Una
multitud de más de 180 mil peregrinos abarrotó el Santuario de la Virgen de
Fátima en Portugal para rezar por la paz en Tierra Santa, Ucrania y “por todos
los lugares donde falta la paz”. El sitio web del Santuario informó que en la
noche del 12 de octubre, en la víspera de la conmemoración del “milagro del
sol” ocurrido el 13 de octubre de 1917, el evento fue presidido por el Cardenal
Américo Aguiar, Obispo electo de Setúbal.
SAN JUAN PABLO II A NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA
¡Madre de la Iglesia! ¡Ilumina al Pueblo de Dios
por el camino de la fe, de la esperanza y de la caridad! Ilumina especialmente
aquellos pueblos de los que Tú misma espera nuestra consagración y nuestra
entrega. Ayúdanos a vivir en la verdad de la consagración de Cristo toda la
familia humana del mundo contemporáneo.
Confiando
a Ti, oh Madre, el mundo, todos los hombres y todos los pueblos,
Te confiamos, también la misma consagración del mundo,
poniéndola en Tu Corazón Materno.
¡Oh
Corazón Inmaculado! ¡Ayúdanos a vencer la amenaza del mal, que tan fácilmente
se arraiga en el corazón de los hombres de hoy y que en sus efectos
inconmensurables ya grava sobre la vida presente y parece cerrar los caminos
hacia el futuro!.
Del
hambre y de la guerra ¡líbranos!.
De
la guerra nuclear, de una autodestrucción incalculable, de toda guerra, ¡líbranos!
De
los pecados contra la vida del hombre desde sus albores, ¡líbranos!
Del
odio y del envilecimiento de la dignidad de los hijos de Dios ¡líbranos!
De
toda clase de injusticias en la vida social, nacional e internacional ¡líbranos!
De
la facilidad de despreciar a los mandamientos de Dios, ¡líbranos!.
De
la tentativa de ofuscar en los corazones humanos la verdad misma de
Dios, ¡líbranos! De la pérdida de la conciencia del bien y del
mal,¡líbranos!
De
los pecados contra el Espíritu Santo, ¡líbranos! ¡Líbranos!
¡Acoge,
oh Madre de Cristo, este grito cargado con los sufrimientos de todos
los hombres! ¡Cargado con el grito de enteras sociedades!.
Ayúdanos
con el poder del Espíritu Santo a vencer todo pecado: el pecado del hombre y el
pecado del mundo, el pecado en todas sus manifestaciones.
¡Que
se revele, aún por esta vez, en la historia del mundo el infinito poder
salvífico de la Redención: poder del Amor Misericordioso! ¡Que él
detenga el mal! ¡Transforme las conciencias! ¡Que en Tu Corazón Inmaculado se
manifieste a todos la luz de la Esperanza! Amén.
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