El
mes de marzo es especialmente querido en la Fraternidad de Cristo Sacerdote y Santa María Reina por estar dedicado a
Nuestro Santo Patrono el Glorioso Patriarca San José. También quiso la Divina
Providencia que aconteciese precisamente en el día de su Fiesta, el 19 de
marzo, la partida de este mundo de nuestra Hermana María Elvira de la Santa
Cruz, cumpliéndose en este año el décimo aniversario. La recordamos
cotidianamente en nuestras oraciones.
¿Quién
mejor que el Santo Patriarca podría inspirarnos y enseñarnos a amar a Jesús y a
María con la intensidad y del modo que sólo ellos merecen ser amados? No en
vano resuena permanentemente en la Fraternidad la invitación Ite ad Joseph -Id
a José- . Una invitación que nos mueve a tener una confianza plena en nuestro
celestial Patrono; nos provoca para que
no dejemos de buscar en su vida y en sus
ejemplos sobrenatural inspiración para nuestra vida cristiana, y nos recuerda
el compromiso de ser apóstoles de la espiritualidad josefina, promoviendo su
culto, su veneración y su conocimiento entre el pueblo de Dios a través de
nuestros apostolados.
Ite
ad Joseph; acudamos confiadamente a San José, y admiremos en él la imagen del
siervo fiel y prudente que supo poner a Dios en el centro de su vida y de su
corazón. Hoy que es tan fácil dejarse arrastrar por el torbellino de una vida
tan materialista, por un ambiente tan superficial, alejado y descuidado de la
dimensión espiritual del ser humano y de la existencia. San José nos da
un ejemplo de prudencia y de sensatez, mostrándonos a Dios como el único cimiento
sólido y duradero sobre el que edificar nuestra vida.
Ite
ad Joseph; necesitamos acudir a José para comprender que si de verdad estimamos
nuestra fe como el mayor y el más valioso de los tesoros recibidos de Dios,
entonces nuestra vida ha de girar toda ella en torno a Jesús y a María, porque
allí donde está tu tesoro, allí está tu corazón. Es cuestión de aprender a
ordenar acertadamente las prioridades de nuestra vida. El amor a Dios y nuestra
santificación debieran ser el valor prioritario y todo lo demás añadidura.
Ite
ad Joseph; porque tenemos necesidad de redescubrir que la fidelidad a Dios pasa
por entregarle a Él el timón de nuestra vida para que nos dirija y gobierne
sabiamente. Ser fiel a Dios conlleva vivir en actitud de escucha atenta a sus
disposiciones, en actitud de confianza que se traduce en obediencia a su
voluntad y en colaboración generosa con Él, sin negarle nada, sin resistencias
ni cálculos mezquinos. No se vive en auténtica fidelidad a Dios cuando no se practica
el santo abandono, tal y como el niño se abandona enteramente en los brazos de
su padre y de su madre. Cuanto más queramos controlarlo todo, atar todos los
cabos de nuestra vida, proyectar cada segundo de nuestro tiempo y asegurar
hasta el más mínimo riesgo, entonces más necesitados estaremos de Ir a José
para aprender de él la sabiduría del Varón justo que se ha puesto totalmente en
manos de Dios y a disposición de su voluntad salvadora.
Ite
ad Joseph; vayamos a él sin vacilar, que nos enseñará la ciencia escondida a los
sabios y revelada a los sencillos y humildes de corazón, no con palabras, sino
con los ejemplos de su propia vida. Quizás estemos necesitados, hoy más que
nunca, de las lecciones de San José para comprender que la fe no es cuestión de
palabras sino de obras, no es cuestión de grandes proezas sino de siembra
amorosa y sacrificada, grano a grano y día a día, en el surco de cada jornada.
Quizás estemos muy necesitados de recordar que al gran desafío de la
increencia, del alejamiento y de la negación de Dios, más que con palabras
habremos de responder con el testimonio de una vida firmemente enraizada en un
amor ardiente a Jesús y en una tierna y
filial devoción hacia María nuestra Madre Inmaculada.
P.
Manuel María de Jesús, F.F.
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