«Cerrar iglesias durante una epidemia es un gesto ateo, por lo que notamos que una buena parte de la nueva Iglesia es completamente atea. Completamente ateo y completamente alineado con las élites que quieren la destrucción de la civilización cristiana europea, pero sobre todo de Italia, que es su corazón. La necesaria prudencia elemental, el primer gesto de sentido común elemental en caso de epidemia, es cerrar las fronteras, la nueva Iglesia quiere que se abran de par en par, pero se apresura a cerrar las Iglesias. Cada vez más fieles se siente solos, los sacerdotes están demasiado aterrorizados. No dejemos que nos quiten lo que es nuestro, vayamos a la iglesia, arrodillémonos, pidamos perdón por todos nuestros pecados infinitos. Lo peor que puede pasar con el coronavirus es morir. Lo peor que puede pasar con las iglesias cerradas es vivir sin Dios, cien mil veces peor que la muerte. Ha llegado el momento de buscar las Iglesias que no se han rendido. A menudo no son iglesias en el sentido arquitectónico. Dejemos al César lo que le pertenece a César. Alguien tendrá que explicar a los obispos y cardenales que el rojo y el morado con el que se visten no son colores para divertirse, sino que simbolizan la sangre del martirio. El riesgo de contagio en la misa se puede reducir a cero multiplicando las misas, celebrando una cada hora, de modo que en cada celebración no haya multitudes, pasando los bancos con desinfectantes, y celebrando misas en iglesias grandes, no en las capillas donde nos celebran en invierno para ahorrar en calefacción. Cerrar las Iglesias, es un paso fundamental para llevar a cabo la tarea masónica de una sola religión sincrética, completamente contraria a Cristo.»
Fuente: blog de Aldo María Valli
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