntas], reformulamos la dubia para obtener una respuesta clara basada en la doctrina y disciplina perennes de la Iglesia. Por carta del 21 de agosto de 2023, presentamos al Romano Pontífice la dubia reformulada, de la que adjuntamos copia. Hasta la fecha, no hemos recibido respuesta a la dubia reformulada.

Dada la gravedad del asunto de la dubia, especialmente en vista de la inminente sesión del Sínodo de los Obispos, juzgamos nuestro deber informaros a vosotros, los fieles (c. 212 § 3), de manera que no quedéis sujetos a confusión, error y desaliento, sino que oréis por la Iglesia universal y, en particular, por el Romano Pontífice, para que el Evangelio sea enseñado cada vez más claramente y seguido cada vez más fielmente.

Vuestros en Cristo,

Walter Cardenal Brandmüller

Raymond Leo Cardenal Burke

Juan Cardenal Sandoval Íñiguez

Robert Cardenal Sarah Joseph

Cardenal Zen Ze-kiun

 

Roma, 2 de octubre de 2023

EL NUEVO PAPA

 

Monseñor Héctor Aguer. Arzobispo Emérito de La Plata

El Colegio Cardenalicio ha adquirido una amplitud insólita. ¡Qué lejos estamos de algunas elecciones pontificias, decididas por un puñado de miembros de ese protagonista tradicional del momento cumbre de la vida eclesial! La historia es más que elocuente. No es posible detenerse demasiado en la búsqueda de modelos. Un solo ejemplo: en el cónclave de 1458, Enea Silvio Piccolomini –un experto en versos latinos-, desbarató los arreglos de un ambicioso francés, y sin quererlo ni buscarlo fue elegido él mismo: Pío II; eran 18 cardenales.
Hoy día, el número exorbitante de capelos rojos hace imposible prever un nombre como futuro Sucesor de Pedro. Varios amigos me piden que esboce cómo debería ser el pontificado que suceda al languideciente de Francisco, teniendo en cuenta la gravísima situación de la Iglesia, disimulada por la propaganda vaticana.

MITOS PROGRESISTAS

Aquí va el intento. En primer lugar, corresponde asegurar la Verdad de la auténtica doctrina católica, para superar los mitos progresistas que la menoscaban, y que el actual Pontífice enarbola como su agenda. La Luz procede del Nuevo Testamento, en el que se atestigua la labor apostólica que los Doce –y, sobre todo, San Pablo- transmitieron como un mandato a sus inmediatos sucesores, y que diseña la organización de la Iglesia, fuente del cristianismo naciente.

El Apóstol Pablo encomienda a su discípulo Timoteo: “Te conjuro (diamartyromai) delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de venir a juzgar a vivos y muertos, por su epifanía y por su Reino: predica la Palabra de Dios, insta con ocasión o sin ella, arguye, reprende, exhorta, con paciencia incansable, y afanosa enseñanza. Porque vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán más la sana didascalía, sino que según su concupiscencia se buscarán maestros que les halaguen los oídos, y apartarán su atención de la Verdad, y se convertirán a los mitos” (2 Tim 4, 1-4).

Continúa San Pablo exhortando, como lo hará luego la Iglesia a lo largo de los siglos: “Vigila en todo”; es lo que hacía la Inquisición ante las herejías y cismas. Esta tarea torna gravoso el trabajo de evangelizar, de cumplir a la perfección el ministerio (diakonía).
Una de las argucias progresistas es descalificar este empeño como si fuera contrario al Cristianismo. Esta es la confrontación del Nuevo Testamento con la concepción mundana de la Iglesia, hasta donde llega el extravío del actual Pontificado. Vale para el caso lo que el pensador danés Soeren Kierkegaard escribía en su Diario, en 1848: “Justo ahora, que se habla de reorganizar la Iglesia, se ve claramente qué poco Cristianismo hay en ella”. El mismo autor califica esa situación como “desgraciada ilusión”.

