¡Oh
Jesús, Pontífice Eterno, Divino Sacrificador!
Tú,
que en un impulso de incomparable amor a los hombres, tus hermanos, hiciste
brotar de Tu Sagrado Corazón el Sacerdocio Cristiano, dígnate continuar
derramando sobre tus ministros los torrentes vivificantes del Amor
Infinito.
Vive
en Tus Sacerdotes, transformándolos en Ti,
hazlos por tu gracia, instrumentos de Tú misericordia. Obra en ellos y por ellos y que, después de
haberse revestido totalmente de Ti, por la fiel imitación de Tus adorables
virtudes, cumplan en Tú nombre y por el poder de Tú Espíritu, las obras que Tú
mismo realizaste para la salvación del mundo.
Divino
Redentor de las almas, ved cuan grande es la multitud de los que aun duermen en
las tinieblas del error, cuenta el número de las ovejas descarriadas que
caminan entre precipicios, considera la turba de pobres, hambrientos,
ignorantes y débiles que gimen en el abandono.
Vuelve,
Señor, a nosotros por tus Sacerdotes, revive verdaderamente en ellos, obra por
ellos y pasa de nuevo por el mundo, enseñando, perdonando, consolando, sacrificando
y renovando los lazos sagrados del amor, entre el corazón de Dios y el Corazón
del hombre,
AMÉN.
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