Cenáculo de la Fraternidad de Cristo Sacerdote y Santa María Reina
MES DE MAYO
¡Gloria a Jesús en María!
Hemos subrayado siempre, y así nos esforzamos por vivirlo cada día, que nuestra espiritualidad comunitaria no tiene nada de novedoso, aunque paradógicamente en las circunstancias de los tiempos que nos tocan vivir resulte toda una novedad.
Hemos subrayado siempre, y así nos esforzamos por vivirlo cada día, que nuestra espiritualidad comunitaria no tiene nada de novedoso, aunque paradógicamente en las circunstancias de los tiempos que nos tocan vivir resulte toda una novedad.
Se trata de la espiritualidad católica, de la esencia de nuestra fe, de la fe de los primeros cristianos, de la fe de los Santos, de la fe profesada y vivida a lo largo de dos mil años por los hijos de la Iglesia.
No queremos añadidos, ni adaptaciones, ni glosas, ni reduccionismos, ni traiciones descaradas, que vienen siendo el pan envenenado de cada día.
Tenemos la obligación, y nos asiste el derecho, a negarnos en rotundo a sacrificar nuestra identidad católica en los apestosos e idolátricos altares del sincretismo religioso, del falso ecumenismo, del indiferentismo, del sectarismo masónico, y de la diabólica pretensión de la religión mundialista.
¡Obedeceremos siempre a Dios antes que a los hombres!
Comenzamos el mes de mayo, el mes especialmente consagrado a la Santísima Virgen María.
Ella está presente en nuestra vida y en la vivencia de nuestra fe todos y cada uno de los días del año. Está presente en todos y cada uno de los misterios de la vida de Cristo nuestro Señor. Porque no hay Jesús sin María, ni María sin Jesús.
¡Nadie puede separar lo que Dios ha unido en el tiempo y en la eternidad! Y quien osara semejante pretensión satánica no escapará a la ira de Dios Altísimo.
La Trinidad Santísima no va a tolerar, bajo ninguna excusa, que las blasfemia, irreverencias, ultrajes, desprecios o indiferencias hacia la Madre de Dios queden impunes.
Quienes consideren a la Virgen Santísima como un escollo para acercarse al Hijo de Dios, como una figura irrelevante en la fe por Él revelada, no podrán gozar jamás del beneplácito de Dios.Jesús viene a nosotros por María, y a Jesús se va por María.
El mes de mayo nos ofrece la posibilidad de purificar, renovar y fortalecer nuestra piedad mariana.
En la contemplación diaria de las virtudes vividas por María encontraremos las gracias más preciadas para que la imagen de Cristo se vaya formando en nosotros con mayor perfección.
En la imitación de las virtudes practicadas por Nuestra Señora se nos ofrece el camino de mayor perfección en el seguimiento de Cristo.
En la plegaria filial y confiada, elevada desde lo profundo del corazón a la Madre de Dios, encontraremos la fuente de mayor consuelo y cuanta fortaleza necesitemos para perseverar en el amor a Dios y al prójimo.
¡Nada sin Jesús, nada sin María!
¡Todo por Jesús, todo por María!
Manuel María de Jesús F.F.
¡Obedeceremos siempre a Dios antes que a los hombres!
Comenzamos el mes de mayo, el mes especialmente consagrado a la Santísima Virgen María.
Ella está presente en nuestra vida y en la vivencia de nuestra fe todos y cada uno de los días del año. Está presente en todos y cada uno de los misterios de la vida de Cristo nuestro Señor. Porque no hay Jesús sin María, ni María sin Jesús.
¡Nadie puede separar lo que Dios ha unido en el tiempo y en la eternidad! Y quien osara semejante pretensión satánica no escapará a la ira de Dios Altísimo.
La Trinidad Santísima no va a tolerar, bajo ninguna excusa, que las blasfemia, irreverencias, ultrajes, desprecios o indiferencias hacia la Madre de Dios queden impunes.
Quienes consideren a la Virgen Santísima como un escollo para acercarse al Hijo de Dios, como una figura irrelevante en la fe por Él revelada, no podrán gozar jamás del beneplácito de Dios.Jesús viene a nosotros por María, y a Jesús se va por María.
El mes de mayo nos ofrece la posibilidad de purificar, renovar y fortalecer nuestra piedad mariana.
En la contemplación diaria de las virtudes vividas por María encontraremos las gracias más preciadas para que la imagen de Cristo se vaya formando en nosotros con mayor perfección.
En la imitación de las virtudes practicadas por Nuestra Señora se nos ofrece el camino de mayor perfección en el seguimiento de Cristo.
En la plegaria filial y confiada, elevada desde lo profundo del corazón a la Madre de Dios, encontraremos la fuente de mayor consuelo y cuanta fortaleza necesitemos para perseverar en el amor a Dios y al prójimo.
¡Nada sin Jesús, nada sin María!
¡Todo por Jesús, todo por María!
Manuel María de Jesús F.F.
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