El nuevo Papa tendrá que encaminar a la Iglesia en el rumbo que señala aquella exhortación paulina; es lo que hizo la mística Esposa de Cristo en sus mejores épocas. Es imprescindible reivindicar la Verdad de la doctrina, que ha sido menoscabada, y preterida por el relativismo. Los planteos progresistas han dejado a la Iglesia encerrada en el recinto de la Razón Práctica, cuyo moralismo ha remplazado a la dimensión contemplativa que es propia de la Fe, y de la propuesta de la plenitud a la que son llamados todos los fieles, según la vocación de santidad que brota del Bautismo.
Junto a la recuperación doctrinal deberá procurarse la restauración de la Liturgia, la cual según su naturaleza ha de ser exacta, solemne, y bella. Esta consigna se refiere especialmente al Rito Romano, arruinado por la improvisación que abomina el carácter ritual del misterio litúrgico. El motu proprio de Francisco Traditiones custodes impone arbitrariamente lo contrario de lo que Benedicto XVI había reorientado, y del espíritu de libertad recuperado según el motu proprio Summorum Pontificum; se hace desear la recuperación de las dimensiones mística y estética del carácter sacramental de la Liturgia. Los Ritos Orientales están, asimismo, llamados al afianzamiento de las respectivas tradiciones, superando el contagio de la desacralización que afecta directamente al Rito Romano.

CELO ILUMINADO

Las tareas señaladas solo podrán llevarse a cabo mediante el celo iluminado de obispos y presbíteros dignamente formados, según el espíritu de la gran Tradición católica, que todavía puede hallarse en los decretos Christus Dominus, y Presbyterorum Ordinis, del Concilio Vaticano II.
La historia reciente muestra que la imposición mundial del progresismo tuvo como gérmen la corrupción del Seminario tradicional, mundanizado por una teología deficiente, y una apertura al conjuro de un supuesto aggiornamento.
El equívoco se plasmó bajo el pretexto de la evangelización: en lugar de convertir el mundo a la Verdad, y a la Gracia de Cristo, la Iglesia se convirtió al mundo, perdiendo su identidad esencial. Con estos criterios erróneos se formaron varias generaciones sacerdotales. Es preciso revertir ese proceso de decadencia.
La institución del Seminario es todavía válida; en su momento se han intentado alternativas que no han obtenido la solución esperada. Una recuperación del Seminario no implica una copia de lo que éste fue antes del desbarajuste general. La institución puede adaptarse, ya que no es mala de suyo, a la nueva situación, y a las nuevas necesidades. Estas han de ser reconocidas con sobriedad, y discreción, evitando una exhibición que permita al oficialismo progresista –que no va a desaparecer inmediatamente- activar sus recursos de proscripción, hasta que el nuevo pontificado se afiance plenamente.
El obispo debería ser el responsable directo del Seminario, aunque ha de valerse de la colaboración protagónica de presbíteros bien formados, y preparados para asumir sinceramente la orientación que el obispo desee implementar en la diócesis.

FAMILIA Y VIDA

San Juan Pablo II ha legado a la Iglesia un amplísimo magisterio sobre la familia. Cuando fue pronunciado y -en buena cantidad- escrito, todavía la “perspectiva de género” no había alcanzado el protagonismo cultural que adquirió poco tiempo después.
El Papa Wojtyla presenta la constitución natural y cristiana de la realidad varón–mujer, hijos, como lo más natural del mundo, aquello que es, y, por lo tanto, debe seguir siendo. Benedicto XVI añade una reflexión sobre el concepto metafísico de naturaleza.
Este abundante y profundo magisterio debe ser retomado, y proyectado sobre los nuevos problemas sociales, y culturales.
La Familia fundada sobre el matrimonio ha sido reemplazada por la pareja, la cual no es para nada indisoluble y, por lo tanto, puede cambiarse sucesivamente. Omito, ahora, hablar del mal llamado “matrimonio igualitario”. Ha desaparecido el matrimonio como realidad de valor civil; el sacramental no implica fatiga alguna para quienes deberían bendecirlo, como es su deber.
No creo que los novios católicos tengan noticia de que ellos están llamados a ser los ministros de un Sacramento que se dan el uno al otro cónyuge (si ¡el Matrimonio es un yugo!).

