La Iglesia celebra con gozo el centenario de
las apariciones de Fátima y acoge con devoción los mensajes que la Blanca
Señora confió a los tres humildes pastorcitos para que fuesen transmitidos a la
Iglesia y al mundo.
Con
ocasión de la celebración del centenario el Papa Francisco acude estos días a
Fátima como peregrino a los pies de Nuestra Señora y con tal motivo va a
inscribir en el catálogo de los Santos a los pequeños Jacinta y Francisco
Marto, a quienes Nuestra Señora se apareció en 1917.
El
Mensaje de Fátima, en general, no es complicado. Sus pedidos son de oración,
reparación, arrepentimiento y sacrificio, y abandono del pecado. Antes de que
Nuestra Señora se apareciera a los tres niños: Lucía, Francisco y Jacinta, los
visitó el Ángel de la Paz. El Ángel preparó a los tres niños para recibir a la
Santísima Virgen María
El
Ángel enseñó a los niños la manera ferviente, atenta y compuesta en que
nosotros debemos rezar, y la reverencia debida a Dios en la oración. También
les explicó la gran importancia de la oración y de hacer sacrificios en
reparación por las ofensas cometidas contra Dios. El les dijo: “Haced de todo
lo que podáis un sacrificio y ofrecedlo a Dios como un acto de reparación por
los pecados por los que él es ofendido, y de súplica por la conversión de los
pecadores.” En su tercera y última aparición a los niños, el Ángel les dio la
Santa Comunión, y les mostró la manera propia de recibir a Nuestro Señor en la
Eucaristía: los tres de rodillas para recibir la Comunión; a Lucía le dio la Sagrada
Hostia en la lengua y luego hizo compartir a Francisco y a Jacinta la Sangre
del Cáliz.
Nuestra
Señora en cada una de sus apariciones insistió en la importancia de rezar el
Rosario, pidiendo a los niños rezar todos los días el Rosario por la paz del mundo.
Otra parte principal del Mensaje de Fátima es la devoción al Inmaculado Corazón
de María, terriblemente ultrajado y ofendido por los pecados de la humanidad.
Ella mostró a los niños Su Corazón, rodeado de espinas punzantes (que
representan los pecados contra Su Inmaculado Corazón). Los tres pequeños
comprendieron que los sacrificios ofrecidos con amor contribuyen a la
reparación de las ofensas que agravian el Corazón Inmaculado de María.
Los
niños vieron también que Dios está terriblemente ofendido por los pecados de la
humanidad, y que desea que cada uno de nosotros y que toda la humanidad
abandone el pecado y haga reparación por sus crímenes a través de la oración y
el sacrificio. Nuestra Señora suplicó con tristeza: “¡No ofendan más a Dios
Nuestro Señor, pues ya está muy ofendido!”
Nuestra
Señora también dijo a los niños que rezaran y se sacrificaran por los
pecadores, para salvarlos del infierno. Luego les mostró brevemente una visión
del infierno, después de lo cual Nuestra Señora les dijo: “Habéis visto el
infierno donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas, Dios
quiere establecer en el mundo la devoción a Mi Inmaculado Corazón. Si se hace
lo que digo, muchas almas se salvarán y habrá paz.”.
Ella
dijo que si la gente no dejaba de ofender a Dios, El castigaría al mundo
severamente por medio de la guerra, el hambre y la persecución de la Iglesia, y
la persecución del Santo Padre. Para evitar esos castigos, Nuestra Señora
ofreció un remedio: Ella volvería a pedir la Consagración de Rusia a Su
Inmaculado Corazón y la Comunión de Reparación de los Cinco Primeros Sábados.
Si se atendían sus pedidos habría paz. Si no, Rusia esparciría sus errores por
el mundo, causando guerras y persecuciones contra la Iglesia, el martirio de
los buenos y la aniquilación de varias naciones. El Santo Padre sufriría mucho.
Nuestra
Señora nos señaló la raíz específica de todas las desgracias del mundo, lo
único que causa guerras mundiales y tan terribles sufrimientos: el pecado. Ella
dio luego una solución, primero a los individuos, y luego a los líderes de la
Iglesia. Dios pide a cada uno de nosotros dejar de ofenderlo. Debemos rezar,
especialmente el Rosario. Por el rezo frecuente del Rosario, obtendremos las
gracias que necesitamos para vencer el pecado. Dios quiere que tengamos
devoción al Inmaculado Corazón de María y trabajemos para difundir esta
devoción a través del mundo. Nuestra Señora dijo: “Mi Inmaculado Corazón será
vuestro refugio y el camino que os llevará a Dios”. Si nosotros queremos ir a Dios, debemos tomar
el camino seguro hacia Él, por medio de la devoción verdadera al Inmaculado
Corazón de Su Madre.
Cuando
la Hermana Lucía preguntó a Nuestro Señor por qué no convertía a Rusia sin la
solemne consagración pública, nombrando específicamente a esa nación, Jesús
respondió:
Porque
quiero que toda Mi Iglesia reconozca esa consagración como un triunfo del
Inmaculado Corazón de María, para después extender su culto y poner, al lado de
la devoción a Mi Sagrado Corazón, la devoción a este Corazón Inmaculado.
La
devoción al Inmaculado Corazón de María es central en el Mensaje de Fátima.
Dios determinó que la Consagración de Rusia y la Comunión de Reparación en los
Primeros Sábados son los medios para implementar esta devoción a lo largo del
mundo, y encomendó esta tarea al Papa y a los obispos, y a las almas
individuales, para practicar y promover esta devoción.
Para
estar aún más cerca de Ella, y por lo tanto de Su Hijo, Nuestra Señora señaló
la importancia de rezar al menos cinco decenas del Rosario diariamente. Ella
nos pidió usar el Escapulario del Carmen, como símbolo de nuestra consagración
a Ella. Y debemos hacer sacrificios, especialmente el sacrificio de cumplir
nuestros deberes diarios, en reparación por los pecados cometidos contra
Nuestro Señor y Nuestra Señora. Ella señaló también la necesidad de las
oraciones y sacrificios para salvar del infierno a los pobres pecadores. El
Mensaje de Fátima a las almas individuales, está resumido en estas cosas.
El
Papa Pablo VI dijo que los mensajes de Fátima son un recordatorio de las
verdades principales del Evangelio que por olvidadas y abandonadas, la Virgen
movida por su amor maternal viene a recordar a los hombres en pleno siglo XX.
Porque
el Evangelio comienza con la llamada de Jesús a la conversión, y en la entraña
del evangelio se encuentran las enseñanzas de Jesús:
-
“Si no hicieseis penitencia todos pereceréis”
-
“El mandamiento primero y principal es
este: amarás al Señor tu Dios con todas tus fuerzas, con toda tu mente y con
todo tu corazón”
-
“El que quiera venirse conmigo que cargue con su cruz cada día y me siga”.
Fátima
nos devuelve, pues, al corazón del evangelio en cuyo centro se alza la cruz
redentora de Jesús. Esa cruz que es escándalo para los judíos, necedad para los
griegos, pero para los que aman a Dios es fuerza y sabiduría de Dios.
Nuestra
Señora viene a recordarnos lo que ya dijera el Apóstol Pablo a los primeros
cristianos: “mirad que hay muchos que viven como enemigos de la cruz de
Cristo”.
Fuera
de esa cruz no hay salvación posible. Sólo ella es el camino para el cielo.
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