REGNUM MARIAE

REGNUM MARIAE
COR JESU ADVENIAT REGNUM TUUM, ADVENIAT PER MARIAM! "La Inmaculada debe conquistar el mundo entero y cada individuo, así podrá llevar todo de nuevo a Dios. Es por esto que es tan importante reconocerla por quien Ella es y someternos por completo a Ella y a su reinado, el cual es todo bondad. Tenemos que ganar el universo y cada individuo ahora y en el futuro, hasta el fin de los tiempos, para la Inmaculada y a través de Ella para el Sagrado Corazón de Jesús. Por eso nuestro ideal debe ser: influenciar todo nuestro alrededor para ganar almas para la Inmaculada, para que Ella reine en todos los corazones que viven y los que vivirán en el futuro. Para esta misión debemos consagrarnos a la Inmaculada sin límites ni reservas." (San Maximiliano María Kolbe)

sábado, 25 de marzo de 2017

¡18 AÑOS DE UNA INMENSA GRACIA CONCEDIDA POR LA MADRE DE DIOS!

"Aquel hermoso día en que pronuncié el "Sí"...Aquel día sí que supe lo que era sentir el fuego de tu amor"
"María con su "Fiat" ha hecho posible que Dios se abajara y se hiciera uno de nosotros; es el gran misterio del Amor"
(Notas de conciencia de la Madre María Elvira de la Santa Cruz)
Era el 25 de marzo del año 1999 cuando en la Iglesia Conventual de las Madres Clarisas de la ciudad de Pontevedra, el Excelentísimo Señor Arzobispo de Santiago de Compostela, recibía la Profesión perpetua de la Madre María Elvira de la Santa Cruz y de la Hermana María del Carmen de la Eucaristía, Misioneras de la Fraternidad de Cristo Sacerdote y Santa María Reina.
Con motivo de aquel entrañable acontecimiento asistieron a la Santa Misa fieles de la ciudad de Pontevedra y de distintas parroquias rurales, especialmente de Arcos de la Condesa. Las nuevas profesas se vieron arropadas,no sólo por las Damas Pobres de Santa Clara, sino también por otras Religiosas de distintas Congregaciones presentes en la ciudad de Pontevedra. Ejercieron como madrinas, para la vestición de hábito de las Hermanas, Religiosas de la Congregación de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados.
Fue una ceremonia entrañable y de inmensa alegría para todos, especialmente para el Pastor diocesano, al recibir en sus manos la Profesión de las Hermanas Misioneras que consagraban su vida a Jesucristo y a la Iglesia con el propósito de ponerse al servicio de los sacerdotes y de las parroquias más humildes y sencillas de la diócesis.
El mismo día en que la Iglesia celebraba el "Fiat" de la Virgen Santísima a la misiva del Arcángel San Gabriel, y del "Fiat" del Hijo al Eterno Padre, para encarnarse en el seno Purísimo de la Virgen y llevar a cabo la obra de la Redención, estas dos humildes Hermanas pronunciaban su "Sí" de aceptación de ser Esposas de Cristo y continuadoras de la misión maternal de María en el seno de la Santa Iglesia Católica.
A partir de ahí se escribió una historia de amor, de entrega sin reservas, de dedicación completa a Cristo, a la Iglesia  y a los hermanos. Una historia sin ruidos ni alharacas. Una vida de sencillez evangélica:adoración, contemplación, trabajo y apostolado. Una vida en el corazón de las parroquias rurales al servicio de los sacerdotes, de los niños y jóvenes, de los enfermos y de las familias.
Las Misioneras de la Fraternidad escribieron páginas maravillosas de evangelio en los albores del siglo XXI. Y lo hicieron hasta dejar la propia vida enterrada en el surco de su historia, como semilla que sin duda germinará en frutos de vida eterna.
¡No hay pruebas ni contradicciones, por duras que sean, que logren acabar con la virtud de la esperanza de los auténticos seguidores de Cristo!
La Madre María Elvira y la Hermana María del Carmen han dejado en las comunidades parroquiales el testimonio de su esperanza, conforme a las palabras del Apóstol de las gentes:
"Este tesoro del ministerio lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan; estamos apurados, pero no desesperados; acosados, pero no abandonados; nos derriban, pero no nos rematan; en toda ocasión y por todas partes, llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte, por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. Así, la muerte está actuando en nosotros, y la vida en vosotros. Teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: «Creí, por eso hablé», también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también con Jesús nos resucitará y nos hará estar con vosotros. Todo es para vuestro bien. Cuantos más reciban la gracia, mayor será el agradecimiento, para gloria de Dios".
La Madre María Elvira fue llamada por el Señor a su presencia a la pronta edad de sus cuarenta años. La Hermana María del Carmen, octogenaria y enferma, permanece, como única Misionera de la Fraternidad, en una Residencia para personas mayores.
Su ausencia en las parroquias donde entregaron su vida no dejan de sentir cierta orfandad maternal en el plano espiritual. Su recuerdo permanece intacto y todavía palpitante a pesar del transcurrir del tiempo.
Las comunidades parroquiales se configuran en torno a la presencia y al ministerio de los sacerdotes de Jesucristo. Sin embargo, el ministerio sacerdotal y la vida de las comunidades parroquiales se sienten enriquecidas y agraciadas cuando pueden disfrutar de la presencia y de la labor de las Esposas de Cristo, quienes hacen presente conforme a su vocación la labor maternal de María en el corazón de la Iglesia.
Es el Señor, quien en su Providencia amorosa rige el curso de la historia y pilota la navecilla de su Iglesia. 
Sólo el Señor conoce lo que es necesario en cada momento y en cada lugar.
Las obras del Señor no se pueden medir con categorías humanas.
La eficacia de la entrega de los siervos de Dios nada tiene que ver con las claves del éxito humano.
Si narramos la historia no es para encumbrar a las personas, sino para que podamos edificarnos y alegrarnos al contemplar cómo el Señor no deja de hacer obras grandes en la sencillez de cada día, en todo tiempo y lugar, y a través de las almas que le son fieles hasta el fin.
Si el Señor y la Virgen Santísima consideran necesario que la labor, un día encomendada a las Misioneras de la Fraternidad, tenga continuidad en el corazón de su Iglesia, no nos quepa duda que habrán de suscitar nuevas Misioneras de la Fraternidad que sigan la senda abierta por la Madre María Elvira y la Hermana María del Carmen.
En la Solemnidad de la Anunciación a María y de la Encarnación del Verbo elevamos nuestra acción de gracias por el don que nos es regalado en la vida y en la entrega de todas las mujeres consagradas a Cristo y servidoras de su evangelio.
Gracias por tantos testimonios vivientes de fidelidad a Cristo, a su Iglesia y a los hermanos.
"Quien practica la fidelidad demuestra creer en lo eterno".
Manuel María de Jesús F.F.

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