REGNUM MARIAE

REGNUM MARIAE
COR JESU ADVENIAT REGNUM TUUM, ADVENIAT PER MARIAM! "La Inmaculada debe conquistar el mundo entero y cada individuo, así podrá llevar todo de nuevo a Dios. Es por esto que es tan importante reconocerla por quien Ella es y someternos por completo a Ella y a su reinado, el cual es todo bondad. Tenemos que ganar el universo y cada individuo ahora y en el futuro, hasta el fin de los tiempos, para la Inmaculada y a través de Ella para el Sagrado Corazón de Jesús. Por eso nuestro ideal debe ser: influenciar todo nuestro alrededor para ganar almas para la Inmaculada, para que Ella reine en todos los corazones que viven y los que vivirán en el futuro. Para esta misión debemos consagrarnos a la Inmaculada sin límites ni reservas." (San Maximiliano María Kolbe)

jueves, 16 de marzo de 2017

SER MARTA Y MARÍA

“Que hermoso sería, Señor, que yo supiera ser Marta Y María. Una Marta capaz de servirte en mis hermanos, siempre dispuesta y pronta a servir a los demás. Y una María capaz de sentarme a tus pies y escuchar tus enseñanzas, entregándote por entero cuanto soy y cuanto tengo”
(Notas de conciencia de la Madre María Elvira)
Ojalá todos los que lean este pensamiento de la Madre María Elvira puedan sentirse embriagados por la frescura del evangelio y movidos por la gracia de Dios para que se decidan a vivir conforme al estilo de vida evangélico.
Tan sólo un alma que respira evangelio puede llegar a expresarse de semejante  manera. Y María Elvira, aún con las deficiencias y defectos propios de la naturaleza humana, era una mujer que exhalaba el aroma característico de las almas imbuidas del espíritu de Cristo, del espíritu del evangelio.
En los comienzos de la experiencia comunitaria, que posteriormente se concretaría jurídicamente  en la Fraternidad de Cristo Sacerdote y Santa María Reina, María Elvira tuvo la oportunidad de vivir experiencias de retiro espiritual en el Convento de Madres Clarisas de Zamora y en la Abadía Cisterciense de San Isidro de Dueñas.
Ambas experiencias marcaron fuertemente su espiritualidad. En Zamora gozó inmensamente de la oportunidad de pasar largos ratos de adoración ante el Santísimo Sacramento que era expuesto a diario en la iglesia conventual de las Madres. ¡Nunca olvidó aquellos días de silencio, de recogimiento y de encuentro con su Amado!
Sin embargo, curiosamente, su experiencia de retiro en Dueñas fue todavía más profunda y la marcó de una forma muy especial.
Siguiendo el plan de vida de la Fraternidad, en concreto la lectura espiritual diaria, había leído los escritos de Fray María Rafael, que todavía no había sido tan siquiera beatificado. Se identificó plenamente con él y con su espiritualidad, más en concreto con su vivencia de identificación con la cruz de Cristo y con el sufrimiento oblativo.
En el corazón de María Elvira, San Isidro de Dueñas y sobre todo el Hermano Rafael, tuvieron siempre un espacio muy particular y entrañable. ¡Sólo ella, Dios y Fray María Rafael, conocen lo que aconteció durante aquellos días de retiro espiritual en el Monasterio Trapense! Pero algo tuvo que suceder para que la Madre María Elvira quedase prendida a lo largo de su vida de dicho Monasterio.
En la ciudad de Pontevedra, su ciudad natal, había tres lugares que eran referentes de su vida espiritual: su parroquia de San José, donde desde muy joven se dedicó llena de ilusión y con generosa entrega a la catequesis de los niños de primera comunión. No se perdonaba formación, cuidados, dedicación  y preparación para que sus niños fuesen lo mejor preparados para recibir a Jesús Eucaristía. Entre los catequistas de San José, María Elvira fue siempre para todos un ejemplo de dedicación y entrega.
