¿Cómo
va a triunfar el Inmaculado Corazón?
El Inmaculado Corazón triunfará a través de la
Consagración de Rusia y de la devoción de los Cinco Primeros Sábados
(incluyendo la promesa de los dirigentes de la Iglesia de promover esta
devoción y nuestra propia fidelidad a esa devoción).
La Fe católica implica buenas obras, y no sólo
una confianza pasiva en la misericordia de Dios. “¿No veis cómo el hombre se
justifica por las obras, y no por la fe solamente?” (Santiago 2:24) De la misma
manera, en el caso de Fátima, Dios espera que hagamos algo, y no nos limitemos
a tener fe en la promesa de Nuestra Señora de que “Por fin Mi Inmaculado
Corazón triunfará…”
El Inmaculado Corazón no triunfará sin nuestra
ayuda, porque Dios, en Su plan de paz y salvación para los hombres, se digna
utilizar instrumentos humanos para efectuar Su voluntad.
Con
respecto a Fátima, Dios espera que hagamos alguna cosa, más que tener fe en la
promesa de Nuestra Señora: “Por fin Mi Inmaculado Corazón triunfará”.
Así, Jesús preguntó a Sor Lucía, con respecto
al Mensaje de Fátima, “¿Has propagado por el mundo aquello que la Madre del
cielo te pedía”? (15 de febrero de 1926)
Nuestra
Señora dijo: “¿No quieres consolarme, haciendo reparación”? (Nuestra Señora de Fátima,
10 de diciembre de 1925) Y por supuesto, la Consagración de Rusia misma es un acto
prescrito por Dios para ser hecha por hombres, y sin la cual Dios no otorgará
los beneficios prometidos a los hombres.
Nuestra Señora y
nosotros
Tenemos también la Consagración de cada uno de
nosotros: uniendo nuestros corazones al Inmaculado Corazón de María, y así
llegando a ser “propiedad” de la Santísima
Virgen. Damos nuestros corazones al Inmaculado Corazón de María, en cambio por
Su Inmaculado Corazón. De la misma manera, Jesús dio Su Corazón a Santa
Catalina de Siena y recibió el corazón suyo a cambio.
Así, es por las prácticas indicadas por Dios
que somos transformados por la gracia, por la acción de Nuestra Señora de tomar
lo que es suyo para transformarlo por la gracia de Dios. Consideremos el
ejemplo de los discípulos camino de Emaús. Sus ojos sólo se abrieron en Emaús,
cuando practicaron la hospitalidad y la caridad. Oyendo sólo no fue bastante;
tuvieron que hacer buenas obras para que creyeran y comprendieran con el corazón.
Depende de Usted y de
mí
¡No se equivoque en este asunto crucial! Es
por nosotros – ustedes, yo, cada uno de nosotros siendo transformado – que
Nuestra Señora operará, usando a aquellos que, por su voluntad, llegan a ser
Sus hijos e hijas dedicados a la misión de alcanzar Su Triunfo en el mundo.
¿Exactamente
cómo es que nos tornamos Sus hijos e hijas dedicados? En los modos siguientes:
-
Siguiendo Su plan;
-
Siguiendo todavía más el ejemplo de María;
-
Dejando que Ella triunfe por medio de Su Corazón brillando a través de cada uno
de nosotros;
-
Hablando a Su Corazón, y amando Su Corazón;
-
Despertando en otros el amor a Jesús y María;
-
Poniendo en práctica todas la cosas específicas que Ella nos pide que hagamos conforme
nuestras capacidades; por ejemplo, las almas individuales hacen los Primeros
Sábados e incentivan a otras personas a hacer lo mismo;
-
Promoviendo el conocimiento y la obediencia del Papa y de los Obispos a sus
órdenes de consagrar Rusia de acuerdo
con Su pedido.
Pues bien, el Triunfo del Inmaculado Corazón
se realizará por medio de la conversión de los corazones individuales. Y esto
significa una conversión a Cristo, a Su ley, a Su doctrina, amando a Jesús y a
María a través de nuestras intenciones, de todas nuestras palabras, gestos,
actos, omisiones (esto es, evitando el pecado en los pensamientos, deseos,
palabras y obras). Significa también la conversión a los “pensamientos de Su
corazón” (Salmo 32:11) para la salvación. Y no sólo para nuestra propia
salvación. Debemos ayudar a convertir los otros – para salvar sus almas, para transformar
la faz de la tierra. En resumen, debe haber conversiones individuales y conversiones
conjuntas de la sociedad y del mundo a todos los niveles: parroquia, ciudad, provincia,
estado, región, nación.
