REGNUM MARIAE

REGNUM MARIAE
COR JESU ADVENIAT REGNUM TUUM, ADVENIAT PER MARIAM! "La Inmaculada debe conquistar el mundo entero y cada individuo, así podrá llevar todo de nuevo a Dios. Es por esto que es tan importante reconocerla por quien Ella es y someternos por completo a Ella y a su reinado, el cual es todo bondad. Tenemos que ganar el universo y cada individuo ahora y en el futuro, hasta el fin de los tiempos, para la Inmaculada y a través de Ella para el Sagrado Corazón de Jesús. Por eso nuestro ideal debe ser: influenciar todo nuestro alrededor para ganar almas para la Inmaculada, para que Ella reine en todos los corazones que viven y los que vivirán en el futuro. Para esta misión debemos consagrarnos a la Inmaculada sin límites ni reservas." (San Maximiliano María Kolbe)

lunes, 29 de septiembre de 2014

PUBLICAN UN TEXTO INÉDITO ESCRITO POR LA HERMANA LUCÍA


Este documento fue incluido en una biografía de Sor Lucía, escrita por las monjas Carmelitas de Coimbra con base en sus cartas y en su Diario espiritual aún inédito. Titulada Un camino bajo la mirada de María, la biografía fue publicada en 2013 por el Carmelo de Coimbra.

La aparición relatada por Lucía ocurrió al comienzo del año 1944, cuando era monja en el convento de las Hermanas Doroteas en Tuy (Galicia). Dos años antes, en diciembre de 1941, ella ya había escrito por orden superior las dos primeras partes del secreto de Fátima (la visión del infierno y los avisos y predicciones de la Virgen), pero dejó pendiente la tercera parte.
El obispo de Leiría —la diócesis de Fátima— la instaba reiteradamente a redactar también ese “tercer secreto”; pero como la Virgen le había mandado guardar reserva, ella se abstuvo de hacerlo. Sin embargo, interiormente su perplejidad era muy grande: estando el mundo en plena II Guerra Mundial, ¿no habría llegado el momento de escribirlo?
En esas circunstancias, hacia las 4 de la tarde del día 3 de enero de 1944 —relata Lucía—, mientras rezaba en la capilla del convento ante el tabernáculo, “pedí a Jesús que me hiciese conocer cuál era su voluntad”, y con el rostro entre las manos esperaba alguna respuesta: “Sentí entonces que una mano amiga, afectuosa y materna, me toca el hombro. Levanto la mirada y veo a la querida Madre del Cielo”.
La Virgen le dice: “«No temas, quiso Dios probar tu obediencia, fe y humildad. Queda en paz y escribe lo que te mandan, pero no aquello que te es dado comprender de su significado»”. Le instruye guardar lo que irá a escribir en un sobre lacrado y anotar por fuera de este «que sólo puede ser abierto en 1960».
Enseguida, prosigue Lucía, “sentí el espíritu inundado por un misterio de luz que es Dios y en Él vi y oí: la punta de la lanza como llama que se desprende, toca el eje de la Tierra. Ella se estremece: montañas, ciudades, villas y aldeas con sus habitantes son sepultadas. El mar, los ríos y las nubes salen de sus límites, desbordándose, inundando y arrastrando en un remolino, casas y gente en un número que no se puede contar, es la purificación del mundo, por el pecado en el cual está inmerso. – ¡El odio, la ambición, provocan la guerra destructora!
“– Después sentí  en el palpitar acelerado del corazón y en mi espíritu el eco de una voz suave que decía: ‘En el tiempo, una sola fe, un solo bautismo, una sola Iglesia, Santa, Católica, Apostólica – En la eternidad, ¡el Cielo!’
“Esta palabra ‘Cielo’ llenó mi corazón de paz y felicidad, de tal forma que, casi sin darme cuenta, me quedé repitiendo por mucho tiempo: ’el Cielo, el Cielo’”.

Alentada por estas maravillosas palabras finales, Sor Lucía cobró fuerzas para escribir el Tercer Secreto, tal como la Virgen le había ordenado: “Apenas pasó la mayor fuerza de lo sobrenatural, fui a escribir y lo hice sin dificultad, el día 3 de enero de 1944, de rodillas apoyada sobre la cama que me sirvió de mesa. Ave María”. Así concluye el relato manuscrito de la visión.

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