(De San
Francesco Saverio Maria Bianchi, Apóstol de Nápoles)
(1743-1815)
- Misericordia de mi Dios abrazádnos y liberádnos de cualquier flagelo.
Gloria al Padre y al Hijo, al Espíritu Santo. Como era en el principio,
ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
- Eterno Padre, marcádnos con la sangre del Cordero Inmaculado
como marcásteis las casas de Vuestro Pueblo.
Gloria al Padre…
Gloria al Padre…
-Sangre Preciosísima de Jesús, nuestro amor, clama al Divino
Padre misericordia por nosotros y libéranos.
Gloria Patri...
-Llagas de mi Jesús, fuentes de amor y de Misericordia,
hablad propicias por nosotros al Padre Celestial, escondédnos en Vos y liberádnos.
Gloria al Padre…
- Eterno Padre, Jesús es nuestro e incluso nuestra es Su
Sangre y sus méritos infinitos; nosotros a Vos os ofrecemos todo, y porque
Os es queridísima esta ofrenda, liberádnos, como ciertamente esperamos.
Gloria al Padre…
-Padre Eterno, Vos no amáis la muerte del pecador, sino que
se convierta y viva; haced por
Misericordia que vivamos y seamos Vuestros.
Gloria al Padre…
-Salvádnos, Cristo Salvador, por virtud de Vuestra santa
Cruz; como salvásteis a Pedro en el mar, tened misericordia de nosotros.
-María, Madre de Misericordia, rogad por nosotros y seremos
liberados.
- María, Abogada nuestra, interceded por nosotros y seremos
salvos.
-El Señor justamente nos azota por nuestros pecados; pero
Vos, oh María, excusádnos porque Sois nuestra Madre compasiva.
-María, en Vuestro Jesús y en Vos hemos depositado nuestra
esperanza; no hágais que seamos confundidos.
Salve Regina.
(300 días de indulgencia otorgados por el Papa San Pío X, a
perpetuidad, también aplicable a las Benditas Almas del Purgatorio)
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