“Dios
no ha hecho ni formado nunca más que una sola enemistad, mas ésta
irreconciliable, que durará y aumentará incluso hasta el fin, y es entre María,
su digna Madre, y el diablo; entre los hijos y servidores de la Santísima
Virgen y los hijos y secuaces de Lucifer, de suerte que el más terrible de los
enemigos que Dios ha creado contra el demonio es María, a quien dio desde el
Paraíso Terrestre, a pesar de que Ella sólo existía entonces en la mente
divina, tal odio contra el maldito enemigo de Dios, tanta industria para
descubrir la malicia de aquella antigua serpiente, tanta fuerza para vencer,
aterrar y aplastar a ese orgulloso impío, que él la teme, no sólo más que a
todos los ángeles y hombres, sino hasta en cierto sentido más que al mismo
Dios: y esto no porque la ira, el odio y el poder de Dios no sean infinitamente
mayores que los de la Santísima Virgen, cuyas perfecciones son limitadas, sino,
primero, porque Satanás, a causa de su orgullo, padece infinitamente más al ser
vencido y castigado de una pequeña y humilde esclava de Dios, y la humildad de
Ésta lo humilla más que el poder divino; segundo, porque Dios ha otorgado a
María un poder tan grande contra los diablos, que más temen ellos, según muchas
veces han declarado a su pesar por la boca de los posesos, uno solo de los
suspiros de María en favor de algún alma, que las oraciones de todos los
santos, y una sola amenaza suya contra ellos, más que todos los otros
tormentos".
“Lo
que Lucifer perdió por orgullo, loa ganó María por humildad; lo que Eva condenó
y perdió por desobediencia, lo salvó María por su obediencia. Eva, obedeciendo
la voz de la serpiente, perdió consigo a todos sus hijos y los entregó al poder
de Satanás. María, conservándose perfectamente fiel a Dios, ha salvado con Ella
a todos sus hijos y servidores y los ha consagrado a la Majestad divina".
“Dios
no sólo ha creado una enemistad, sino enemistades y no sólo entre María y el
demonio, sino entre la descendencia de la Santísima Virgen y la del diablo; es
decir, que Dios ha levantado enemistades, antipatías y odios secretos entre los
verdaderos hijos y servidores de su Madre y los hijos y esclavos del demonio;
por eso no se aman mutuamente ni tienen correspondencia interior unos con
otros. Los hijos de Belial, los esclavos de Satanás, los amigos del mundo (pues
estos distintos nombres significan una misma cosa), han perseguido
incesantemente hasta aquí y perseguirán todavía más que nunca a aquellos y
aquellas que pertenezcan a la Santísima Virgen, así como en otro tiempo Caín
persiguió a su hermano Abel, y Esaú a su hermano Jacob, que son figuras de los
réprobos y de los predestinados. Pero la humildad de María triunfará siempre
del orgulloso demonio; y la victoria será tan grande, que llegará hasta
aplastarle la cabeza, en donde reside su orgullo. Ella descubrirá siempre su
malicia de serpiente, hará manifiestas sus tramas infernales, disipará sus
consejos diabólicos y a sus fieles servidores los librará hasta el fin de los
tiempos de sus crueles garras".
“Pero
el poder de María sobre todos los diablos brillará particularmente en los
últimos tiempos, en que Satanás pondrá asechanzas a su talón, es decir, a sus
humildes esclavos y a sus pobres hijos, que Ella suscitará para hacerle la
guerra. Serán pequeños y pobres, según el mundo, y rebajados ante los otros
como el talón, hollados y oprimidos como el talón lo es respecto de los demás
miembros del cuerpo; mas, en cambio, serán ricos de las gracias de Dios, que
María les distribuirá abundantemente, grandes y exaltados en santidad delante
de Dios, superiores a toda criatura por su celo inflamado y tan fuertemente
apoyados en el socorro divino, que con la humildad de su talón, en unión de María,
aplastarán la cabeza del diablo y harán triunfar a Jesucristo”.
(S. Luis María
Grignion de Montfort, Obras Completas, Tratado de la verdadera devoción, Págs.
468–471 o núms. 51 a 53)
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