REGNUM MARIAE

REGNUM MARIAE
COR JESU ADVENIAT REGNUM TUUM, ADVENIAT PER MARIAM! "La Inmaculada debe conquistar el mundo entero y cada individuo, así podrá llevar todo de nuevo a Dios. Es por esto que es tan importante reconocerla por quien Ella es y someternos por completo a Ella y a su reinado, el cual es todo bondad. Tenemos que ganar el universo y cada individuo ahora y en el futuro, hasta el fin de los tiempos, para la Inmaculada y a través de Ella para el Sagrado Corazón de Jesús. Por eso nuestro ideal debe ser: influenciar todo nuestro alrededor para ganar almas para la Inmaculada, para que Ella reine en todos los corazones que viven y los que vivirán en el futuro. Para esta misión debemos consagrarnos a la Inmaculada sin límites ni reservas." (San Maximiliano María Kolbe)

martes, 17 de abril de 2018

HERMANA MARÍA DEL CARMEN DE LA EUCARISTÍA: LA GRACIA DE LA VOCACIÓN

Se cumplen ocho días del tránsito de este mundo a los brazos del Padre Celestial de la Hermana María del Carmen de la Eucaristía, Misionera de la Fraternidad de Cristo Sacerdote y Santa María Reina.
Mi gusto personal no es otro que vivir estos momentos de dolor y de esperanza desde el silencio y el recogimiento personal. Sin embargo, comprendo muy bien a aquellos miembros y amigos de la Fraternidad que me solicitan romper mi silencio y ofrecer mi humilde testimonio sobre la vida de la última de mis hijas espirituales de las Misioneras de la Fraternidad. ¡Lo hago con inmenso dolor por su pérdida, pero  aún con mucho mayor amor, porque considero que es de justicia testimoniar las maravillas que el Señor obra en los hermanos y hermanas que nos encontramos en el camino de la vida!
No ofrezco este testimonio para gloria de la Hermana María del Carmen. Primero, porque ella no lo querría de ninguna de las  maneras, y en segundo lugar porque tampoco a ella le hace falta alguna ni le beneficia en este momento. Tan sólo me mueve la gloria de Dios y de la Santísima Virgen María, que obran obras grandes en sus pequeños hijos, y la edificación de quienes la recuerdan con cariño y agradecimiento, y de quienes puedan leer  con humilde corazón este sencillo testimonio.
Conocí a la Hermana siendo yo un jovencísimo sacerdote. Ella era toda una mujer, adulta, con su vida ya resuelta después de muchos años de trabajo y de sacrificio. Siempre había buscado hacer la voluntad de Dios en su vida, aparcando a un lado sus gustos personales y las ilusiones que anidaban en su corazón.
Su gusto personal siempre había sido consagrarse enteramente al Señor, pero desde la oración personal y con el consejo de sus directores espirituales comprendió que la voluntad de Dios pasaba por la entrega y el cuidado de sus padres. Lo aceptó siempre con alegría y a ellos se dedicó enteramente con alma y corazón, aún consciente de que la llamada de Jesús lejos de diluirse en el tiempo continuaba viva y actual en su interior.
Cuando conoció la Fraternidad de Cristo Sacerdote y Santa María Reina, que había nacido en su parroquia de San José de Pontevedra, descubrió con inmensa alegría que una vez libre ya de sus obligaciones familiares podía llevar a cabo la vocación que siempre había anidado en su corazón: consagrarse por entero a Jesús.
Su decisión fue realmente una heroicidad. Se consagraba al Señor a una edad en la que ya podía vivir desahogadamente  del fruto de toda una vida de trabajo, y se consagraba en una asociación que acababa de nacer en la Iglesia diocesana de Santiago de Compostela. 
Más que con  apoyos y ánimos , se encontró con dudas, dificultades y reservas, que con la mejor de las intenciones su entorno le planteaba. Incluso, dentro de la misma Fraternidad, no todos los miembros confiaban en sus posibilidades por razones de su edad.
Pero aquella mujer menuda en su físico tenía  en su corazón la valentía del pequeño David frente a Goliat. 
Después de haber participado en una convivencia de la Fraternidad en la ciudad de Burgos, habiendo escuchado una plática sobre las distintas  miradas de Jesús, y especialmente sobre la triste mirada del Señor sobre el joven rico que no aceptó su invitación a seguirle, tomó una determinación irrevocable contra viento y marea:el resto de su vida viviría como consagrada a Jesús y a María en la Fraternidad de Cristo Sacerdote y Santa María Reina. Ya no le importaban más los reparos de sus amistades, ni su edad madura, ni consagrarse en una asociación que estaba naciendo con todas las incertidumbres propias de tales circunstancias. Ella quería vivir hasta el final de sus días siendo enteramente de Jesús y de María en el seno de la Fraternidad naciente.
En estos tristísimos momentos que nos toca a vivir, la Hermana María del Carmen de la Eucaristía es un ejemplo de osadía evangélica en el seguimiento de Cristo. Un ejemplo de cómo la fidelidad a la gracia de la vocación puede vencer todas las dificultades, todos los respetos humanos, e incluso los propios miedos y reservas que se levantan en la mente y en el corazón del llamado.
La Hermana María del Carmen de la Eucaristía respondió fielmente a la gracia de la vocación, pidió con constancia la gracia de la santa perseverancia en la vocación y así le fue concedida, aún permaneciendo ella como la última Misionera de la Fraternidad, entregando su alma a Dios, no en el seno de una comunidad de Misioneras, porque ya no existía comunidad varios años antes del momento de su fallecimiento, pero con la conciencia de guardar en su alma el carisma de las Misioneras hasta su muerte, tal y como ella misma se lo expresó al Padre Fundador en la residencia donde vivió hasta el último momento y renovando su consagración ante el mismo Padre, y con su consagración también la fidelidad al carisma recibido por la Madre María Elvira de la Santa Cruz y por el Padre Fundador de la Fraternidad. Así mismo lo expresó ella, de lo cual yo doy fe con las personas que me acompañaban.
Transcribo una tarjeta entregada por la Hermana María del Carmen de las Eucaristía a la Madre María Elvira de la Santa Cruz con fecha 2 de enero de 1998, aniversario fundacional de la Fraternidad. En sus palabras se dejan traslucir sus deseos de fidelidad a la gracia de la vocación y a la santa perseverancia en la misma:
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¡Por Jesús y María!
Yo no quiero dejar que pase este día, que mucho representa para ti, sin desearte que Jesús y María te bendigan, y que tu correspondencia a la gracia recibida, vaya en aumento para gloria de Dios, para tu bien y el de los que te seguimos, hasta la Patria definitiva.
Gracias por tus palabras de ayer. Sin dudar el Espíritu Santo te las inspiró para mi bien. Gracias también por esa "sonrisa" que aunque tenue como luz de la Aurora, para mí se convierte en plena luz de mediodía.
Pide a Jesús y María que este día también sea para mí la respuesta definitiva al Señor y que con su gracia y tu ayuda corresponda hasta la muerte.
 Hna. María del Carmen de la Eucaristía.
Desde el cielo, su Madre María Elvira le alcanzó la gracia de su respuesta definitiva hasta la muerte.
¡Laus Deo Virginique Matri!
¡Gloria a Jesús en María!
P. Manuel María de Jesús F.F.


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