REGNUM MARIAE

REGNUM MARIAE
COR JESU ADVENIAT REGNUM TUUM, ADVENIAT PER MARIAM! "La Inmaculada debe conquistar el mundo entero y cada individuo, así podrá llevar todo de nuevo a Dios. Es por esto que es tan importante reconocerla por quien Ella es y someternos por completo a Ella y a su reinado, el cual es todo bondad. Tenemos que ganar el universo y cada individuo ahora y en el futuro, hasta el fin de los tiempos, para la Inmaculada y a través de Ella para el Sagrado Corazón de Jesús. Por eso nuestro ideal debe ser: influenciar todo nuestro alrededor para ganar almas para la Inmaculada, para que Ella reine en todos los corazones que viven y los que vivirán en el futuro. Para esta misión debemos consagrarnos a la Inmaculada sin límites ni reservas." (San Maximiliano María Kolbe)

jueves, 2 de enero de 2014

DULCE NOMBRE DEL BUEN JESÚS


HISTORIA DE LA DEVOCIÓN
La historia de la devoción al Dulce Nombre de Jesús proviene del 20 de Septiembre del año 1274 (durante el Concilio de Lyon), cuando el Pontífice Gregorio X dictó una Bula encaminada a desagraviar los insultos que se manifestaban contra el Nombre de Jesús. Las órdenes de Santo Domingo de Guzmán (Dominicos) y Franciscana fueron las encargadas de custodiar y extender dicha devoción por toda Europa. Así, Gregorio X escribió una carta a Juan de Vercelli, el entonces Superior General de los Dominicos, donde declaraba, "nos, hemos prescrito a los fieles… reverenciar de una manera particular ese Nombre que está por encima de todos los nombres…". Este acto resultó en la fundación de la Sociedad del Santo Nombre. Se decía que el Nombre de Jesús estaba en la boca de San Francisco "como la miel en el panal" y San Francisco mismo escribió, "ningún hombre es digno de decir Tu Nombre". Luego, San Bernardo escribió sermones enteros sobre el Nombre de Jesús y dijo: "Jesús es miel en la boca, melodía en el oído, un canto de delicia en el corazón". San Buenaventura exclama, "Oh, alma, si escribes, lees, enseñas, o haces cualquier otra cosa, que nada tenga sabor alguno para ti, que nada te agrade excepto el Nombre de Jesús".
“Dios le ensalzó y le dio un nombre que está por encima de todo nombre, para que ante el nombre de Jesús toda rodilla se doblegue, de los que moran en los cielos, en la tierra y en los infiernos”.
“Le pondréis el nombre de Jesús, porque El rescatará a su pueblo de sus pecados".
«Un nombre sobre todo nombre, ante el que tiene que doblar toda rodilla en los cielos, la tierra y los infiernos".

"En ningún otro nombre obtiene nadie la salvación; ni a los hombres se nos ha dado otro nombre por el que tengamos que salvarnos."

