EL
TRÁNSITO DE NUESTRO PADRE SAN BENITO
En
el comienzo de la primavera, cuando la naturaleza pasa de un letargo semejante
a la muerte, al esplendor de la vida que con sus flores y verdor nos rodea, en
medio de la Cuaresma, tiempo de morir al hombre viejo para renacer en el hombre
nuevo gracias a la Resurrección de Cristo; se comprende mejor la fiesta de hoy,
el momento en que terminada su labor en este destierro, el gran Santo
contemplativo, que vivió enseñándonos como única meta el Cielo, colma sus
ansias y se libera del peso de lo material para entregarse al Amor de la
Eternidad.
Entender
lo que es el Cielo, es desear ir a él, por eso si alguien lo deseaba
ardientemente era nuestro Padre San Benito.
Ha cumplido su tarea, la misión que un día en medio del silencio de
Subiaco Dios le encomendó. Amado de Dios, en intimidad constante, supo de su
pronta partida. Avisó de su muerte a algunos de los suyos, prohibiéndoles
manifestar a todos la noticia para no entristecerlos anticipadamente.
Con
el tiempo de seis días antes de su tránsito, San Benito mandó abrir el
sepulcro. Quien vivía inmerso en Dios y en las realidades sobrenaturales, no
tenía miedo de la muerte.
San
Gregorio nos narra: "Esto hecho, se
sintió presa de una fiebre violenta que le iba consumiendo día a día. .
El
sexto de su enfermedad se hizo llevar por sus discípulos a la Iglesia, donde
fortificado con el Viático del Cuerpo y Sangre de Cristo y sostenido entre los
brazos de sus hijos de religión, las manos extendidas hacia el Cielo y de pie
exhaló el último aliento entre las palabras de la oración.
En
el mismo día dos de sus discípulos que se hallaban uno en el monasterio y otro
lejos de él tuvieron una misma e idéntica revelación. Vieron en efecto, un
camino adornado de tapices y resplandeciente de innumerables lámparas que por
la parte de oriente, desde su monasterio, se dirigía derecho hasta el cielo. En
la cumbre , un personaje de aspecto venerable y resplandeciente les preguntó si
sabían qué era aquel camino que estaban contemplando. Ellos contestaron que lo
ignoraban. Y entonces les dijo: "Este es el camino por el cual el amado
del Señor Benito ha subido al cielo".
Interpretado
por algunos santos es como la Regla que es camino que conduce al Cielo, porque
estimula y ayuda a seguir a Cristo.
San
Benito dejaba una Orden llena de vitalidad que será uno de los más
sobresalientes medios para extender el Evangelio y la cultura. La herencia de
San Benito llenará al mundo de esperanza.
Si
nos detenemos en lo que puede pensarse es el fin de una gran vida, nos damos
cuenta de que la vida de los que triunfan del mundo y del mal siguiendo los
caminos del Señor como lo hizo con heroísmo San Benito, no termina nunca, está
abierta en la Eternidad para ser mensaje y lección permanente para alcanzar el
Reino de los Cielos.
Por
eso hoy es el día de acercarnos a su memoria y en la plegaria le preguntamos
qué tenemos que hacer para amar a Dios sobre todas las cosas y alcanzar la
Felicidad plena, y entonces recibiremos de sus manos la Santa Regla y con ella
aprenderemos los monjes, los Oblatos laicos y todos los creyentes, que la vida
en y para el Amor del Amado es el que dirige nuestras palabras, alabanzas,
esfuerzos, silencio y austeridad a la Fiesta Eterna con el que lo es Todo y es
nuestro Único Vivir: Cristo.
Fuente: http://valle-valdejimena.blogspot.com.es/
EL
TRÁNSITO DE NUESTRO PADRE SAN BENITO
En
el comienzo de la primavera, cuando la naturaleza pasa de un letargo semejante
a la muerte, al esplendor de la vida que con sus flores y verdor nos rodea, en
medio de la Cuaresma, tiempo de morir al hombre viejo para renacer en el hombre
nuevo gracias a la Resurrección de Cristo; se comprende mejor la fiesta de hoy,
el momento en que terminada su labor en este destierro, el gran Santo
contemplativo, que vivió enseñándonos como única meta el Cielo, colma sus
ansias y se libera del peso de lo material para entregarse al Amor de la
Eternidad.
Entender
lo que es el Cielo, es desear ir a él, por eso si alguien lo deseaba
ardientemente era nuestro Padre San Benito.
Ha cumplido su tarea, la misión que un día en medio del silencio de
Subiaco Dios le encomendó. Amado de Dios, en intimidad constante, supo de su
pronta partida. Avisó de su muerte a algunos de los suyos, prohibiéndoles
manifestar a todos la noticia para no entristecerlos anticipadamente.
Con
el tiempo de seis días antes de su tránsito, San Benito mandó abrir el
sepulcro. Quien vivía inmerso en Dios y en las realidades sobrenaturales, no
tenía miedo de la muerte.
San
Gregorio nos narra: "Esto hecho, se
sintió presa de una fiebre violenta que le iba consumiendo día a día. .
El
sexto de su enfermedad se hizo llevar por sus discípulos a la Iglesia, donde
fortificado con el Viático del Cuerpo y Sangre de Cristo y sostenido entre los
brazos de sus hijos de religión, las manos extendidas hacia el Cielo y de pie
exhaló el último aliento entre las palabras de la oración.
En
el mismo día dos de sus discípulos que se hallaban uno en el monasterio y otro
lejos de él tuvieron una misma e idéntica revelación. Vieron en efecto, un
camino adornado de tapices y resplandeciente de innumerables lámparas que por
la parte de oriente, desde su monasterio, se dirigía derecho hasta el cielo. En
la cumbre , un personaje de aspecto venerable y resplandeciente les preguntó si
sabían qué era aquel camino que estaban contemplando. Ellos contestaron que lo
ignoraban. Y entonces les dijo: "Este es el camino por el cual el amado
del Señor Benito ha subido al cielo".
Interpretado
por algunos santos es como la Regla que es camino que conduce al Cielo, porque
estimula y ayuda a seguir a Cristo.
San
Benito dejaba una Orden llena de vitalidad que será uno de los más
sobresalientes medios para extender el Evangelio y la cultura. La herencia de
San Benito llenará al mundo de esperanza.
Si
nos detenemos en lo que puede pensarse es el fin de una gran vida, nos damos
cuenta de que la vida de los que triunfan del mundo y del mal siguiendo los
caminos del Señor como lo hizo con heroísmo San Benito, no termina nunca, está
abierta en la Eternidad para ser mensaje y lección permanente para alcanzar el
Reino de los Cielos.
Por
eso hoy es el día de acercarnos a su memoria y en la plegaria le preguntamos
qué tenemos que hacer para amar a Dios sobre todas las cosas y alcanzar la
Felicidad plena, y entonces recibiremos de sus manos la Santa Regla y con ella
aprenderemos los monjes, los Oblatos laicos y todos los creyentes, que la vida
en y para el Amor del Amado es el que dirige nuestras palabras, alabanzas,
esfuerzos, silencio y austeridad a la Fiesta Eterna con el que lo es Todo y es
nuestro Único Vivir: Cristo.
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