Este hermoso poema fue compuesto por santo
Tomás de Aquino en el siglo XIII a petición del Papa Urbano IV para la
solemnidad del Corpus Christi.
Adoro te devote,
latens Deitas,
Quae sub his figuris vere latitas:
Tibi se cor meum totum subiicit,
Quia te contemplans totum deficit.
Te adoro con
devoción, Dios escondido,
que estás aquí verdaderamente, oculto bajo estas
apariencias.
A Ti se somete mi corazón por completo,
pues al contemplarte cae rendido totalmente.
El católico que verdaderamente es adorador
de Nuestro Señor Jesucristo escondido en la Divina Eucaristía gusta de vivir
escondido a los ojos del mundo. No hace alarde de su categoría, sino que sabe
situarse en su pequeñez ante Dios y nunca por encima de los demás.
El católico que es verdadero adorador de
Dios no busca cargos ni encomiendas para ser visto ni aplaudido. Sólo busca
contentar a su Dios y pasar oculto a los ojos de los demás.
¡Este es el Misterio de la Eucaristía!
¡Dios escondido tras los velos del pan y del vino tan sólo para ser visto por
las almas que tienen Fe y Amor!
¡Este es el misterio en el que viven inmersas las almas que
tienen fe! Buscan tan sólo servir a Dios y en lo posible hacerlo sin ser vistos
ni notados!
In
cruce latebat sola Deitas,
At hic latet simul et humanitas;
Ambo tamen credens atque confitens,
Peto quod petivit latro paenitens.
En la Cruz se escondía sólo la Divinidad,
pero aquí se esconde también la Humanidad.
Sin embargo, creyendo y confesando ambas cosas,
pido lo que pidió el ladrón arrepentido.
El alma eucarística aprende del Señor la Sabiduría de la Cruz.
Aprende del Señor a abrazarse a la cruz de cada día y lo hace con la confianza
de que Dios nunca abandona a los suyos. Y lo hace abandonándose en los brazos
de Dios en unión con Cristo crucificado y con la Madre oferente al pie de la
cruz.
Los cristianos cabales no se escandalizan
de la cruz ni profieren maldiciones desde las cruces que la vida les depara.
Antes bien, saben que hemos sido redimidos por la Cruz de Cristo y si sufrimos
con Él, abrazando la cruz de cada día, también reinaremos con Él por toda la
eternidad.
La Divina Eucaristía es la prolongación
en la historia de la cruz de Cristo elevada en el Monte Calvario en la tarde
del Viernes Santo.
¡Cristo Jesús, que se humilla
voluntariamente en la Eucaristía! ¡Cristo Jesús que renueva y perpetúa su
Sacrificio redentor en los altares católicos por las manos y el ministerio de
sus Sacerdotes!
¡Cristo Jesús que desde nuestros
tabernáculos espera y ansía almas que se unan a Él en el ofrecimiento de sus
trabajos y penalidades, en el ofrecimiento de su propia vida!
Adoremus in aeternum sanctissimun
Sacramentum!
P. Manuel María de Jesús
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