El Buen Jesús de Teresa de Jesús: Jesús humano. La humanidad de Jesús
 Teresa, después de haber recorrido el camino de la oración, ante sus luchas y resistencias, viene un cambio radical en su vida, el encuentro con la humanidad de Jesús.
La humanidad de Jesús fue quien le incentivo todo ese proceso de madurez espiritual, el cambio determinante en su vida donde la condujo, muchas veces forzando, empujando, mirando, regalándose, dándose, poco a poco a enamorase de Jesús y ella se dejó amar.
A partir de conocer a la persona de Jesús, la santa descubrirá la bondad del Señor y el camino de la virtud a partir de los consejos evangélicos. Su manera de expresión, de mostrar cercanía, confianza y amistad será llamarle el Buen Jesús, porque es el Buen Jesús quien le dio un vuelco a su propia historia. Para Teresa, Jesús es el hombre que pasó haciendo el bien. Un hombre BUENO que ofrecía bondad.
El proceso del encuentro con Jesús, no se da en un solo momento. Hay muchos llamamientos, intervenciones, mercedes, experiencias que suscitaron un trato, una relación de amigos, donde se dieron la oportunidad de conocerse y amarse. Jesús poco a poco se fue dándose y Teresa poco a poco se fue disponiendo. El encuentro acontece en medio de muchos encuentros cotidianos, principalmente en la oración, y después de comulgar en la Eucaristía. Desde niña, adolescente, joven y monja conocía de Jesús. A partir de 1554, en la conversión, experimenta a Jesús. El conocimiento va a ser experiencial, de trato.
En este momento significativo de la conversión, inicia Jesús a mostrársele y enamorarla de su humanidad descubriéndole quién es Él. Teresa se da cuenta que en este camino de amistad, también ella necesita mostrarse quién es. Resaltará la importancia de la humildad, porque este camino humano es necesario LA VERDAD.
Teresa, en sus inicios, se ejercitaba en la oración de meditación y acudía a representar con el pensamiento y la imaginación a Jesús, …procuraba lo más que podía traer a Jesucristo, nuestro bien y Señor, dentro de mí presente, y ésta era mi manera de oración [1]. Sin embargo, era sólo con el entendimiento, pensaba, discurría, meditaba. A partir, de la conversión, de esta experiencia de la humanidad de Jesús, iniciará una novedad en su experiencia orante, ya no es por el pensamiento, sino, siente, dentro la presencia de Jesús, ….entrando un día en el oratorio, vi una imagen que habían traído allí a guardar, que se había buscado para cierta fiesta que se hacía en casa. Era de Cristo muy llagado y tan devota que, en mirándola, toda me turbó de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros. Fue tanto lo que sentí de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece se me partía, y arrójeme cabe él con grandísimo derramamiento de lágrimas, suplicándole me fortaleciese ya de una vez para no ofenderle [2].
La narración de la experiencia…ante un Cristo muy llagado, remueve las entrañas de Teresa, pasa algo dentro, que transforma a la persona. A partir de esa transformación ya no se vive igual, se vive de otra manera, o se busca vivir con más coherencia y libertad. Cuando acontece y pasa algo dentro, es la acción gratuita de Dios que interviene en la vida de Teresa, y de cada uno de nosotros. No podemos pensar que la conversión es algo inmediato, que se da y surge el cambio inmediato en la persona. No es así. Sino que acontece como un despertar de un sueño aletargado que mantiene a la persona en suspensión, y la reactivación surge como una experiencia de gracia, de luz, de claridad que se abraza y se deja llevar por un camino nuevo, de buscar una vida nueva. Inicia la lucha y perseverancia, la determinada determinación.
Lo que Teresa hace hincapié es que durante mucho tiempo, cerca de 19 años (1535 a 1554) buscaba de mil maneras vivir con intensidad la vida espiritual por medio de la oración, confesión, hablar con letrados, lecturas de libros espirituales, etc…. Pero había otra realidad que no le dejaba mantener un equilibrio en su vida: una vida agitada y volcada al exterior: locutorio, visitas, vanidades, de ocasión en ocasión, etc…
El cambio resultará progresivo cuando la santa descubre a Jesús, dentro de sí y a Jesús humano. El cambio radical en Teresa será, pasar de una oración meditativa a una oración experiencial, viva y latente en el interior.
-  procuraba representar a Cristo dentro de mí…
-  y hallábame mejor, a mi parecer, de las partes adonde le veía más solo
-  ... allí era mi acompañarle;
-  comencé a tener oración sin saber qué era, y ya la costumbre tan ordinaria me hacía no dejar esto [3].
Yo sólo podía pensar en Cristo como hombre mas es así que jamás le pude representar en mí, por más que leía su hermosura y veía imágenes, sino como quien está ciego o a oscuras, que aunque habla con una persona y ve que está con ella (porque sabe cierto que está allí, digo que entiende y cree que está allí mas no la ve), de esta manera me acaecía a mí cuando pensaba en nuestro Señor
