¿Qué mal hay en hacer accesible a todos la forma extraordinaria del rito romano?
He leído en los periódicos noticias bastante preocupantes sobre posibles restricciones a la celebración de la Misa Tridentina (lo que ahora llamamos la forma extraordinaria del rito romano). Quiero decir claramente que no se me considera un extremista de esta forma litúrgica y que trabajé activamente, como sacerdote y como obispo, por la reforma litúrgica después del Concilio Vaticano II, tratando también de frenar los excesos y abusos, que lamentablemente sí lo hicieron. no fallarás .también en mi diócesis. Para que no me acusen de parcialidad. Pero no puedo negar, en mi experiencia de Hong Kong, lo bueno que vino del motu proprio Summorum Pontificum y de la celebración de la Misa Tridentina. Aquí hay un grupo de fieles que durante décadas ha participado de esta forma que nos llega de las riquezas litúrgicas de nuestra Tradición, un grupo que nunca ha creado problemas a la diócesis y cuyos participantes nunca han cuestionado la legitimidad de la Misa renovada. Muchos jóvenes han pasado por la comunidad que participa de la forma extraordinaria en Hong Kong, quienes a través de esta Misa han redescubierto el sentido de adoración y reverencia que le debemos a Dios, nuestro Creador.
He trabajado por la reforma litúrgica, como dije, pero no puedo olvidar la misa de mi infancia, no puedo olvidar cuando de niño en Shanghai mi padre, un católico muy devoto, me llevaba a misa todos los días y los domingos hacía participo en cinco misas! Sentí tal asombro, estaba tan fascinado (¡y todavía lo estoy!) Por la belleza del canto gregoriano, que creo que esa experiencia alimentó mi vocación al sacerdocio, como lo ha hecho con tantos otros. Recuerdo a los muchos fieles chinos (y no creo que todos supieran latín ...) participando con gran entusiasmo en estas ceremonias litúrgicas, tal como ahora puedo testificar en la comunidad que participa en la Misa Tridentina en Hong Kong.
La Misa Tridentina no es divisiva, al contrario, nos une a nuestros hermanos y hermanas de todas las edades, a los santos y mártires de todos los tiempos, a aquellos que han luchado por su fe y que han encontrado en ella un inagotable alimento espiritual.
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