Dios envió a su Hijo en
una carne semejante a la del pecado (Rom 8, 3).No fue conveniente que Dios
tomase carne impasible e inmortal, sino más bien pasible y mortal.
1º) Porque
era necesario que los hombres conociesen el beneficio de la Encarnación, para que
se inflamasen en el amor divino; y era necesario para manifestar la verdad de
la Encarnación, que tomase una carne semejante a la de los demás hombres, a
saber, pasible y mortal. Pues si hubiese tomado una carne impasible e inmortal,
habría parecido a los hombres, desconocedores de tal carne, que era un fantasma
y no una carne verdadera.
2º) Fue necesario que Dios tomase carne para
satisfacer por el pecado del género humano, pues sucede que uno satisface por
otro; mas la pena que sigue al pecado del género humano es la muerte y los
demás padecimientos de la vida presente. Fue por lo tanto necesario que Dios
tomase carne pasible y mortal, pero sin pecado, para que, padeciendo y muriendo
así, satisficiese por nosotros y quitase el pecado.
3º) Porque poseyendo carne
pasible y mortal nos dio ejemplos más eficaces de virtud, al superar con
fortaleza los sufrimientos de la carne y al usar de ellos virtuosamente.
4º)
Porque somos alentados a la esperanza de la inmortalidad, pues del hecho de
haber pasado del estado
de carne pasible
y mortal al
de la impasibilidad e
inmortalidad de la carne, podemos esperar lo mismo para nosotros, que llevamos
carne pasible y mortal. Pues si desde el principio hubiese tomado carne
impasible e inmortal, no tendríamos motivo para esperar la inmortalidad, sintiéndonos
mortales y corruptibles. Y, además, el oficio de mediador exigía que tuviese de
común con nosotros carne pasible y mortal, y que tuviese de común con Dios el
poder y la gloria; para que, quitando de nosotros lo que tenía de común con
nosotros, es decir, los padecimientos y la muerte, nos condujese a lo que tenía
de común con Dios; pues fue mediador para unirnos a Dios.
Santo Tomás de Aquino (Contra Gentiles, lib.
4, cap. 55)
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