Como buena maestra de experiencia en el trato con Dios, defenderá que la humanidad de Cristo, no embaraza o impide a la más perfecta contemplación. Esta postura va en contra de las doctrinas espirituales del s. XVI que decían a los que llegan ya tan adelante en la vida espiritual la Humanidad de Cristo es obstáculo y por eso proponen que aparten de sí toda imaginación corpórea y que se lleguen a contemplar en la Divinidad… la santa lo vivió y, para ella, fue un terrible. ¿por qué defiende la santa esta verdad de la humanidad de Cristo?
Porque al centrar la oración en la humanidad de Cristo ayuda a que los trabajos y dificultades propios de cada orante, sea estímulo el pensar que él los pasó. Por eso, ayuda mucho que le miraremos tan fatigado y hecho pedazos, corriendo sangre, cansado por los caminos, perseguido de los que hacía tanto bien, no creído de los Apóstoles…
También, porque en tiempo de flaquezas y debilidades y caídas, mirándoos a Vos cuál estuvisteis delante de los jueces, no se me haga bueno de sufrir. Con tan buen amigo presente, con tan buen capitán que se puso en lo primero en el padecer, todo se puede sufrir: es ayuda y da esfuerzo; nunca falta; es amigo verdadero.
Y, al mirar a Jesús hombre, …por esta puerta hemos de entrar, si queremos nos muestre la soberana Majestad grandes secretos. En medio de la fragilidad y debilidad, se descubre la grandeza de Dios y sus acciones: Él es el que todo lo puede.
Una vida espiritual sólida y madura hará comprender no querer otro camino, aunque esté en la cumbre de contemplación; por aquí va seguro. Este Señor nuestro es por quien nos vienen todos los bienes.
Al mirar a Jesús humano, aprendemos como vivir en Dios porque El le enseñará. Mirando su vida, es el mejor dechado. ¿Qué más queremos de un tan buen amigo al lado, que no nos dejará en los trabajos y tribulaciones, como hacen los del mundo? Bienaventurado quien de verdad le amare y siempre le trajere cabe sí.
Y al tener tan presente y cercano a Jesús, en su Humanidad es bueno siempre traerle presente como el glorioso San Pablo, que no parece se le caía de la boca siempre Jesús, como quien le tenía bien en el corazón.
Una oración natural centrada en la humanidad de Jesús hará al orante ser natural y humano porque la oración no es andar el alma en el aire…. Por eso, una vida natural y humana nos hace comprender que mientras vivimos y somos humanos, es gran cosa, traerle humano… y la santa insiste, nosotros no somos ángeles, sino tenemos cuerpo. Querernos hacer ángeles estando en la tierra, es desatino…. sino que ha de tener arrimo el pensamiento para lo ordinario.
La vida del orante es ordinaria, natural y siempre habrá sus dificultades, dudas, luchas, tentaciones. Por ello, a Teresa le ayudó siempre traer consigo a Jesús en su Humanidad porque en negocios y persecuciones y trabajos, cuando no se puede tener tanta quietud, y en tiempo de sequedades, es muy buen amigo Cristo, porque le miramos Hombre y vémosle con flaquezas y trabajos, y es compañía y, habiendo costumbre, es muy fácil hallarle cabe sí, aunque veces vendrán que lo uno ni lo otro se pueda.
La santa descubre que esta doctrina sustanciosa de la Humanidad de Cristo es un arte que la ha llevado Dios. Es Dios quien la educó, le enseñó, le acompañó y procuraba su Majestad darme a entender cosas para ayudarme a conocerme….
Teresa nos lanza a la oración. Una oración centrada en el Buen Jesús. En los inicios de este traer presente o representar al buen Jesús dentro, Teresa recomienda:
El ejercicio de la oración no sólo es mental, sino desde donde se aprende a ejercitarse el amor, donde en la oración es válido hablar, escuchar, pedir, quejarse, alegrarse, entristecerse, conocerse. Es la relación de dos amigos que están en continuo diálogo. Y la mejor manera, se puede seguir unos pasos:
…representarse (imaginarse) delante de Cristo…
…acostumbrarse a enamorarse mucho de su sagrada Humanidad (persona de Jesús)
…traerle siempre consigo
…hablar con él,…
…pedirle para sus necesidades
…quejársele de sus trabajos,
…alegrarse con él en sus contentos y no olvidarle por ellos,
…sin procurar oraciones compuestas, sino palabras conforme a sus deseos y necesidad.
Esta manera de orar, dirá Teresa que …es excelente manera de aprovechar y muy en breve; y quien trabajare a traer consigo esta preciosa compañía y se aprovechare mucho de ella y de veras cobrare amor a este Señor, a quien tanto debemos, yo le doy por aprovechado [4]
Aprendemos de Teresa de Jesús a:
Con Teresa, le pedimos a Dios el don de la conversión. De un cambio radical y determinante en nuestra vida.
Teresa nos enseña que el medio por excelencia, para poder descubrir y acoger el cambio de vida es ver a Jesús en su Humanidad. Al verle humano, nos ayuda en el camino a comprender mejor que para asumir y asimilar el reino de Dios es un camino que recorrer. No se da al momento la conversión, sino es un proceso de asimilar en la vida la opción por el reino de Dios.
La mejor manera, que Teresa nos enseña para el camino de la oración interior, es experimentar dentro a Jesús. Ayuda mucho traer de continuo esa presencia y acostumbrarnos a ejercitar esta compañía.
Teresa nos enseña a apasionarnos por la persona de Jesús y enamorarnos de su Humanidad.
 AUTOR: Julio Rincón OCD

