REGNUM MARIAE

REGNUM MARIAE
COR JESU ADVENIAT REGNUM TUUM, ADVENIAT PER MARIAM! "La Inmaculada debe conquistar el mundo entero y cada individuo, así podrá llevar todo de nuevo a Dios. Es por esto que es tan importante reconocerla por quien Ella es y someternos por completo a Ella y a su reinado, el cual es todo bondad. Tenemos que ganar el universo y cada individuo ahora y en el futuro, hasta el fin de los tiempos, para la Inmaculada y a través de Ella para el Sagrado Corazón de Jesús. Por eso nuestro ideal debe ser: influenciar todo nuestro alrededor para ganar almas para la Inmaculada, para que Ella reine en todos los corazones que viven y los que vivirán en el futuro. Para esta misión debemos consagrarnos a la Inmaculada sin límites ni reservas." (San Maximiliano María Kolbe)

jueves, 28 de mayo de 2015

LA VIRGEN MARÍA Y LOS SACERDOTES

María, Madre de los sacerdotes.
María es Madre especial de los sacerdotes porque es Madre de Cristo, Sumo, Eterno y Único Sacerdote.
María es Madre de los sacerdotes porque participan del sacerdocio de su Hijo por el Sacramento del Orden, quedando configurados con Él y participando de su poder para santificar, enseñar y gobernar. Los sacerdotes también participan de la Mediación de Cristo entre Dios y los hombres, ofreciendo a los hombres las cosas de Dios y presentando a Dios las necesidades de los hombres; y los sacerdotes participan de la Victimación de Cristo, centralmente, al renovar incruentamente el Sacrificio del Calvario.
María recibe a los sacerdotes como hijos predilectos al pie de la Cruz, por encargo de su Hijo. Jesús “Viendo a su Madre y al discípulo a quien amaba, que estaba allí, dijo a la Madre: Mujer, he ahí a tu hijo” (Jo. 19, 26). Jesús, que se refiere directamente a Juan, discípulo amado, recién ordenado sacerdote en el Cenáculo, está proclamando extensivamente la Maternidad universal y, particularmente, la Maternidad de María sobre los que han sido y serán ordenados sacerdotes. María está aceptando a los sacerdotes como hijos al aceptar a Juan como hijo.
María prototipo del sacerdote.
María no es sacerdote. Su dignidad es superior al sacerdocio porque es la Madre de Dios y de la Iglesia. Por eso, es Prototipo de la espiritualidad sacerdotal que Ella vive eminentemente.
Ella es Prototipo de Mediación porque es la Medianera universal que nos ha dado a Cristo, a la Iglesia, a la Gracia y a los Sacramentos. El sacerdote ofrece a los hombres lo que recibe por medio de María.
Ella es Prototipo de Victimación porque es Corredentora con Cristo, Víctima con Él desde el Sí de la Encarnación hasta la Cruz. El sacerdote ha de captar la victimación sacerdotal de su vida, contemplando a María.
El sacerdote recibe el sacramento del Orden y queda configurado con Cristo Sacerdote, gracias a la corredención y mediación de María.
María acompaña al sacerdote.
María acompaña a Cristo Sacerdote, desde la Encarnación hasta la Cruz como una madre acompaña a su hijo. María sigue acompañando al sacerdote, “otro Cristo” con solicitud maternal. El sacerdote ha de saberse especialmente acompañado por su Madre, la Virgen María.
María acompaña a sus hijos sacerdotes en la función de santificar por los sacramentos, centralmente por la Eucaristía. En la función de enseñar, predicando el Evangelio bajo la guía de la Iglesia. En la función de gobernar, sirviendo al Pueblo de Dios con los sentimientos del Buen Pastor.
María protege y educa al sacerdote.
María Madre protege al Niño Jesús. María Madre sigue protegiendo al sacerdote como la madre protege al niño y trata de librarlo de todo mal.
María Madre ayuda al sacerdote, hombre de barro, a buscar el perdón en las caídas, a ser fuerte en la debilidad, a soportar la incomprensión y el rechazo, a perseverar en el camino de la santidad y en los medios para alcanzarla.
María es la educadora del sacerdote enseñándole a vivir al estilo de Cristo Sacerdote y según los sentimientos de su Corazón.
El sacerdote se entrega a María.
El sacerdote acoge a María-Madre en su casa como le pide Cristo desde la Cruz: “He ahí a tu Madre” (Cf. Jo.19, 27). El sacerdote se entrega, se consagra y ama a su Madre. Por eso, dialoga filialmente con Ella, le repite su amor en el Rosario, la obsequia con el Ángelus, celebra los sábados y sus fiestas…
El Concilio Vaticano II recuerda a lo sacerdotes que María es siempre “un maravilloso ejemplo que, guiada por el Espíritu Santo, se consagró toda al ministerio de la redención de los hombres; los presbíteros reverenciarán y amarán, con filial devoción y culto, a esta Madre del sumo y eterno Sacerdote, Reina de los Apóstoles y Auxilio de los cristianos” (PO. 18b).
Fray Carlos Lledó López, O.P.

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