Santa Cruz elevada sobre el monte de la parroquia de Arcos de la Condesa, donde la Madre María Elvira vió nacer su Comunidad de Misioneras de la Fraternidad, donde realizó su apostolado hasta que el Señor la llamó a su presencia, y en cuyo cementerio parroquial duerme el sueño de los justos.
La Madre María Elvira de la Santa Cruz, Misionera de la Fraternidad de Cristo Sacerdote y Santa María Reina, nunca compuso un Vía crucis para ser leído o meditado. Algo que sería relativamente fácil para cualquiera que poseyese unas mínimas dotes de redacción y un mínimo de formación espiritual.
En el mundo habrá seguramente miles y miles de textos redactados, más o menos valiosos, más o menos útiles para quienes los utilizan como ayuda para realizar este piadoso ejercicio de acompañar espiritualmente al Señor en su camino hacia el Calvario.
La Madre jamás compuso un texto de este tipo, algo que nunca estuvo entre sus pretensiones.
¿Cuál es entonces su aportación?
Su aportación no está en el orden de los escritores espirituales. No está en el orden de la literatura religiosa o espiritual.
La Madre María Elvira vivió en carne propia el Vía crucis durante su peregrinación terrenal.
Lo vivió conscientemente, lo hizo suyo, lo amó y lo estimó como el mayor de los tesoros que el Señor le había concedido en su vida.
La Madre recibió el don de la participación física y espiritual en los Dolores de la Pasión de Cristo y de su Madre Corredentora. Y colaboró con ese don, aceptando participar de los sufrimientos de Cristo por su Cuerpo que es la Iglesia.
La diferencia es sustancial. No hay comparación. No hay color.
La Madre María Elvira "representó" un Vía crucis viviente, en su propia carne y en su propia alma, sin que jamás su corazón albergase la más mínima pretensión de que este tesoro suyo fuese jamás apreciado externamente por los demás.
Ocurre que la luz de Dios derramada en el alma de sus elegidos es tan inmensa que es prácticamente imposible que al menos alguien no se percate de ese resplandor que siempre desprenden a través de sus obras, a través de su vida.
Lo único que hemos hecho ha sido entresacar de sus notas de conciencia algunas de las muchísimas frases que expresan su vivencia personal, que reflejan su propio Via crucis, el cual recorrió unida a Jesús y sostenida por la ayuda materna de la Virgen Santísima.
Cada frase o pensamiento no es fruto de su discurrir intelectual. Son tan sólo jirones de su vida, exhalaciones de su alma, diálogos íntimos consigo misma, con el Señor y con la Virgen.
Podríamos encajar decenas de frases entresacadas de sus notas personales en cada una de las estaciones del Via crucis, cada cual más sugerente. Tampoco es esa la pretensión que nos guía.
Basta con una mínima frase para encontrar materia suficientemente profunda como para ayudarnos a alcanzar el fruto que quisiéramos obtener con la ayuda de la gracia de Dios: no tan solo meditar el Vía crucis, sino sobre todo vivir unidos a Cristo paciente y sufriente, haciendo de nuestra vida un acto de oblación amorosa. En definitiva, alcanzar la plenitud de nuestra vida cristiana que consiste en ser cooperadores de Cristo para la redención del mundo.
Que la Virgen Dolorosa nos alcance esa gracia.
Manuel María de Jesús F.F.
SANTO EJERCICIO DEL VÍA CRUCIS
Pensamientos y viviencias de la Madre María Elvira de la Santa Cruz M.F.
Por la señal de la Santa Cruz... Señor mío Jesucristo...
Oremos: Señor Jesucristo, colma nuestros corazones con la luz de tu Espíritu Santo, para que, siguiéndote en tu último camino, sepamos cuál es el precio de nuestra redención y seamos dignos de participar en los frutos de tu pasión, muerte y resurrección. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. (San Juan Pablo II)
PRIMERA ESTACIÓN:
JESÚS
ES CONDENADO A MUERTE
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
[V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi
R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.]
“Hágase tu
voluntad; en esto consiste toda mi dicha.
María,
ayúdame a llevar a cabo mi abandono total en las manos de Jesucristo.”
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
Jesús,
pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Bendita y
alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su
santísima Madre, triste y afligida al pie de la cruz. Amén, Jesús.
SEGUNDA ESTACIÓN:
JESÚS
CARGA CON LA CRUZ
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
[V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi
R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.]
“Las
palabras de Cristo misericordioso a través de mi confesor consuelan mi alma y
me ayudan a abrazar la cruz, al igual que Cristo, como la prueba del amor más
grande”
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
Jesús,
pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Bendita y
alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su
santísima Madre, triste y afligida al pie de la cruz. Amén, Jesús.
TERCERA ESTACIÓN:
JESÚS
CAE EN TIERRA POR PRIMERA VEZ
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
[V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi
R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.]
“Yo no
quiero ser causa de sufrimiento para el Amado, y me duele enormemente el alma,
pensar que con mis desánimos le hago sufrir”
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
Jesús,
pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Bendita y
alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su
santísima Madre, triste y afligida al pie de la cruz. Amén, Jesús.
CUARTA ESTACIÓN:
JESÚS
SE ENCUENTRA CON SU MADRE
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
[V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi
R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.]
“Madre,
ayúdame a vivir a tu lado, firme junto a la cruz de tu Hijo. Llévate mis miedos
y mis dudas. Enséñame a ser fuerte ante la tentación y a saber corresponder a
tantas gracias recibidas”.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
Jesús,
pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Bendita y
alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su
santísima Madre, triste y afligida al pie de la cruz. Amén, Jesús.