Esto significa, en primer lugar, hacer todo lo
que podemos, donde estamos, en nuestras vidas y esferas de influencia, y
juntamente con Nuestro Señor y Nuestra Señora, haciendo todo lo que podemos
para alcanzar la Consagración de Rusia lo más rápidamente posible.
Por medio de esta Consagración vendrá la conversión
de Rusia y se seguirá la conversión de todo el mundo. Finalmente, habrá un
reconocimiento público de que fue a través del Inmaculado Corazón que esta
conversión aconteció – fue Su obra, Su gracia, Su Realeza, y nosotros éramos
apenas instrumentos en Sus manos. Es el reconocimiento de que sólo Ella, por Su
propio poder, alcanzó la conversión de todo el mundo, y el reconocimiento que
cualquier cosa que hicimos para alcanzarlo, lo hicimos como resultado de ser
instrumentos en Sus manos para lograrlo. Fíjese, esto es crucial.
En
vista de lo que ya dije hasta aquí, es obvio que no debemos, ni podemos limitarnos
a esperar por Su intervención pública milagrosa, como si no tuviéramos un papel
que desempeñar. Ella no hará sin nosotros, como agentes humanos, aquello que se
puede llamar la primera etapa del Triunfo del Inmaculado Corazón. Porque Jesús
Mismo decretó que toda la Iglesia y todo el mundo deben reconocer que una
acción humana específica – la Consagración de Rusia – llevó a cabo la
conversión de Rusia: “Porque quiero que toda Mi Iglesia reconozca esa
consagración como un triunfo del Inmaculado Corazón de María, para después
extender su culto y poner, al lado de la devoción de Mi Sagrado Corazón, la devoción
a este Corazón Inmaculado”.
No
debemos, ni podemos limitarnos a esperar por Su intervención pública milagrosa,
como si no tuviéramos un papel que desempeñar.
Nosotros,
que somos sus heraldos, que somos los que la anunciaremos hablando, escribiendo,
publicando, y dando particularmente consejos, correcciones, reprensiones y explicaciones,
no lo hacemos sólo nosotros mismos. Así como la primera gracia viene siempre de
Dios (por mediación de María), así también el impulso para el Triunfo nos llega
como una gracia mediada a través del Inmaculado Corazón de Nuestra Señora.
El triunfo vendrá en
etapas
El
triunfo del Inmaculado Corazón tendrá lugar por etapas. La etapa remota es la preparación
de la humanidad: Dios deseó durante toda la eternidad el Triunfo del Inmaculado
Corazón. Nuestra Señora, por medio de Sus méritos, oraciones e intervenciones personales,
está operando, rezando, interviniendo por todo el mundo donde es bienvenida, o por
lo menos no es rechazada. Son estas gracias, que ni yo, ni ustedes, ni todos
nosotros unidos o individualmente merecemos, que fueron derramados en nuestras
corazones, sin cualquier mérito de nuestra parte, en preparación para lo que
está viniendo, que es la ejecución del plan de Dios.
Es
el plan de Dios, el plan de Jesús y María, que será puesto en práctica lo más
pronto posible, en la medida en que cooperemos.
- En
nuestros corazones y vidas;
- Obteniendo
la cooperación de las almas que Dios pone en nuestro camino, para que por medio
de nuestras oraciones y sacrificios.
- Trabajando
siempre con la gracia de Jesús y María operando en nosotros, así como Su gracia
operando independientemente de nosotros, para que, por fin, se haga lo
suficiente – tanto en la orden de gracia de mover corazones y voluntades, como
en la orden de la naturaleza – hablando, leyendo, pensando, meditando,
comprendiendo, explicando a los otros y publicando;
Haciendo lo que podemos para que los Primeros Sábados sean observados lo más frecuentemente posible por los Sacerdotes, Obispos, Fieles y Religiosos, para que se haga por fin la Consagración de Rusia.
Haciendo lo que podemos para que los Primeros Sábados sean observados lo más frecuentemente posible por los Sacerdotes, Obispos, Fieles y Religiosos, para que se haga por fin la Consagración de Rusia.
Fuente: Fátima.org
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