[1] V. 4, 8
[2] V. 9, 1
[3] V. 9, 4
[4] V. 12, 2

¡Oh Buen Jesús de mi alma!

¿Qué tengo yo que Tú no me hayas dado?

¿Qué sé yo que Tú no me hayas enseñado?

¿Qué merezco yo si no estoy unido a ti?

Alúmbrame, Señor, si estoy engañado.
Enséñame el camino, si estoy perdido.
Perdóname los yerros que contra ti he cometido.

Pues me creaste sin que te lo rogara,

me redimiste sin que lo mereciera:
Mucho hiciste en crearme y mucho en redimirme; no eres menos poderoso en perdonarme.
En la acerba muerte que padeciste,
la mucha sangre que derramaste no fue por los ángeles que te alaban,sino por mí, y los más pecadores que te ofenden.

Pues te he negado, déjame reconocerte.

Pues he blasfemado, déjame adorarte.
Pues te he ofendido déjame servirte.
Pues es más muerte que vida, la que en tu santo servicio no se haya empleado. Amén


LETANÍAS DEL DULCE NOMBRE DEL BUEN JESÚS

Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Jesús, óyenos.
Jesús, escúchanos.
Dios, Padre celestial. Ten misericordia de nosotros.
Dios, Hijo Redentor del mundo
Dios, Espíritu Santo
Santa Trinidad, un solo Dios
Jesús, Hijo de Dios vivo
Jesús, esplendor del Padre
Jesús, candor de luz eterna
Jesús, Rey de la gloria
Jesús, Sol de justicia
Jesús, Hijo de la Virgen María
Jesús admirable
Jesús amable
Jesús, Dios fuerte
Jesús, Padre del siglo futuro
Jesús, Ángel del gran consejo
Jesús poderosísimo
Jesús pacientísimo
Jesús obedientísimo
Jesús, manso y humilde de corazón
Jesús, amador de la castidad
Jesús, amador nuestro
Jesús, Dios de Paz
Jesús, autor de vida
Jesús, ejemplar de las virtudes
Jesús, guardián de las almas
Jesús, Dios nuestro
Jesús, nuestro refugio
Jesús, padre de los pobres
Jesús, tesoro de los fieles
Jesús, Buen Pastor
Jesús, luz verdadera
Jesús, sabiduría eterna
Jesús, bondad infinita
Jesús, nuestro camino y vida
Jesús, gozo de los Ángeles
Jesús, rey de los Patriarcas
Jesús, maestro de los Apóstoles
Jesús, doctor de los Evangelistas
Jesús, fortaleza de los Mártires
Jesús, luz de los Confesores
Jesús, pureza de las Vírgenes
Jesús, corona de todos los Santos
Sénos propicio. Perdónanos, Jesús.
Sénos propicio. Escúchanos, Jesús.
De todo mal. Líbranos, Jesús.
De todo pecado
De tu ira
De las acechanzas del Diablo
Del espíritu de fornicación
De la muerte eterna
De la negligencia en seguir tus inspiraciones
Por el misterio de tu santa Encarnación
Por tu natividad
Por tu infancia
Por tu divinísima vida,
Por tus trabajos,
Por tu agonía y tu pasión,
Por tu Cruz y tu abandono,
Por tus dolores,
Por tu muerte y sepultura,
Por tu Resurrección,
Por tu Ascensión,
Por la institución de la Santísima Eucaristía,
Por tus alegrías,
Por tu gloria.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
perdónanos, Jesús.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
escúchanos, Jesús.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
ten misericordia de nosotros, ¡oh buen Jesús!
Oración
Señor nuestro Jesucristo, que dijiste: «Pedid y recibiréis; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá»; te suplicamos nos concedas un gran amor a tu divino Nombre, para que de todo corazón, con  nuestras palabras y nuestras obras te amemos y nunca cesemos de alabarte.
Haz, Señor, que siempre temamos y juntamente amemos tu santo Nombre; pues jamás abandona tu Providencia a los que sólidamente arraigas en tu Amor. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.


