LAS SEIS RAZONES QUE DEMUESTRAN QUE SI AMAS A LA VIRGEN, ERES FIEL A LA DOCTRINA.
Primera
razón: Porque María nos dio la Verdad
Jesús dice de sí mismo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Juan 14). Jesús es Pastor y Redentor, pero antes es Maestro. Él es el Verbo (el Logos) que se hizo carne. Por tanto, sin el “sí” de María, la Verdad no habría entrado en el mundo, no habría habido Luz para traspasar las tinieblas de las mentiras del mundo pagano.
Segunda
razón: Porque María consintió humildemente a la Verdad
Si María no hubiera dicho "sí" al Ángel, el plan de Dios habría estado en peligro ¿Habría habido una segunda oportunidad? No sabemos. Pensemos en esto. El asentimiento de la Virgen María es obediencia. Ella, la Nueva Eva, contrasta con la Primera Eva por la cual el pecado entró en el mundo. Lo que diferencia a María de Eva es la humildad. Eva pecó porque se sintió atraída por la posibilidad de "llegar a ser como Dios"; María nos devolvió la gracia, convencida de que la única posición humanamente razonable era la de convertirse en "esclava de Dios". detrás de cadaEn la herejía siempre hay orgullo. Siempre existe la intención de no querer escuchar, sino reelaborar según los propios criterios y ambiciones. Por tanto, desde este punto de vista, se comprende bien hasta qué punto la devoción mariana sirve para obtener la virtud de la humildad.
Tercera
razón: Porque María generó la Verdad
María no se limitó a darnos la Verdad, también la generó. El Verbo encarnado es la unión de lo divino con lo humano. Mientras lo divino fue traído por el Espíritu Santo, lo humano fue traído por la Virgen María. María dio su sangre y su alimento a la Verdad encarnada. Si hubieran analizado el núcleo mitocondrial de Jesús, habrían encontrado el mismo núcleo mitocondrial que María. Pensemos en esto. Ponerse en la escuela de María significa ponerse en la escuela de Aquella que generó la Verdad. ¿Qué mejor manera de preservar la Verdad que pidiendo ayuda a Aquel que la creó?
Cuarta
razón: Porque María llevaba la Verdad en su seno
María es verdaderamente Madre de la Iglesia, que es la realidad a la que Cristo quiso confiar la Verdad para que la salvaguarde a lo largo de los siglos. La Iglesia es la unión de lo divino con lo humano y ya Cristo (la Cabeza) es la Iglesia entera, por lo que bien se puede decir que la Virgen generó y llevó en sí misma a la Iglesia. Alimentó a la Iglesia con su sangre. Este hecho de que la Virgen haya llevado dentro de sí a la Iglesia nos hace comprender toda la connotación antignóstica del cristianismo. La Verdad es traída del vientre de una mujer, por eso somos llamados, en relación con la Verdad, a una dimensión de convivencia y no sólo de conocimiento. Las herejías, por otra parte, siempre surgen de un acercamiento a la Verdad en un sentido principalmente intelectualista. Paradójicamente (pero no demasiado) también en aquellas herejías que niegan el valor y carácter preparatorio de la Razón para el acto de Fe. El "Caso Lutero" lo demuestra ampliamente: para él la Razón no tenía valor, pero buscaba el fundamento de sus teorías en el estudio de la Escritura, reduciendo el cristianismo a una "religión del Libro". Por tanto podemos decir que toda la deriva intelectualista de la teología contemporánea tiene como causa precisamente el olvido deliberado de la devoción mariana, y este olvido es a su vez la causa de la deriva intelectualista de la teología contemporánea.
Quinta
razón: Porque María alimentó la Verdad
Si María alimentó la Verdad, significa que le dio
oxígeno, vida. Y con su ayuda podrás comprender verdaderamente hasta qué
punto la Verdad es lo primero. Es ella la que da razón al Amor.
Sexta
razón: Porque María es la inmaculada de la Verdad
María es pureza como tal. Vino a Lourdes en 1858 para confirmar el dogma promulgado por Pío IX cuatro años antes y dijo de sí misma: Yo soy la Inmaculada Concepción. Ella no dijo: Fui concebida inmaculadamente, pero soy la Inmaculada Concepción. Es decir: Soy la Pureza por excelencia, la única pureza existente en la realidad creatural. María, por tanto, nos recuerda cómo la pureza es la base de la adquisición de la Verdad y de su generación. Ella fue preservada precisamente porque tuvo que generar el Verbo encarnado. Pensemos. En sí misma, la pérdida de la pureza, aunque sea un pecado grave, puede no ser el pecado más grave, pero sí es ciertamente el pecado que más compromete la esfera intelectual. El rechazo de la pureza es bestialización; y con la bestialización se produce la muerte de la comprensión y la lógica correctas. No se vive como se piensa, siempre se termina pensando como se vive. En este sentido, si profundizamos en el estudio de la vida privada de muchos herejes, descubrimos cómo las formulaciones de los errores estuvieron precedidas de fracasos tanto en el plano disciplinario como en el de la vida moral.
Columna de
Corrado Gnerre
https://itresentieri.it/
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