¿ERA CONVENIENTE QUE DIOS SE ENCARNASE?
Es conveniente para todo ser aquello que le compete según su naturaleza;
como es conveniente para el hombre razonar, puesto que eso le compete al ser
racional por naturaleza. Pero la naturaleza de Dios es la bondad, según dice
Dionisio en el c.l De Div. Nom. Luego todo cuanto pertenece a
la razón de bien, conviene a Dios.
A la naturaleza
del bien pertenece comunicarse a los demás, según escribe Dionisio en el
c.4 De Div. Nom. Por consiguiente pertenece a la naturaleza
del bien sumo comunicarse a la criatura de modo superlativo. Lo cual se realiza
en sumo grado cuando Dios une a sí la naturaleza creada de tal manera
que se constituye una sola persona de tres seres: el Verbo, el alma y la carne, como
dice Agustín en el libro XIII De Trin.. De donde resulta
evidente la conveniencia de que Dios se encarnase.
¿ERA NECESARIA LA ENCARNACIÓN PARA LA
REDENCIÓN DEL GÉNERO HUMANO?
Una cosa puede ser necesaria de dos modos para alcanzar un fin: o como algo
sin lo que tal cosa no puede existir, como sucede con el alimento para la
conservación de la vida humana; o como algo con lo que se puede alcanzar el fin
de manera más perfecta y conveniente, por ejemplo, el caballo para viajar. En
el primer sentido no se puede afirmar que la encarnación del Verbo fuese necesaria
para la redención, pues Dios, por ser omnipotente, pudo rescatar al género
humano de infinidad de maneras distintas. En cambio, en el segundo sentido sí
fue necesario que Dios se encarnase para salvar a la naturaleza humana. Por eso
dice Agustín en el libro XIII De Trin.: Debemos demostrar
que Dios, a cuyo poder está todo sometido, no padece indigencia de medios; pero
no existía otro más oportuno para sanar nuestra miseria.
Para
convencerse de ello basta con atender a la promoción del hombre en el bien. Y
primeramente en lo referente a la fe, que se hace más segura al creer al mismo
Dios que nos habla. Por eso dice Agustín en el libro XI De Civ. Dei:
Para que el hombre caminase con más confianza hacia la verdad, la misma Verdad,
el Hijo de Dios, haciéndose hombre, constituyó y cimentó la fe. En
segundo lugar, en lo que atañe a la esperanza, que con eso se consolida. A este
propósito dice Agustín en el libro XIII De Trin.: Nada hubo
tan necesario para fortalecer nuestra esperanza como el demostrarnos Dios
cuánto nos amaba. Y ¿qué prueba más palpable de este amor que el hermanamiento
del Hijo de Dios con nuestra naturaleza? En tercer lugar, en lo que
concierne a la caridad, que con ese misterio se inflama sobre toda ponderación.
Por esto escribe Agustín en De catechizandis rudibus: ¿Qué
causa mayor puede asignarse a la venida del Señor que la de mostrarnos su amor? Y
luego añade: Si hemos sido remisos para amarle, no lo seamos para
corresponder a su amor. En cuarto lugar, en lo que toca al recto
comportamiento, en el que se nos ofreció como ejemplo. A este respecto dice
Agustín en un sermón De Nativitate Domini: No había que seguir al
hombre, a quien podíamos ver, sino a Dios, que no podía ser visto. Así, pues,
para mostrarse al hombre y para que éste le viera y le siguiera, Dios se hizo
hombre.Finalmente, la encarnación era necesaria para la plena participación
de la divinidad, que constituye nuestra bienaventuranza y el fin de la vida
humana. Y esto nos fue otorgado por la humanidad de Cristo; pues, como dice
Agustín en un sermón De Nativitate Domini: Dios se hizo
hombre para que el hombre se hiciese Dios.