EL BUEN JESÚS DE MI INFANCIA Y DE MI VIDA

Desde niño, como todos los niños de mi pueblo, en la bellísima Isla de Arosa, crecí uniendo al Dulce Nombre de Jesús, el calificativo de Bueno. Una de las razones es que en la Isla se celebran dos días de Fiestas patronales, una dedicada al Patrón San Julián, al que se le debe uno de los nombres más antiguos de la villa marinera: Puerto de San Julián de la Isla de Arosa.
El segundo día de las Fiestas el pueblo entero honra al Buen Jesús. No cabe duda, pues, que para los isleños Jesús es inseparable de su Bondad.
Esta Bondad del Hijo de Dios hecho hombre brilla en el misterio de su Encarnación y en todas y cada una de las palabras, gestos y actitudes que manifestó durante su vida terrenal por medio de su humanidad santísima.
Cuando nosotros nos referimos al Buen Jesús estamos , en definitiva, afirmando las mismas palabras de la Revelación, por medio de las cuales el Apóstol San Juan afirma que Dios es amor, y que todo aquél que no ama no conoce a Dios.
Crecer en la fe con la mirada y con el corazón puestos en el Buen Jesús se convierte en el camino más seguro para introducirse en la entraña misma del Evangelio, que es Buena Noticia de Salvación, cuyo secreto hunde sus raíces en el Amor y en la Bondad infinita del Señor nuestro Dios.
El Jesús de mi infancia y de toda mi vida no es otro que el Buen Jesús que por mi amor y por el de todos los hombres viene a la tierra asumiendo nuestra pobre naturaleza humana, haciéndose semejante en todo a nosotros excepto en el pecado.
Es el misterio de su Bondad infinita, de su amor eterno al Padre, el que le hace asumir la Encarnación para prender ese fuego de su amor en los corazones de los hombres y en la creación entera.
Serán su bondad y su amor los que acaben por ahogar toda forma de mal con la sobreabundancia de su bien.
Si para nosotros, consciente o inconscientemente, Jesús dejase de ser percibido, pero sobre todo creído y profesado como el Buen Jesús, entonces nos alejaríamos de su memoria, traicionaríamos su mensaje, pondríamos sordina a sus palabras y extenderíamos una columna de humo oscuro y espeso sobre sus gestos de anuncio y de implantación del Reino de Dios.
En todos los momentos de su vida, desde que se encarna en el seno purísimo de María, hasta que se consume en el patíbulo de la cruz, pidiendo a su Padre el perdón para sus verdugos, siempre y a cada paso Jesús es y obra como el Buen Jesús.
Desgraciada y tristemente, no se sabe en nombre de que evangelio, no es infrecuente encontrarse con cristianos que parecen temerosos y desconfiados del Buen Jesús, de su Bondad y de su Misericordia infinitas. Como si esa Bondad hiciese agravio a su Justicia, a su Sabiduría o a su Omnipotencia.
No son pocos los casos en los que la justicia divina es concebida y confundida con un espíritu justiciero e inmisericorde, ciertamente alejado del espíritu del Buen Jesús. Sólo Él, Sabiduría eterna e infinita, es el único que sabe impartir una justicia misericordiosa, porque sus caminos no son los nuestros, ni sus pensamientos son como los nuestros.
El Buen Jesús ha venido a buscar a los enfermos y a sanar a los pecadores, a soltar los cepos de las prisiones injustas, a defendernos de la acción del Maligno, a buscar la oveja perdida y a recuperar al hijo pródigo. El Buen Jesús ha venido a transformar nuestros corazones de piedra en corazones compasivos. Ha venido a establecer la ley del setenta veces siete, a enseñarnos a orar por los que nos persiguen, a hacernos deponer la arrogancia y la crueldad del homicidio que pretende apedrear a cualquier prójimo.
El Buen Jesús ha venido a curar los corazones afligidos con la ternura de su amor y de su bondad, a llorar con el que llora y a compadecerse con el que sufre. Y es esa misma bondad la que le mueve a enfrentarse a los de corazón endurecido y sentimientos espesos, a todos aquellos que no respetan la imagen de Dios en su prójimo, a los que convierten la Casa de su Padre en cueva de bandidos, a quienes dando un rodeo dejan a su prójimo tirado en cualquier cuneta de la vida eximiendo excusas inexcusables.
Más que nunca hemos de recuperar el rostro verdadero de Cristo, el rostro del Buen Jesús, para que Él purifique y descontamine las impurezas y distorsiones de nuestra fe cristiana, para que podamos nuevamente sentir en lo profundo del alma el estupor del Evangelio, para que podamos ofrecer al mundo el verdadero rostro de Nuestro Salvador y Redentor.
Tan sólo mediante la contemplación del Buen Jesús y nuestra plena adhesión a Él podremos colaborar a que el mundo crea, y creyendo en Él todos encontremos el Camino, la Verdad y la Vida.
P. Manuel María de Jesús

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