Por
encima de los mártires y de las vírgenes santas, más encumbrado que los
patriarcas y los profetas, y aún más elevado que los apóstoles y los coros
angélicos, se encuentra en singular trono de gloria San José. Pues así como en
la tierra no hubo nadie después de la Santísima Virgen, más próximo a Jesús,
que él, así tampoco después de la Virgen María, en los cielos lo hay más
cercano a Dios que San José. Y es precisamente, en proporción con esta gloria
tan excelsa, de donde deriva su tan poderosa intercesión. Nuestro Señor
Jesucristo, que en la tierra le estuvo sujeto, rindiéndole obediencia y respeto
como a verdadero Padre, no dejará de conceder en el cielo todo aquello por
cuanto San José le ruegue. Bien enseña Santo Tomas de Aquino, que le está
concedido el socorrer en toda necesidad y negocio, el defender y favorecer y
tratar con paternal afecto a todos los que acuden a él. A propósito de lo cual
decía Santa Teresa de Ávila: “Parece que algunos Santos han recibido de Dios la
gracia de socorrer en una necesidad particular; este en cambio socorre en
todas, según lo sé por experiencia, y quien no se fiara de mis palabras que lo
ponga a prueba…” Sin embargo sorprende y contrasta que aun hoy en día San José
continué siendo el santo olvidado de muchos.
La
solemnidad de Ntro. Padre y Señor san José, cada 19 de Marzo, es un momento
realmente especial en el Año Litúrgico. En este día la Santa Madre Iglesia
reconoce los méritos y virtudes de Aquel, a quién estuvieron confiados la
guarda y cuidado de la Sagrada Familia. Mas, el padre adoptivo del Redentor y
Purísimo Esposo de la Madre de Dios, continúa desde el cielo velando e
intercediendo por la Familia de su Hijo: la Iglesia Católica; de quien es
solicito patrono universal y defensor.
San
José es el varón justo y dichoso que toco a María por esposo, al que le fue
concedido ver y oír, alimentar y sostener, educar, llevar en brazos, besar,
vestir y custodiar a Jesús, el Verbo eterno del Padre, a quien tanto los
profetas anunciaron, a quien la humanidad entera por siglos espero y a quien
los reyes y los sabios murieron deseando conocer. San José es el carpintero
humilde y decidido que acepta el plan de Dios y como María también brinda un si
generoso.
Ser
padre de Jesús y esposo castísimo de la Virgen María son los principales
títulos de la grandeza de san José, sin excluir otros, claro está, pero sólo a
partir de estos se supone un caudal asombroso de gracias y santidad;
directamente proporcionados a la excelsitud de su misión. En el hogar y taller
de Nazaret San José es cabeza y guía de la Sagrada Familia, maestro de la vida
interior, que nos enseña caminos concretos, modos humanos y divinos de
acercarnos a Jesús, a tratar a Nuestro Dios a ser limpios; dignos de ser otros
Cristos… Trabajador empeñado en su tarea, servidor fiel de Dios en relación
continúa con Jesús, que experimento lo que es ser de Dios y estar plenamente
entre los hombres, santificando el mundo. Con el homenaje de su veneración, los
magos ofrecieron a Jesús oro, incienso y mirra; San José en cambio le había
dado, por entero su corazón joven y enamorado. Coloca el dulce nombre de Jesús
al Salvador y derrama lágrimas de dolor al perderle en el templo. Arriesga y
sacrifica todo, por estar junto a Jesús y a María, salvando la vida del Niño al
huir a Egipto, para terminar luego de toda una vida a su lado muriendo
tranquilo en sus brazos.
“Ite
ad Joseph”, acudid a San José, como ha dicho la tradición cristiana con una
frase tomada del Antiguo Testamento porque la devoción a San José no pueden
faltar en ninguna alma cristiana. Pedir e imitar sus elevadas virtudes,
solicitar su auxilio, implorar su patrocinio es prenda segura de
bienaventuranza. La misma Iglesia nos brinda ejemplo, pues no ha querido
transitar por el mundo moderno, sin antes confiarse a su cuidado, mandando
colocar su nombre en el Canon de La Misa, y declarándole su solicito patrono
universal. Que la devoción al Santo Patriarca esté presente en nuestra vida
diaria de cristianos, particularmente durante el mes de Marzo y cada miércoles
del año, día especialmente dedicado a su culto y honra. Y nunca olvidemos
invocarle en toda necesidad, pero sobre todo a favor de los agonizantes y
moribundos de quien es especial protector. En las apariciones de Fátima bien
que se nos presenta con el Niño Jesús en brazos bendiciendo al mundo, prueba
que desde la gloria no olvida a la débil humanidad caída de quien un día formo
parte y es padre solicito, dispuesto siempre a mediar por ella.
En
la vida del Santo Patriarca, tenemos los cristianos, el modelo perfecto de la
vida interior. Modestia, recogimiento, pureza de corazón, sencillez y rectitud
de intención, solo serian las primeras joyas de su diadema. No escatimaba San
Pedro Crisólogo al decir: "San José fue un hombre perfecto, que poseyó
todo género de virtudes" En efecto, San José es ejemplo especial para los
solteros, por su castidad; para los casados, como padre de la Sagrada Familia;
para los religiosos por su entrega a Jesús y María; para los sacerdotes por su
respeto al tratar a Cristo; para los trabajadores, pues fue siempre un
trabajador ejemplar, para los seminaristas; al ser el educador de Cristo y por
las controvertidas decisiones que tuvo que tomar antes de aceptar la decisión
de recibir a María como esposa y ser padre custodio de Jesús. Además es el
patrono de la buena muerte, ya que murió en los brazos de Jesús y María y de la
Iglesia Universal, pues el hogar de Nazaret fue en verdad Iglesia domestica.
Una
Voce Cuba, conocedora de su valimiento y especial poder ante Nuestro Señor,
atestiguado en los milagros por su medio alcanzados y avalados por el
testimonio de innumerables santos, le profesa singular devoción y acogiéndose
también ella a su intercesión, le toma y elige por patrono. ¡San José, ayúdanos
a hacer y a enseñar como Cristo, los caminos divinos –ocultos y luminosos-
diciendo a los hombres que pueden tener de continuo aquí en la tierra una
eficacia espiritual extraordinaria. Se tú mismo nuestro camino, porque tu
conoces la senda y el atajo cierto, que llevan por tu amor al amor de Jesucristo!
Pidamos
al glorioso San José, la gracia de imitarle en su vida santa, al tiempo que nos
socorra con su valimiento y auxilio. "Querría yo persuadir a todos fuesen
devotos de este glorioso Santo, por la gran experiencia que tengo de los bienes
que alcanza de Dios. No he conocido persona que de veras le sea devota y haga
particulares servicios, que no la vea más aprovechada en la virtud; porque
aprovecha en gran manera a las almas que a él se encomiendan. Paréceme ha
algunos años que cada año en su día le pido una cosa, y siempre la veo
cumplida. Si va algo torcida la petición, él la endereza para más bien
mío." Santa Teresa de Ávila.
Javier Luiz Candelario Diéguez, presidente de la Sociedad Una Voce Cuba.
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