De manera
análoga, la encarnación fue útil para alejar el mal. Primeramente, porque de
este modo aprende el hombre a no tenerse en menos que el demonio y a no venerar
al que es autor del pecado. Dice Agustín en el libro XIII De Trin.: Cuando
la naturaleza humana pudo ser unida a Dios hasta el punto de no constituir con
él más que una sola persona, los espíritus malignos no pueden atreverse a
anteponerse al hombre porque ellos no tienen carne. Seguidamente,
porque somos aleccionados acerca de la gran dignidad de la naturaleza humana,
para que no la manchemos pecando. De aquí que diga Agustín en el libro De
Vera Relig.: Dios nos manifestó cuán excelso lugar ocupa entre las
criaturas la naturaleza humana al mostrarse entre los hombres con naturaleza de
verdadero hombre. Y el papa León dice en un sermón De
Nativitate: Reconoce, ¡oh cristiano!, tu dignidad; y, ya que has sido hecho
partícipe de la naturaleza divina, no quieras volver a tu antigua vileza por un
comportamiento indigno. Después, porque para destruir la presunción
humana nos fue otorgada la gracia de Dios en Cristo hombre sin ningún
mérito nuestro, como se dice en el libro XIII De Trin.. En
cuarto lugar, porque, como vuelve a decir Agustín en el mismo sitio, la
soberbia humana, obstáculo principal para la unión con Dios, puede ser
confundida y curada por la profunda humildad de Dios. Finalmente, para
librar al hombre de la esclavitud. A este respecto dice Agustín en el libro
XIII De Trin.: Debió hacerse de tal modo que el diablo
fuese vencido por la justicia de Jesucristo hombre, lo que se cumplió
al satisfacer Cristo por nosotros. Un simple hombre no podía satisfacer por
todo el género humano; y Dios no estaba obligado a hacerlo; luego era
conveniente que Jesucristo fuese a la vez Dios y hombre. Por eso
dice el papa León en un sermón De Nativ.: El poder asume la
debilidad, la majestad se apropia de la humildad, a fin de que, como era
necesario para nuestra redención, un solo y mismo mediador entre Dios y los
hombres pudiese, por un lado, morir y, por otro, resucitar. Si no fuese
verdadero Dios, no traería el remedio; y, de no ser verdadero hombre, no nos
daría ejemplo.
Hay todavía
otros muchos beneficios que se siguen de la encarnación, pero exceden la
comprensión humana.
¿SE HUBIERA
ENCARNADO DIOS SI NO HUBIERA PECADO EL HOMBRE?
Sobre esta cuestión hay
distintas opiniones. Unos dicen que el Hijo de Dios se hubiera encarnado aunque
el hombre no hubiese pecado. Otros sostienen lo contrario. Y parece más
convincente la opinión de estos últimos. Porque las cosas que dependen
únicamente de la voluntad divina, fuera de todo derecho por parte de la
criatura, sólo podemos conocerlas por medio de la Sagrada Escritura, que es la
que nos descubre la voluntad de Dios. Y como todos los pasajes de la Sagrada
Escritura señalan como razón de la encarnación el pecado del primer hombre,
resulta más acertado decir que la encarnación ha sido ordenada por Dios para
remedio del pecado, de manera que la encarnación no hubiera tenido lugar de no
haber existido el pecado. Sin embargo, no por esto queda limitado el poder de
Dios, ya que hubiera podido encarnarse aunque no hubiera existido el pecado.
¿DIOS SE ENCARNÓ
PRINCIPALMENTE PARA QUITAR LOS PECADOS ACTUALES O PARA BORRAR EL PECADO
ORIGINAL?
Es cierto que Cristo vino a este mundo no sólo para borrar el pecado
original, que se transmite a todos los hombres, sino también para quitar todos
los pecados cometidos posteriormente: no porque todos sean borrados (esto por
culpa de los hombres, que no siguen a Cristo, según Jn 3,19: Vino la
luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz), sino
porque El ofreció una satisfacción suficiente para destruir todo pecado. Por
eso se dice en Rom 5,15-16: No es el don como fue el pecado, pues el pecado
de uno terminó en condenación, mientras que la gracia, partiendo de muchas
faltas, culminó en justificación.
Cristo vino más
principalmente para borrar el pecado que era mayor. Pero una cosa puede ser
mayor que otra de dos modos. Primero, intensivamente: como es mayor la blancura
cuanto más intensa. De esta manera es mayor el pecado actual que el original,
porque es más voluntario, como ya hemos dicho (1-2 q.82 a.1 obi.2). En
segundo lugar, extensivamente: como se llama mayor la blancura que ocupa una
superficie más amplia. Y de este modo, el pecado original, por haber corrompido
a todo el género humano, es mayor que cualquier pecado actual, que es propio de
la persona concreta que lo comete. Y bajo este aspecto, Cristo vino
principalmente para quitar el pecado original, pues el bien del pueblo
es más sublime que el bien de un particular, como se dice en I Ethic.
Santo Tomás de Aquino. Suma Teológica
No hay comentarios:
Publicar un comentario