REGNUM MARIAE

REGNUM MARIAE
COR JESU ADVENIAT REGNUM TUUM, ADVENIAT PER MARIAM! "La Inmaculada debe conquistar el mundo entero y cada individuo, así podrá llevar todo de nuevo a Dios. Es por esto que es tan importante reconocerla por quien Ella es y someternos por completo a Ella y a su reinado, el cual es todo bondad. Tenemos que ganar el universo y cada individuo ahora y en el futuro, hasta el fin de los tiempos, para la Inmaculada y a través de Ella para el Sagrado Corazón de Jesús. Por eso nuestro ideal debe ser: influenciar todo nuestro alrededor para ganar almas para la Inmaculada, para que Ella reine en todos los corazones que viven y los que vivirán en el futuro. Para esta misión debemos consagrarnos a la Inmaculada sin límites ni reservas." (San Maximiliano María Kolbe)

viernes, 7 de marzo de 2014

VIERNES DESPUÉS DE CENIZA

 "El Señor me ha oído y se ha compadecido de mí. El Señor se ha hecho mi ayudador. Yo te ensalzaré, Señor, porque me amparaste; y no permitiste que mis enemigos se burlasen de mí"

(Introito)

Bienaventurado el hombre que permanece atento a la voz del Señor y no cierra el corazón a su Palabra.
Bienaventurados todos aquellos que como María acogen en su corazón la voluntad del Señor, la meditan y la ponen en práctica.
Bienaventurados los que no cierran sus oídos a los lamentos y al llanto de su prójimo.
Bienaventurados los que viven atentos al clamor de su prójimo y acuden presurosos para prestarles su auxilio.
Bienaventurados los de corazón compasivo y misericordioso porque escaparán al juicio implacable del Señor. Estos son los que enjugan las lágrimas de sus hermanos, hacen suyos sus padecimientos, se inclinan para sanar sus heridas y acercan a todos la ternura de Dios.
Dichosos los que siempre están dispuestos a ayudar a su prójimo, a levantar a los caídos, a animar a los desesperanzados, a consolar a los que caminan tristes y agobiados.
Dichoso es el hombre que se deja consumir por el fuego del amor divino y mediante sus obras brilla en medio de las tinieblas que se ciernen sobre el mundo aprisionado por los odios y las ambiciones, por las injusticias y el desamor.
P. Manuel María de Jesús

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