ENSEÑANZAS TERESIANAS
"Después
de esto quédeme yo en la oración que traigo de estar el
alma con la Santísima Trinidad, y parecíame que la persona del Padre me llegaba
a Sí y decía palabras muy agradables. Entre ellas me dijo, mostrándome lo que
me quería: "Yo te di a mi Hijo y al Espíritu Santo y a esta Virgen ¿Qué me
puedes dar tú a mí?
Que
¿qué te puedo dar yo a Ti, mi Dios? Pues puedo darte tanto cuanto tú me das.
Porque eso que me diste una vez, Padre, es decir: el Hijo, el Espíritu Santo y
"esta Virgen", son míos, y ahora como cosa mía yo te los presento, te
los devuelvo y te los regalo. Y quedamos en paz, no te debo nada, porque todo
eso que es mío, te lo doy. Pero aún te doy algo más; me doy yo misma a Ti,
Señor. Tuya es mi alma, tuya es mi vida y tuyo mi corazón. Y tuyos estos mis
ojos "que sólo para Ti quiero tenellos"".
(CC
22,3)
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