Este documento fue incluido en una biografía de Sor Lucía, escrita por las monjas Carmelitas de Coimbra con base en sus cartas y en su Diario espiritual aún inédito. Titulada Un camino bajo la mirada de María, la biografía fue publicada en 2013 por el Carmelo de Coimbra.
La
aparición relatada por Lucía ocurrió al comienzo del año 1944, cuando era monja
en el convento de las Hermanas Doroteas en Tuy (Galicia). Dos años antes, en
diciembre de 1941, ella ya había escrito por orden superior las dos primeras
partes del secreto de Fátima (la visión del infierno y los avisos y
predicciones de la Virgen), pero dejó pendiente la tercera parte.
El
obispo de Leiría —la diócesis de Fátima— la instaba reiteradamente a redactar
también ese “tercer secreto”; pero como la Virgen le había mandado guardar
reserva, ella se abstuvo de hacerlo. Sin embargo, interiormente su perplejidad
era muy grande: estando el mundo en plena II Guerra Mundial, ¿no habría llegado
el momento de escribirlo?
En
esas circunstancias, hacia las 4 de la tarde del día 3 de enero de 1944 —relata
Lucía—, mientras rezaba en la capilla del convento ante el tabernáculo, “pedí a
Jesús que me hiciese conocer cuál era su voluntad”, y con el rostro entre las
manos esperaba alguna respuesta: “Sentí entonces que una mano amiga, afectuosa
y materna, me toca el hombro. Levanto la mirada y veo a la querida Madre del
Cielo”.
La
Virgen le dice: “«No temas, quiso Dios probar tu obediencia, fe y humildad.
Queda en paz y escribe lo que te mandan, pero no aquello que te es dado
comprender de su significado»”. Le instruye guardar lo que irá a escribir en un
sobre lacrado y anotar por fuera de este «que sólo puede ser abierto en 1960».
Enseguida,
prosigue Lucía, “sentí el espíritu inundado por un misterio de luz que es Dios
y en Él vi y oí: la punta de la lanza como llama que se desprende, toca el eje
de la Tierra. Ella se estremece: montañas, ciudades, villas y aldeas con sus
habitantes son sepultadas. El mar, los ríos y las nubes salen de sus límites,
desbordándose, inundando y arrastrando en un remolino, casas y gente en un
número que no se puede contar, es la purificación del mundo, por el pecado en
el cual está inmerso. – ¡El odio, la ambición, provocan la guerra destructora!
“–
Después sentí en el palpitar acelerado
del corazón y en mi espíritu el eco de una voz suave que decía: ‘En el tiempo,
una sola fe, un solo bautismo, una sola Iglesia, Santa, Católica, Apostólica –
En la eternidad, ¡el Cielo!’
“Esta
palabra ‘Cielo’ llenó mi corazón de paz y felicidad, de tal forma que, casi sin
darme cuenta, me quedé repitiendo por mucho tiempo: ’el Cielo, el Cielo’”.
Alentada
por estas maravillosas palabras finales, Sor Lucía cobró fuerzas para escribir
el Tercer Secreto, tal como la Virgen le había ordenado: “Apenas pasó la mayor
fuerza de lo sobrenatural, fui a escribir y lo hice sin dificultad, el día 3 de
enero de 1944, de rodillas apoyada sobre la cama que me sirvió de mesa. Ave
María”. Así concluye el relato manuscrito de la visión.
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