QUINTA ESTACIÓN:
SIMÓN
DE CIRENE AYUDA A JESÚS A LLEVAR LA CRUZ
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
[V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi
R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.]
“Desde el
primer momento en que me pedías que me abrazara a tu cruz sólo pude sentir, sin
pensármelo más, una inmensa alegría porque Tú me estabas invitando a unirme a
Ti”
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
Jesús,
pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Bendita y
alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su
santísima Madre, triste y afligida al pie de la cruz. Amén, Jesús.
SEXTA ESTACIÓN:
LA
VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
[V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi
R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.]
“No dejemos
escapar esta oportunidad. La fe está decayendo en las almas y hacen falta
amigos fuertes de Jesús, que les ayuden a llevar y amar la cruz de cada día.
Amigos de Cristo que trabajen sin descanso por y con la Santa Madre Iglesia”
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
Jesús,
pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Bendita y
alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su
santísima Madre, triste y afligida al pie de la cruz. Amén, Jesús.
SÉPTIMA ESTACIÓN:
JESÚS
CAE EN TIERRA POR SEGUNDA VEZ
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
[V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi
R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.]
“Sólo pido
al Señor que me de paciencia y fortaleza para llevar el peso de esta cruz. Que
nunca falte por mi parte la caridad para con esta persona, y que todas las
humillaciones que he recibido hoy me ayuden a ser un alma humilde y
mortificada. La humildad se aprende a base de humillaciones.
¡Gracias,
Señor!”
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
Jesús,
pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Bendita y
alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su
santísima Madre, triste y afligida al pie de la cruz. Amén, Jesús.
OCTAVA ESTACIÓN:
JESÚS
CONSUELA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
[V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi
R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.]
“Le vienen
las lágrimas a los ojos a esta pobre alma, pero lágrimas de alegría, al saber
que todo un Dios le pide que se una cada día más al madero de su cruz, hasta
sentirse verdaderamente crucificada con Él”
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
Jesús,
pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Bendita y
alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su
santísima Madre, triste y afligida al pie de la cruz. Amén, Jesús.
NOVENA ESTACIÓN:
JESÚS
CAE EN TIERRA POR TERCERA VEZ
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
[V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi
R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.]
“En medio
de los mayores padecimientos, Jesús da el consuelo necesario para seguir
adelante.
La cruz de
Cristo me ha acompañado desde que nací, pero es Él quien me hace amar esta cruz”.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
Jesús,
pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Bendita y
alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su
santísima Madre, triste y afligida al pie de la cruz. Amén, Jesús.
DÉCIMA ESTACIÓN:
JESÚS
ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
[V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi
R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.]
“Qué fácil
es, Señor, decir te quiero, pero qué duro el quererte de verdad, el renunciar a
tantas cosas por tu amor. Eso es lo que yo quiero, pero cuánto le cuesta a esta
pobre alma desprenderse de verdad de todo cuánto le estorba para amarte”
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
Jesús,
pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Bendita y
alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su
santísima Madre, triste y afligida al pie de la cruz. Amén, Jesús.
ÚNDÉCIMA ESTACIÓN:
JESÚS
ES CLAVADO EN LA CRUZ
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
[V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi
R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.]
“La única
manera de colaborar con Cristo es extendiendo nuestros brazos en la cruz, en la
cruz de cada día.
Ofrecerse con
Cristo es encontrar la paz del alma. Ofrecerse con Cristo es haber encontrado
el tesoro escondido desde los siglos; es haber encontrado el amor”.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
Jesús,
pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Bendita y
alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su
santísima Madre, triste y afligida al pie de la cruz. Amén, Jesús.
DUODÉCIMA ESTACIÓN:
JESÚS
MUERE EN LA CRUZ
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
[V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi
R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.]
“Enséñame,
Señor, a morir contigo para resucitar a una vida nueva. Que sepa renunciar a
todos mis pensamientos y sólo querer los tuyos, a todos mis planes, afectos,
ilusiones, y sólo querer todo lo tuyo”
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
Jesús,
pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Bendita y
alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su
santísima Madre, triste y afligida al pie de la cruz. Amén, Jesús.
DECIMOTERCERA ESTACIÓN:
JESÚS
ES PUESTO EN LOS BRAZOS DE SU MADRE
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
[V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi
R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.]
¡Cuánto he
aprendido y aprendo cada vez que os contemplo!
Sois
la gran enseñanza del amor, la escuela en la que se nos enseña a dar la vida
por los demás, por medio del sufrimiento silencioso y ofrecido a Dios”.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
Jesús,
pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Bendita y
alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su
santísima Madre, triste y afligida al pie de la cruz. Amén, Jesús.
DECIMOCUARTA ESTACIÓN:
JESÚS
ES COLOCADO EN EL SEPULCRO
V. Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
R. Pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
[V. Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi
R. Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.]
“Ser uno
con Cristo, ser toda para Él; entrar hasta el fondo del alma y llenarme tan
sólo de Él.
Yo sólo
quiero, Señor, habitar en tu morada todos los días de mi vida, con toda el alma.
Padrenuestro,
Avemaría y Gloria.
Jesús,
pequé: Ten piedad y misericordia de mí.
Bendita y
alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su
santísima Madre, triste y afligida al pie de la cruz. Amén, Jesús.
Oremos:
Señor Jesucristo, tú nos has concedido acompañarte, con María tu Madre, en los misterios de tu pasión, muerte y sepultura, para que te acompañemos también en tu resurrección; concédenos caminar contigo por los nuevos caminos del amor y de la paz que nos has enseñado. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén
Padrenuestro, Avemaría y Gloria por la intenciones del Romano Pontífice.
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