REGNUM MARIAE

REGNUM MARIAE
COR JESU ADVENIAT REGNUM TUUM, ADVENIAT PER MARIAM! "La Inmaculada debe conquistar el mundo entero y cada individuo, así podrá llevar todo de nuevo a Dios. Es por esto que es tan importante reconocerla por quien Ella es y someternos por completo a Ella y a su reinado, el cual es todo bondad. Tenemos que ganar el universo y cada individuo ahora y en el futuro, hasta el fin de los tiempos, para la Inmaculada y a través de Ella para el Sagrado Corazón de Jesús. Por eso nuestro ideal debe ser: influenciar todo nuestro alrededor para ganar almas para la Inmaculada, para que Ella reine en todos los corazones que viven y los que vivirán en el futuro. Para esta misión debemos consagrarnos a la Inmaculada sin límites ni reservas." (San Maximiliano María Kolbe)

jueves, 15 de enero de 2015

LAS VOCACIONES EN LA IGLESIA

* Año de la Vida Consagrada
La vocación no es un privilegio de pocos. Es un derecho de todos. El mayor pecado es traicionar o vender la propia vocación, es lo mismo que traicionar a Dios. Es fracasar en la misión que Él te confió.
La felicidad personal y la realización auténtica están escondidas en la vocación personal… Ser feliz consiste en responder a la llamada de Dios.
La vocación personal condiciona la elección del estado de vida. No se va al matrimonio porque eso es lo normal, porque así lo hacen todos. Ni uno se hace sacerdote porque le gusta. Uno se hace sacerdote o se casa porque ésta es la mejor manera de realizar la propia misión.
La vocación condiciona también la elección de profesión: no escojo tal carrera o tal profesión porque me dará mucho dinero, porque me proporcionará mucho bienestar o mucha seguridad o mucha fama. La pregunta fundamental que uno tiene que hacerse no es ¿qué carrera o qué profesión escogeré? La pregunta buena es ésta: ¿Cuál es mi vocación? Y después esta otra: ¿Qué carrera, qué estudios, que trabajo van mejor con mi vocación?
Vocación del laico
Santificando los vínculos humanos y, en primer lugar, los familiares donde tienen origen las relaciones sociales; sometiéndose a las leyes de su patria. Trabajando como pastor y agricultor, como albañil, herrero y carpintero, pero siempre por amor al Padre y a sus hermanos, Jesús es la realización perfecta de la vocación del LAICO cristiano: Dios llama a éste a participar en la obra de la creación, a liberarla del influjo del pecado ordenando las realidades cotidianas según su plan eterno; a santificarse contribuyendo a la salvación del mundo desde adentro, a modo de sal y levadura, en el matrimonio o en el celibato, en la familia, la profesión y en las diversas actividades sociales.
Vocación al Matrimonio
Es, fundamentalmente, descubrir y desarrollar mi persona, la persona de mi pareja y nuestra relación de mutua pertenencia. A través de nuestra llamada recíproca de ser el uno del otro, Dios nos comunica el plan que tiene para nosotros. Lo vamos comprendiendo a medida que lo realizamos (y viceversa). Comprendemos que nuestro encuentro no fue fruto del acaso, sino de Su voluntad; que ninguno de los dos existió nunca sólo en su mente, puesto que nos hizo el uno para el otro. Sólo amándonos como Él nos ama podemos realizarnos a su imagen y llegar a ser uno como Él.
En esta comunión de amor que es siempre fecunda y dadora de vida (aunque no pudiéramos engendrar biológicamente) está nuestra vocación y nuestro destino: toda nuestra felicidad en el tiempo y en la eternidad. Realizar mi vocación al matrimonio, es "madurar" física y psicológicamente, social y espiritualmente; crecer constantemente primero como persona, y luego como pareja y familia.
Vocación Religiosa
Jesús es la realización plena de la vocación religiosa cuando deja su hogar y su profesión para consagrarse totalmente a la causa del Reino de Dios; cuando renuncia al matrimonio para vivir en comunidad con sus discípulos, una vida de total desprendimiento hecha don y servicio hasta el sacrificio supremo; cuando anuncia así, en pobreza, castidad y obediencia, el Amor infinito del Padre para destronar los ídolos y restaurar su soberanía en este mundo.
Esta vocación es la llamada a "dejarlo todo" para seguir a Cristo "a tiempo completo" en una comunidad de hermanos que muestre a todos, con el mismo testimonio de vida pobre, obediente y casta, que Su "Buena Noticia" es verdadera y Su proyecto realizable; que ya en este mundo podemos comenzar a ser familia de Dios, como Dios es familia, con su mismo amor.
Vocación Sacerdotal
La vocación sacerdotal es una llamada de Dios y no una iniciativa de los hombres, necesita de la respuesta permanente en un diálogo de aceptación, en un crecer constantemente, con las crisis y éxitos propios de todo crecer humano.
Jesucristo sigue llamando y enviando a algunos hombres para seguirle de una manera más radical y hacerles "pescadores de hombres" (Mt. 4,19). Continúa repitiendo a través de la Iglesia, "Como el Padre me envió, así los envío yo a vosotros".
El sacerdote es enviado por Jesucristo y no es elegido por el pueblo. Su sacerdocio es una misión y un servicio que le lleva a realizar la voluntad de quien le envía y no hacer su propia voluntad; es dar la vida por las ovejas, como el Buen Pastor, completando en su propio cuerpo lo que falta de los sufrimientos de Cristo por la Iglesia, ofreciéndose voluntariamente.
Como Cristo deberá decir "He aquí Padre que he venido para hacer tu voluntad" (Heb. 10,7).
El sacerdote es un enviado al servicio del reino de Dios y en colaboración con la Iglesia entera. Es colaborador del Obispo de quien su misión es imposible separar. La misión sacerdotal cumple la triple tarea de ser profeta, sacerdote y pastor. El ministerio sacerdotal es ministerio de la Palabra y de los Sacramentos y de conducción del pueblo cristiano. La Eucaristía es el eje y el centro de todo su ministerio.
El sacerdote, servidor de la fe y testigo del amor de Cristo entre los hombres, como lo expresa Juan Pablo II, está al servicio de las comunidades cristianas.
El profeta, el sacerdote y el pastor se encuentran encarnados en hombres concretos que deberán realizar esta triple misión en forma armoniosa y complementaria a todo el servicio de la Evangelización, la gran prioridad de la Iglesia. Evangelizar para el sacerdote, significa entregar la Palabra de Dios, la Eucaristía, el perdón de los pecados, en una línea pastoral que forma personas y comunidades al servicio del Pueblo de Dios. Vive su consagración de una forma exclusiva por medio del Celibato, el cual le garantiza tener un corazón indiviso, sólo para Dios. Se une a Él por medio de la oración continua, y se acoge a la Madre de Dios para que le ayude en la vivencia de su vocación.
Ser sacerdote no es una profesión que se realiza por horas o por turnos. Es una vocación recibida por Dios que exige la vida enteramente entregada al servicio sacerdotal.
Fuente: mercaba.org

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