En estrecha relación con la cuestión de la familia está el valor de la vida humana; este asunto es un capítulo importantísimo de la moral cristiana. El próximo pontificado deberá afrontar una tarea más que necesaria: superar la herencia negativa del aggiornamento, coronada por el actual progresismo. Tendrá que rescatar a la teología moral del relativismo que la tiene secuestrada; en este empeño habrá de resolver el drama de la Humanae Vitae. Esta encíclica, publicada el 25 de julio de 1968, no fue aceptada por vastos sectores de la Iglesia: varias Conferencias Episcopales se pronunciaron en contra; aquellos fueron alentados por la unanimidad del periodismo que encarnó a la “opinión pública”. Se produjo una gran confusión de los fieles, de tal modo que muchos de ellos justificaron la práctica del uso de los medios que la encíclica de Pablo VI declaró objetivamente inmorales. Roma deberá retomar los argumentos de aquel texto para mostrar su verdad, teniendo en cuenta el cumplimiento de las previsiones de Humanae vitae.
La crisis desatada por esta encíclica se arrastró hasta el nuevo milenio. El equívoco produjo una situación análoga con las crisis desatadas por cuestiones dogmáticas, en los comienzos del cristianismo. El próximo pontificado deberá desatar ese nudo. La apelación a la intercesión de la Knotenlöserin es insoslayable. María es, efectivamente, la que “Desata los nudos”. Hay algo de apocalíptico en el drama de Humane vitae.

El problema del que acabo de ocuparme es un capítulo de una cuestión mayor: la relación de la Iglesia con el llamado “mundo moderno”, que no fue resuelto con el Concilio Vaticano II, sino todo lo contrario, fue agravado por él, víctima de las ilusiones que ocultaron la difusión de una nueva gnosis. Las doctrinas de Karl Rahner, y Pierre Teilhard de Chardin, monopolizaron la atención de la teología católica: la teoría rahneriana del “cristiano anónimo”, y el evolucionismo teilhardiano, que era una religión, tuvieron una vigencia innegable en el pensamiento cristiano del siglo XX.
A propósito de esta cuestión de las relaciones de la Iglesia con el mundo contemporáneo es oportuno recordar que en la preparación del Vaticano II cobró importancia, y creó expectativas el llamado Esquema 13, un antecedente que se convertiría en la constitución pastoral Gaudium et spes, texto que junto con la constitución dogmática Lumen Gentium, sobre la Iglesia fueron los documentos más relevantes del Concilio.

Hay un acontecimiento que explica el tono de cómo se concibió la cuestión ya mencionada de las relaciones Iglesia–mundo. Juan XXIII deseaba la participación como observadores de los debates conciliares de representantes de la Iglesia Ortodoxa Rusa.
El encargado de hacer las negociaciones necesarias para asegurar esa participación fue el Cardenal Eugène Tisserant; se llegó a este acuerdo: los ortodoxos asistirían con la condición que el Concilio se abstuviera de condenar al comunismo. Participaron efectivamente dos prelados ortodoxos rusos (que seguramente eran espías del Kremlin).
Este episodio es elocuente para mostrar el espíritu con el cual el Vaticano II abordó las relaciones Iglesia–mundo. Habría que añadir un ingenuo optimismo, inspirado desde el comienzo por el Papa Roncalli, quien en el discurso de apertura cargó severamente contra los “profetas de calamidades”. Claro, era el “Papa bueno”.
En esta nota he recogido algunos de los problemas que constituyen charcos en los que la Iglesia se encuentra empantanada. No son los únicos, sino los que considero prioridades que la realidad actual impondrá a los esfuerzos del próximo Pontífice. En suma, liberar a la Iglesia de la plaga mortal del progresismo.