REGNUM MARIAE

REGNUM MARIAE
COR JESU ADVENIAT REGNUM TUUM, ADVENIAT PER MARIAM! "La Inmaculada debe conquistar el mundo entero y cada individuo, así podrá llevar todo de nuevo a Dios. Es por esto que es tan importante reconocerla por quien Ella es y someternos por completo a Ella y a su reinado, el cual es todo bondad. Tenemos que ganar el universo y cada individuo ahora y en el futuro, hasta el fin de los tiempos, para la Inmaculada y a través de Ella para el Sagrado Corazón de Jesús. Por eso nuestro ideal debe ser: influenciar todo nuestro alrededor para ganar almas para la Inmaculada, para que Ella reine en todos los corazones que viven y los que vivirán en el futuro. Para esta misión debemos consagrarnos a la Inmaculada sin límites ni reservas." (San Maximiliano María Kolbe)

lunes, 24 de febrero de 2014

LOS GESTOS "REVOLUCIONARIOS" DE JESÚS



Seguir a Jesús no es “una idea” sino un “continuo quedarse en casa”, la Iglesia, donde Cristo hace regresar siempre a todos, también a quien se ha alejado de ella. Lo afirmó el Papa Francisco en la homilía de la Misa de esta mañana, en la capilla de Casa de Santa Marta.
Un muchacho que sufre convulsiones, que se revuelca por la tierra y que echa espuma por la boca; en medio a una muchedumbre asustada e inerme. Y su padre que por poco se abalanza a Jesús, implorándole librar a su hijo de la posesión diabólica. Es el drama con el que se abre el Evangelio de hoy y que el Papa analizó punto por punto: el de los presentes, que discuten sin resultado, Jesús que llega y se informa, “la bulla que viene a menos”, el padre angustiado que emerge de la muchedumbre y decide contra toda esperanza confiarse en Jesús. Y Jesús, que compadecido por la fe cristalina de aquel papá, expulsa el espíritu y luego se inclina con dulzura ante el joven, que parece muerto, ayudándolo a volverse a levantar:
“Todo aquel desorden, aquella discusión termina en un gesto: Jesús que se abaja, se inclina ante el muchacho. Estos gestos de Jesús nos hacen pensar. Jesús cuando cura, cuando va entre la gente y sana a una persona, jamás la deja sola. No es un mago, un brujo, un curandero que va, cura y continúa su camino: a cada uno lo hace regresar a su lugar, no lo deja en la calle. Son gestos bellísimos del Señor”.
He aquí la enseñanza, explicó el Santo Padre: “Jesús – afirmó – siempre nos hace regresar a casa, jamás nos deja solos en la calle”. El Evangelio, recordó, está lleno de estos gestos. La resurrección de Lázaro, la vida devuelta a la hija de Jairo y aquella al hijo de una mamá viuda. Y también la oveja perdida vuelta a traer al redil o la moneda perdida y vuelta a encontrar por la mujer:
“Porque Jesús no vino solo del Cielo, es Hijo de un pueblo. Jesús es la promesa hecha a un pueblo y su identidad es también pertenencia a aquel pueblo, que de Abraham camina hacia la promesa. Y éstos gestos de Jesús nos enseñan que toda curación, todo perdón nos hacen regresar siempre a nuestro pueblo, que es la Iglesia”.
Jesús perdona siempre y sus gestos – prosiguió el Papa – se vuelven también “revolucionarios”, o “inexplicables”, cuando su perdón llega a quien se ha alejado “mucho”, como el publicano Mateo o su colega Zaqueo. Además, repitió el Papa, Jesús “cuando perdona, hace siempre regresar a casa. Y de esta forma, sin el pueblo de Dios, no se puede entender a Jesús”. Es absurdo “amar a Cristo, sin la Iglesia, sentir a Cristo pero no a la Iglesia, seguir a Cristo al margen de la Iglesia”, recordó Francisco citando y parafraseando una vez más Pablo VI. “Cristo y la Iglesia están unidos”, y “cada vez que Cristo llama a una persona, la trae a la Iglesia”. Por esto, agregó, “está bien” que un niño “venga a bautizarse en la Iglesia”, la “Iglesia madre”:
“Y aquellos gestos de tanta ternura de Jesús nos hacen entender esto: que nuestra doctrina, digamos así, o nuestro seguir a Cristo, no es una idea, es un continuo quedarse en casa. Y si cada uno de nosotros tiene la posibilidad y la realidad de salir de casa por un pecado, un error – Dios lo sabe – la salvación es regresar a casa, con Jesús en la Iglesia. Son gestos de ternura. Uno a uno, el Señor nos llama así, su pueblo, dentro su familia, nuestra madre, la Santa Iglesia. Pensemos en estos gestos de Jesús”. 

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