REGNUM MARIAE

REGNUM MARIAE
COR JESU ADVENIAT REGNUM TUUM, ADVENIAT PER MARIAM! "La Inmaculada debe conquistar el mundo entero y cada individuo, así podrá llevar todo de nuevo a Dios. Es por esto que es tan importante reconocerla por quien Ella es y someternos por completo a Ella y a su reinado, el cual es todo bondad. Tenemos que ganar el universo y cada individuo ahora y en el futuro, hasta el fin de los tiempos, para la Inmaculada y a través de Ella para el Sagrado Corazón de Jesús. Por eso nuestro ideal debe ser: influenciar todo nuestro alrededor para ganar almas para la Inmaculada, para que Ella reine en todos los corazones que viven y los que vivirán en el futuro. Para esta misión debemos consagrarnos a la Inmaculada sin límites ni reservas." (San Maximiliano María Kolbe)

miércoles, 1 de abril de 2020

LA SANTA MISA TRIDENTINA

La misa tridentina no es verdadera porque es hermosa, sino que es hermosa porque es verdadera

Cuando hablamos de la Misa tradicional (el antiguo rito romano) a menudo nos referimos a su belleza intrínseca, es decir, desde el punto de vista estético, se cuida más, es más solemne y se adapta mejor a la dimensión del misterio.
Todo esto es verdad. No se puede negar. Tanto es así que incluso aquellos que tienen una opinión negativa reconocen este aspecto; por el contrario, usan este aspecto para decir que, en general, todos los que están vinculados al Rito Antiguo lo harían sólo por esto o, a lo sumo, principalmente por esto.
Debemos reconocer que entre los que siguen el Rito Antiguo no hay escasez de aquellos que son principalmente impulsados ​​por este enfoque. Y, por lo tanto, no nos cansamos, ni nos cansaremos de decir, que aquellos que hacen este tipo de elección no sólo disminuyen la elección en sí, sino que tampoco prestan un buen servicio a la causa.
Por lo tanto, es bueno entender que el Rito Tradicional de la Misa no es verdadero porque es hermoso, sino que es hermoso porque es verdadero.
A ver por qué.
La belleza auténtica está enraizada en lo Verdadero y no puede separarse de ella. Tampoco puede ser al revés, a saber, que lo verdadero surge de lo bello. Esta regla de buena filosofía estética se aplica aún más a la Misa, ya que es el centro y la razón del misterio cristiano.
La belleza de la Misa tradicional es que todo se centra en el misterio de la re-actualización del Sacrificio del Calvario. Es precisamente esta centralidad la que produce una serie de efectos que hacen que la categoría de belleza sea protagonista.
Los efectos son tres: solemnidad, austeridad y la dimensión contemplativa.
Solemnidad
Solemne etimológicamente proviene del latín "sollemnem", o "sollus" (entero, sólido) más "annus" (lo que corresponde a la anualidad, que se repite todos los años).
Es solemne,por lo tanto, lo que siempre se impone, lo que majestuosamente se re-actualiza. Es solemne aquello de bello se espera que llegue.
En la Misa tradicional todo está dirigido a su momento más solemne (precisamente), la Consagración. El silencio que precede, caracteriza e inmediatamente sigue a este momento constituye su subrayado más claro.
Austeridad
El segundo efecto es la austeridad que se relaciona con la inflexibilidad. Lo inflexible es austero.
El tema de la Misa no cambia, siempre es eso: la actualización del Calvario. Bueno, la Misa Tridentina enfatiza aún más la intangibilidad y la inmutabilidad del Rito. No hay lugar para la creatividad humana y la arbitrariedad. El rito es dado al hombre, no hecho por el hombre.
Participación contemplativa
En la Misa tradicional, la participación contemplativa se pide más que la participación verbal: estar más sorprendido que hablar. De ahí su "vocación estética".
El famoso dicho "Voy a asistir a misa", que ha sido tan atacado como una señal de falta de participación, es más que inapropiado. Por supuesto, si solo vas a asistir ... eso no es suficiente; pero la misa es un "hecho" y ante el "hecho" está involucrado el corazón, la mente, pero también la mirada.
La Inmaculada Concepción (modelo por excelencia para cada fiel presente en la Misa) al pie de la Cruz sufría y  ofrecía. Pero, por sucesión lógica, antes de sufrir y ofrecer, contemplaba; y su mirada llenó su Inmaculado Corazón de dolor. Y a partir de esa misma mirada comenzó a realizarse la confianza de la humanidad que su Hijo le había conferido.
La mirada es, por lo tanto, central en la misa tradicional.
Es central porque responde perfectamente a la verdadera teología.
Y, precisamente porque la mirada es central, ¡es hermosa!

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