El
Papa ha firmado de nuevo la disolución de una orden, la belga Fraternidad de
los Santos Apóstoles, creación del entonces Arzobispo de Malines-Bruxelles y
primado de Bélgica, André Léonard.
Fue fundada en 2013 y
apuntaba a la llamada “reforma de la reforma” que animaba el Papa Benedicto
XVI. Inspirada en el carisma del sacerdote francés Michel-Marie Zanotti-
Sorkine, es una historia de éxito. En un país especialmente afectado por la
descristianización, en una época en la que la crisis de vocaciones sacerdotales
alcanza unos niveles de ‘alarma roja’, contaba ya con seis sacerdotes y 23
seminaristas. Uno podría pensar que no es tan alta la cifra, sin embargo,
poniéndonos en el contexto de las cifras vocacionales en la zona francófona de
Bélgica donde el año pasado ingresaron al seminario exactamente cero
aspirantes, pues, es bastante.
La fraternidad ha corrido la misma suerte que su fundador, un
primado que no fue honrado con el cardenalato y al que se aceptó el retiro en
cuanto cumplió 75 años, lo que es canónico pero excepcional, para ser
sustituido por De Kesel -este sí nombrado cardenal-, un ‘protegido’ del
poderoso Cardenal Daneels, la persona que presume abiertamente en un libro
haber gestionado la ‘mafia de Sankt Gallen’ para elegir a Jorge Bergoglio como
Papa queriendo evitar a Ratzinger.
De las primeras
medidas tomadas por De Kesel al ocupar su nuevo cargo fue, precisamente,
terminar con la presencia de la fraternidad en la capital belga. La razón
aducida era que muchos de sus seminaristas eran de nacionalidad francesa y que,
por ‘solidaridad episcopal’, era mejor que volvieran a sus diócesis de origen.
La excusa es, además de inverosímil, sorprendentemente débil, ya
que en el seminario nacional de Namur, de 80 seminaristas, solo 25 son belgas
y, sin embargo, no se aplica el mismo principio en este caso.Un grupo de laicos recurrió entonces la decisión de De Kesel a
la Congregación para el Clero, que falló, aparentemente sin aportar motivos, a
favor de la decisión del nuevo arzobispo, confirmando el decreto de disolución
de la fraternidad.
Una nueva apelación llevó el caso al ‘tribunal supremo’ de la
Iglesia, la Signatura Apostólica. Para entonces ya no estaba en la Signatura el
Cardenal Raymond Leo Burke, sustituido por mons. Dominique Mamberti. La
causa fue aceptada por el Promotor de Justicia y la audiencia, de la que tanto
esperaban los defensores de la fraternidad, estaba prevista para el otoño
pasado. Pero el 25 de noviembre llegaba una carta de la Signatura dando por
cerrada la causa sin haberse juzgado.
El prefecto de la Congregación para el Clero, Beniamino Stella,
había elevado a Su Santidad el decreto de disolución. El Papa Francisco ha
firmado, finalmente, disolviendo una de las ordenes más dinámicas y fructíferas
de una Iglesia, la europea, que languidece por falta de sacerdotes.
Monseñor André Lèonard
¡CIERTAMENTE ESTE ESTILO SACERDOTAL CATÓLICO NO ES EL QUE INTERESA A LA MAFIA DE SANKT GALLEN!
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