La Maternidad Divina de la Santísima
Virgen importa, en el actual hecho de la Redención, no solo la supereminencia
de la Señora sobre todo el mundo en el orden ontológico, lo que la constituye
Emperatriz de Cielos y Tierra, sino los títulos y la realidad de la
Corredención y de la Mediación Universal para con nosotros.
Cuando decimos que la Virgen es
Corredentora de los hombres queremos significar que Ella es socia, cooperadora,
coadjutora de Su Hijo Jesucristo en la Obra de la Redención. Por este título es
también Mediadora Universal en cuanto por el hecho de la Corredención nos
adquirió, junto con Jesús, la totalidad de las gracias de la Redención
Universal por Él obrada.
Y cuando la llamamos Mediadora
Universal entendemos que Ella no solo logró, en plano secundario de la
Corredención, la totalidad de las gracias, en una Corredención tan copiosa como
la misma Redención, sino que tiene una intervención universal en la
distribución de todas y cada una de las gracias, de modo que toda gracia nos
viene por María Santísima.
-Cardenal Gomá. Primado de España-
Oh Virgen bendita, Madre de Dios, desde Vuestro trono celestial donde reináis, dirigid Vuestra mirada misericordiosa sobre mí, miserable pecador, indigno servidor Vuestro. Aunque bien sé mi propia indignidad, deseo reparar por las ofensas cometidas contra Vos por lenguas impías y blasfemas, y desde lo más profundo de mi corazón, Os alabo y exalto como a la creatura más pura, más perfecta, más santa, de entre todas las obras de las manos de Dios. Bendigo Vuestro santo Nombre, Os alabo por el exaltado privilegio de ser verdaderamente la Madre de Dios, siempre Virgen, concebida sin mancha de pecado, Corredentora de la raza humana
(Sagrada Congregación del Santo Oficio.22 de enero de 1914. indulgencia parcial de 100 días)