Robert Mutsaerts, obispo auxiliar de Bolduque
‘ESA
DIABÓLICA AMBIGÜEDAD’.
Fiducia Supplicans, la
controvertida declaración del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, es ante
todo un documento cobarde. Se niega a identificar las prácticas homosexuales
como intrínsecamente malas. Ahora está claro que Fiducia Supplicans no se trata
de una ampliación del significado de las bendiciones, sino de un cambio
consciente de lo que es el pecado. Las objeciones de numerosos obispos, incluso
conferencias episcopales, cientos de sacerdotes y creyentes se han rechazado
con arrogancia.
FD
explica las «bendiciones» de tal manera que ya no tiene un significado claro.
Eso sucede a menudo en este pontificado. Cuando los conceptos pierden su
sentido, son fácilmente manipulables. No llames niño a un niño en el útero de
tu madre, sino ‘grupo de células’, y así puedes hacer con él lo que quieras.
Entonces el aborto deja de ser un asesinato y se convierte en un procedimiento
quirúrgico. Dale a la palabra “bendición” un nuevo significado y podrás hacer
todo tipo de cosas con ella. La palabra mágica que suele usarse es «pastoral».
No se permite una bendición formal, dice la declaración, pero sí una bendición
espontánea. Eso es pastoral.
¡Cuántas veces se
utiliza la palabra «pastoral» para dejar de lado el magisterio, para
contraponer doctrina y vida, y luego justificar una vida en desacuerdo con la
doctrina! El cuidado pastoral ya no es cuidado espiritual; se ha vuelto algo
sin alma. La doctrina se deja de lado, al fin y al cabo, son sólo palabras, no
dice nada sobre el significado real, o eso pretenden. El nominalismo ha vuelto,
aunque en realidad nunca ha desaparecido. El subjetivismo y el relativismo
proliferan hoy en el Dicasterio de la Doctrina de la Fe. ‘Dicasterio de la
Deconstrucción’ sería una designación más apropiada.
Para
mí está claro adónde conduce esto. En mi país, los Países Bajos, este
desarrollo comenzó en los años 1960 con el llamado «Consejo Pastoral». Todos
los conceptos doctrinales quedaron erosionados. Tomás de Aquino fue anulado y
Guillermo de Ockham subió al trono. Llamaron a este consejo “pastoral”. Los
Países Bajos son ahora el país más secularizado del mundo. Sólo hubo un obispo
que resistió. Realmente se preocupaba por las almas de los creyentes. El resto
guardó silencio. La asignatura de «teología pastoral» se inventó en los Países
Bajos. Pero no es ciencia. Se utiliza para poner en perspectiva la ciencia
real. Eso es exactamente lo que hace el Papa Francisco, eso es exactamente lo
que hace el cardenal Fernández, eso es exactamente lo que hace Fiducia
Supplicans. La moralidad se contrasta con la dogmática. Eso es exactamente lo
que hizo Amoris Laetitia.
Se olvida una cosa.
Todas estas concesiones a la cultura secular no atraen a los jóvenes. Los
seminarios y congregaciones progresistas agonizan. Son precisamente los
seminarios y congregaciones tradicionales los que prosperan. Mientras la
Iglesia en los Países Bajos se agosta (la edad promedio de los asistentes a la
iglesia supera los 70 años), veo crecer las reuniones de grupos de jóvenes. A
menudo provienen de entornos ateos, pero buscan la verdad. Acaban en la Iglesia
católica por conversaciones, por pastores simplemente católicos, que no
predican teorías vagas, sino que se mantienen fieles a la Tradición. Cuál es el
deseo de estos jóvenes: la Eucaristía, la adoración, profundizar en la fe,
redescubriendo el sacramento de la confesión.
Quizás
los acontecimientos actuales en el Vaticano sean una bendición. Ahora está
quedando claro cuál es la situación en Roma, por lo que también es posible un
cambio de rumbo. Miren a aquellos de quienes se rodea el Papa. Con James
Martín. Francisco promueve a McElroy, el hombre que cree que la Iglesia debe
cambiar su enseñanza sobre la sodomía (llamémosla simplemente por su nombre).
Promueve a Hollerich a cardenal, un Hollerich que cree que la moral de la Iglesia
en materia de sexualidad está en contradicción con la ciencia y la sociología.
Le escribe a la hermana Jeannine Gramick diciéndole que apoya su Ministerio New
Ways. Promueve a su amigo argentino Fernández a cardenal y jefe del Dicasterio
de la Doctrina de la Fe. Este Fernández ha escrito un libro pornográfico en el
que describe, entre otras cosas, cómo una joven de 16 años tiene una
experiencia sexual con Jesús. También elucubra extensamente sobre los orgasmos.
Y es este Fernández quien debe juzgar los abusos sexuales en la Iglesia.
Cualquier obispo que descubriera que uno de sus sacerdotes había escrito un
libro tan desagradable lo suspendería inmediatamente. No el Papa Francisco. Él
no ve ningún problema. Por cierto, no es el único libro pornográfico que ha
escrito. Ya no lo volvería a hacer, dice. Pero en ningún caso se distancia de
ello. Y este hombre es el autor de Amoris Laetitia.
Hasta hace poco, “¿es el Papa católico?” era una pregunta retórica. Hoy en día es una verdadera pregunta. ¿Qué hacer? Este pontificado llegará a su fin por sí solo. ¿Es un Papa válido? Sí. ¿Debes obedecerlo? No. ¡Permaneced en la Iglesia! ¡No abandonéis la Iglesia! Es la Iglesia de Cristo. Esa Iglesia es santa. No su personal.
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