La Casa de la Virgen, donde Nuestra Señora y el Niño Jesús se aparecieron a la Hermana Lucía, vidente de Fátima, revelando la Gran Promesa de los Cinco Primeros Sábados, fue otro de los manantiales espirituales de la joven María Elvira. ¡Cuántas horas pasó en adoración y en diálogo profundo y amistoso con la Virgen y con Jesús Sacramentado en la Capilla de las apariciones!
Allí meditó en profundidad el mensaje de la Virgen y del Niño Dios a Sor Lucía: la Comunión reparadora, la oración por los pobres pecadores, la consolación a Dios, tan ofendido por los pecados de los hombres.
Y su tercer lugar de referencia fue el Monasterio de Madres Clarisas de Pontevedra. Allí tuvo la dicha de encontrarse con auténticas Esposas de Cristo, consagradas a una vida de oración, de trabajo y de penitencia.
Entre las Madres de Santa Clara intimó espiritualmente de un modo especial con la gran Abadesa que fue la Madre Carmen. Fue esta Madre la que instruyó a María Elvira a la hora de iniciar su andadura como Cofundadora y Madre de las misioneras de la Fraternidad.
No cabe la menor duda que María Elvira, por su gusto personal y por sus fuertes experiencias espirituales, hubiera elegido para sí la consagración a Dios en la vida contemplativa. Sin embargo, María Elvira no anteponía jamás sus gustos personales a la voluntad de Dios. Desde muy jovencita y debido a sus circunstancias personales y familiares siempre antepuso a los demás antes que a sí misma.
En la Fraternidad de Cristo Sacerdote y Santa María Reina descubrió que el Señor la quería una mujer consagrada que fuese contemplativa en la acción apostólica. En efecto, el Señor la quiso Marta y María.
Supo luchar y luchó hasta el fin para conjugar estas dos dimensiones. Y lo hizo contrariando su inclinación natural, más propensa a ser como la contemplativa María en el seno de la Iglesia.
¡Nunca conocí una persona que sintiese tal atracción por permanecer a los pies del sagrario como la Madre María Elvira! ¡Y nunca conocí una persona que tanto trabajase, a pesar de su enfermedad y  de sus limitaciones físicas como la Madre María Elvira!
Iba a pie de una parroquia a otra hiciese frío o calor. Acudía fielmente a los ensayos de los coros parroquiales, a última hora del día,  estando enferma y soportando el frío y la humedad que la mataban. Colaboraba con las buenas mujeres de los pueblos en el decoro de las iglesias parroquiales, siempre sin prisas y sin impacientarse.
Acudía al llamado de los sacerdotes de las parroquias vecinas para reforzar las catequesis y prestar ayuda a los sacerdotes.
Atendía diariamente  la Librería religiosa en la ciudad de Pontevedra, teniendo que desplazarse desde su Priorato, aguardando en las paradas de autobús bajo el frío y la lluvia, en los duros días del invierno de Galicia.
Y todo ello intentando ser Madre, Hermana y formadora de su pequeña comunidad.
¡Cuánto trabajó la Madre María Elvira, sin miramientos, sin cuidarse de sí misma, sin curarse en salud!
¡Vivió y murió trabajando como la Esposa fiel, como la Madre fiel!
¡Vivió y murió sirviendo a los demás, siempre despreocupada de sí misma!
¡Logró ser una Marta, siempre ocupada en servir a Jesús sirviéndolo en los hermanos!
¡Logró vivir como María, sentada cada día a los pies del Maestro, escuchando sus enseñanzas y disfrutando de su amor, para después compartirlo con todos a los que se acercaba!
¡Encarnó a la perfección, en lo que puede haber de perfección en un ser humano, con la propia limitación humana,  la vocación de Misionera de la Fraternidad de Cristo Sacerdote y Santa María Reina!
María Elvira de la Santa Cruz encarnó un ideal de vida del que estamos seguros que conociéndola muchas jóvenes de corazón sencillo y generoso podrán llegar a sentirse atraídas por Dios y por la Virgen Santísima a continuar su obra en el corazón mismo de la Iglesia.
¡Laus Deo et Virginique Matri!
¡Gloria a Jesús en María!
Manuel María de Jesús F.F.

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