REGNUM MARIAE

REGNUM MARIAE
COR JESU ADVENIAT REGNUM TUUM, ADVENIAT PER MARIAM! "La Inmaculada debe conquistar el mundo entero y cada individuo, así podrá llevar todo de nuevo a Dios. Es por esto que es tan importante reconocerla por quien Ella es y someternos por completo a Ella y a su reinado, el cual es todo bondad. Tenemos que ganar el universo y cada individuo ahora y en el futuro, hasta el fin de los tiempos, para la Inmaculada y a través de Ella para el Sagrado Corazón de Jesús. Por eso nuestro ideal debe ser: influenciar todo nuestro alrededor para ganar almas para la Inmaculada, para que Ella reine en todos los corazones que viven y los que vivirán en el futuro. Para esta misión debemos consagrarnos a la Inmaculada sin límites ni reservas." (San Maximiliano María Kolbe)

lunes, 19 de diciembre de 2016

EL ROCÍO CELESTIAL


Cielos, enviad rocío de lo alto, y las nubes lluevan al justo: ábrase la tierra, y brote al Salvador (Is 45, 8).Aquí anuncia el profeta tres cosas referentes al nacimiento de Cristo, a saber: el principio del nacimiento, el mismo nacimiento del que es dado a luz y del fruto de ese nacimiento.

I. El principio es triple. El primero es el cielo que destila el rocío, como principio efectivo, es decir, la operación de las tres Personas, por lo cual se dice cielos en plural. El   Padre   enviando   al   Hijo;   el   Hijo   tomando   carne;   el   Espíritu   Santo realizando la concepción en María. El segundo principio es la nube que llueve, que es el principio de preparación en el cual entra el misterio del ángel anunciador: Haciendo de las nubes carro tuyo (Sal 104, 3).El   tercer   principio   es   la   tierra   fecunda,   que   es   el   principio   de   la concepción, a saber, la Bienaventurada Virgen, de la cual se dice: Nuestra tierra producirá su fruto (Sal 84, 13), y cuyo corazón se abrirá para recibir el privilegio de la gracia: No temas, María, porque has hallado gracia (Lc 1, 30). Su entendimiento se abrirá para creer las palabras del ángel; y su seno para concebir al Hijo de Dios.

II. El nacimiento se compara al rocío, a la lluvia y al germen; porque Cristo es rocío para refrigerar, como nube de rocío en el calor de la siega (Is 18, 4) Es lluvia para fecundar: Descenderá como la lluvia sobre el retoño (Sal 71, 6). Y como descienden la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, para que dé simiente al sembrador y pan para comer, así será mi palabra, la que salga de mi boca, que no tornará a mí vacía, sino que haya hecho cuanto yo quise y haya cumplido aquello a que la envié (Is 55, 10-11). Es por último germen para fructificar: Y suscitaré a David un Germen justo (Jer 23, 5).

III. El fruto del nacimiento de Cristo es la justicia, que nace con él de tres maneras: ya   la  que  cumplió  con la obra:  Porque  así  nos conviene cumplir toda justicia (Mt 3, 15); ya la que enseñó con las palabras: Yo soy el que hablo justicia, y el que combato para salvar (Is 63, 1); ya la que dio como dádiva:  El cual para nosotros ha sido hecho por Dios sabiduría, y santificación, y justificación, y redención; para que como está escrito: El que se gloria, se gloríe en el Señor (1 Cor 1, 30-31).
Santo Tomás de Aquino

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