REGNUM MARIAE

REGNUM MARIAE
COR JESU ADVENIAT REGNUM TUUM, ADVENIAT PER MARIAM! "La Inmaculada debe conquistar el mundo entero y cada individuo, así podrá llevar todo de nuevo a Dios. Es por esto que es tan importante reconocerla por quien Ella es y someternos por completo a Ella y a su reinado, el cual es todo bondad. Tenemos que ganar el universo y cada individuo ahora y en el futuro, hasta el fin de los tiempos, para la Inmaculada y a través de Ella para el Sagrado Corazón de Jesús. Por eso nuestro ideal debe ser: influenciar todo nuestro alrededor para ganar almas para la Inmaculada, para que Ella reine en todos los corazones que viven y los que vivirán en el futuro. Para esta misión debemos consagrarnos a la Inmaculada sin límites ni reservas." (San Maximiliano María Kolbe)

jueves, 22 de agosto de 2024

SANTA MARÍA REINA

 


Queridos hermanos y hermanas:

Se celebra hoy la memoria litúrgica de la Bienaventurada Virgen María invocada con el título: «Reina». Es una fiesta de institución reciente, aunque es antiguo su origen y devoción: fue instituida por el venerable Pío XII, en 1954, al final del Año Mariano, fijando para su celebración la fecha del 31 de mayo (cf. Carta enc. Ad caeli Reginam, 11 de octubre de 1954: AAS 46 [1954] 625-640). En esa circunstancia el Papa dijo que María es Reina más que cualquier otra criatura por la elevación de su alma y por la excelencia de los dones recibidos. Ella no cesa de dispensar todos los tesoros de su amor y de sus cuidados a la humanidad (cf. Discurso en honor de María Reina, 1 de noviembre de 1954). Ahora, después de la reforma posconciliar del calendario litúrgico, fue situada ocho días después de la solemnidad de la Asunción para poner de relieve la íntima relación entre la realeza de María y su glorificación en cuerpo y alma al lado de su Hijo. En la constitución del concilio Vaticano II sobre la Iglesia leemos: «María fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo y elevada al trono por el Señor como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo» (Lumen gentium, 59).

Este es el fundamento de la fiesta de hoy: María es Reina porque fue asociada a su Hijo de un modo único, tanto en el camino terreno como en la gloria del cielo. El gran santo de Siria, Efrén el siro, afirma, sobre la realeza de María, que deriva de su maternidad: ella es Madre del Señor, del Rey de los reyes (cf. Is 9, 1-6) y nos señala a Jesús como vida, salvación y esperanza nuestra. El siervo de Dios Pablo VI recordaba en su exhortación apostólica Marialis cultus: «En la Virgen María todo se halla referido a Cristo y todo depende de él: con vistas a él, Dios Padre la eligió desde toda la eternidad como Madre toda santa y la adornó con dones del Espíritu Santo que no fueron concedidos a ningún otro» (n. 25).

Pero ahora nos preguntamos: ¿Qué quiere decir María Reina? ¿Es sólo un título unido a otros? La corona, ¿es un ornamento junto a otros? ¿Qué quiere decir? ¿Qué es esta realeza? Como ya hemos indicado, es una consecuencia de su unión con el Hijo, de estar en el cielo, es decir, en comunión con Dios. Ella participa en la responsabilidad de Dios respecto al mundo y en el amor de Dios por el mundo. Hay una idea vulgar, común, de rey o de reina: sería una persona con poder y riqueza. Pero este no es el tipo de realeza de Jesús y de María. Pensemos en el Señor: la realeza y el ser rey de Cristo está entretejido de humildad, servicio, amor: es sobre todo servir, ayudar, amar. Recordemos que Jesús fue proclamado rey en la cruz con esta inscripción escrita por Pilato: «rey de los judíos» (cf. Mc 15, 26). En aquel momento sobre la cruz se muestra que él es rey. ¿De qué modo es rey? Sufriendo con nosotros, por nosotros, amando hasta el extremo, y así gobierna y crea verdad, amor, justicia. O pensemos también en otro momento: en la última Cena se abaja a lavar los pies de los suyos. Por lo tanto, la realeza de Jesús no tiene nada que ver con la de los poderosos de la tierra. Es un rey que sirve a sus servidores; así lo demostró durante toda su vida. Y lo mismo vale para María: es reina en el servicio a Dios en la humanidad; es reina del amor que vive la entrega de sí a Dios para entrar en el designio de la salvación del hombre. Al ángel responde: He aquí la esclava del Señor (cf. Lc 1, 38), y en el Magníficat canta: Dios ha mirado la humildad de su esclava (cf. Lc 1, 48). Nos ayuda. Es reina precisamente amándonos, ayudándonos en todas nuestras necesidades; es nuestra hermana, humilde esclava.

De este modo ya hemos llegado al punto fundamental: ¿Cómo ejerce María esta realeza de servicio y de amor? Velando sobre nosotros, sus hijos: los hijos que se dirigen a ella en la oración, para agradecerle o para pedir su protección maternal y su ayuda celestial tal vez después de haber perdido el camino, oprimidos por el dolor o la angustia por las tristes y complicadas vicisitudes de la vida. En la serenidad o en la oscuridad de la existencia, nos dirigimos a María confiando en su continua intercesión, para que nos obtenga de su Hijo todas las gracias y la misericordia necesarias para nuestro peregrinar a lo largo de los caminos del mundo. Por medio de la Virgen María, nos dirigimos con confianza a Aquel que gobierna el mundo y que tiene en su mano el destino del universo. Ella, desde hace siglos, es invocada como celestial Reina de los cielos; ocho veces, después de la oración del santo Rosario, es implorada en las letanías lauretanas como Reina de los ángeles, de los patriarcas, de los profetas, de los Apóstoles, de los mártires, de los confesores, de las vírgenes, de todos los santos y de las familias. El ritmo de estas antiguas invocaciones, y las oraciones cotidianas como la Salve Regina, nos ayudan a comprender que la Virgen santísima, como Madre nuestra al lado de su Hijo Jesús en la gloria del cielo, está siempre con nosotros en el desarrollo cotidiano de nuestra vida.

El título de reina es, por lo tanto, un título de confianza, de alegría, de amor. Y sabemos que la que tiene en parte el destino del mundo en su mano es buena, nos ama y nos ayuda en nuestras dificultades.

Queridos amigos, la devoción a la Virgen es un componente importante de la vida espiritual. En nuestra oración no dejemos de dirigirnos a ella con confianza. María intercederá seguramente por nosotros ante su Hijo. Mirándola a ella, imitemos su fe, su disponibilidad plena al proyecto de amor de Dios, su acogida generosa de Jesús. Aprendamos a vivir como María. María es la Reina del cielo cercana a Dios, pero también es la madre cercana a cada uno de nosotros, que nos ama y escucha nuestra voz. 

Benedicto XVI

Castelgandolfo

Miércoles 22 de agosto de 2012

viernes, 2 de agosto de 2024

TESTIMONIO DE DON ALBERTO SECCI

 

DonAlberto,

Su figura de sacerdote, que volvió a la Santa Misa como de costumbre con motivo del Motu Proprio, dio mucho que hablar en los medios de comunicación en los años 2007 - 2008. Hoy, después de mucho tiempo después de aquellos convulsos acontecimientos, le pedimos que respondas a algunas preguntas que puedan permitir a los fieles italianos conocer mejor tu historia y el apostolado que llevas a cabo.

P. ¿Cómo conoció la Santa Misa Tradicional y qué le llevó, a pesar de las dificultades, a abrazar exclusivamente este rito?

R. Difícil de responder. Es como si siempre hubiera estado ahí. Recuerdo no haber tolerado nunca una determinada manera de celebrar, haber sentido el ridículo de muchas liturgias, siempre ha sido así. Era como saber que estábamos en un momento confuso, un momento dramático, pero que regresaríamos a casa. Todo en la iglesia hablaba de la antigua liturgia, sólo faltaba y se esperaba.

Como vicario parroquial y más aún como párroco hice todo lo que me pareció posible en aquel momento: altar ad orientem, canto gregoriano con los fieles, comunión en la boca, uso constante de la sotana, reuniones doctrinales para los adultos, catecismo tradicional para los niños. Pero no fue suficiente, el corazón de la Misa estaba en duda, pero cómo hacerlo, ¡ya estaba "bajo investigación" desde hacía años por lo poco que había hecho!

En 2005 introduje primero el ofertorio y luego el canon de la Misa habitual en la misa de Pablo VI.

Esperé pacientemente el tan anunciado Motu Proprio, que nunca pareció llegar, y el 11 de julio de 2007 comencé, era martes, a celebrar sólo la Misa diaria. Debo decir que el golpe final lo dio mi hermano: en un viaje a la montaña el día anterior me dijo “no sé a qué estás esperando”… fue la señal de que tenía que empezar. .

P.- ¿Por qué, a diferencia de otros sacerdotes que han aceptado el "Summorum Pontificum", usted rechaza el llamado "biritualismo"?

R. Seré muy breve: la obligación del biritualismo me parece absurda. Si hemos encontrado la verdad, lo mejor, lo que expresa más plenamente la fe católica, sin ambigüedades peligrosas, ¿por qué deberíamos seguir celebrando algo menos? En efecto, en el biritualismo un rito muere y el otro permanece. En el biritualismo el sacerdote se cansa en la tristeza de una especie de esquizofrenia, y el pueblo no se edifica, no se educa, no se consuela en la belleza de Dios. Evito un discurso teológico-litúrgico, no es el caso en una entrevista. Dicen que quien permanece en el biritualismo, tarde o temprano abandonará la misa habitual y creará motivos para permanecer en el mundo de la reforma, tal vez vivido de forma conservadora, con una tristeza interior, como quien ha traicionado el amor por Dios de la Juventud.

La ambigüedad del rito conduce a una herejía de hecho. ¿No es eso lo que nos pasó?

P.- ¿Cómo reaccionaron sus fieles cuando supieron la decisión de volver a la Misa antigua?

R. Nadie se sorprendió. Los seguidores dijeron: ¡por fin! Los que estaban en contra decían: ¡lo dijimos nosotros! Pero yo diría que casi toda la gente estaba comprometida: cogieron el folleto, querían entender... un bonito clima de fervor.

Siempre me ayudó un grupo de fieles, sencillos y fuertes, que siempre estuvieron dispuestos a trabajar conmigo; Pienso especialmente en aquellos que han seguido haciendo ensayos de canto desde 1995.

Luego empezaron a decir que desobedecimos al Obispo, luego al Papa y luego todo fue más complicado, pero al principio no fue así.

Fuente:https://chiesaepostconcilio.blogspot.com/

Para seguir el apostolado de Don Alberto:https://www.radicatinellafede.com/