REGNUM MARIAE

REGNUM MARIAE
COR JESU ADVENIAT REGNUM TUUM, ADVENIAT PER MARIAM! "La Inmaculada debe conquistar el mundo entero y cada individuo, así podrá llevar todo de nuevo a Dios. Es por esto que es tan importante reconocerla por quien Ella es y someternos por completo a Ella y a su reinado, el cual es todo bondad. Tenemos que ganar el universo y cada individuo ahora y en el futuro, hasta el fin de los tiempos, para la Inmaculada y a través de Ella para el Sagrado Corazón de Jesús. Por eso nuestro ideal debe ser: influenciar todo nuestro alrededor para ganar almas para la Inmaculada, para que Ella reine en todos los corazones que viven y los que vivirán en el futuro. Para esta misión debemos consagrarnos a la Inmaculada sin límites ni reservas." (San Maximiliano María Kolbe)

lunes, 7 de diciembre de 2015

TRIDUO DE LA INMACULADA (II)

Por la señal...
Señor mío Jesucristo...

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Dios te salve, María, llena de gracia y bendita más que todas las mujeres, Virgen singular, Virgen soberana y perfecta, elegida por Madre de Dios y preservada por ello de toda culpa desde el primer instante de tu Concepción: así como por Eva nos vino la muerte, así nos viene la vida por ti, que por la gracia de Dios has sido elegida para ser Madre del nuevo pueblo que Jesucristo ha formado con su sangre.
A ti, purísima Madre, restauradora del caído linaje de Adán y Eva, venimos confiados y suplicantes, para rogarte que nos concedas la gracia de ser verdaderos hijos tuyos y de tu Hijo Jesucristo, libres de toda mancha de pecado.
Acordaos, Virgen Santísima, que habéis sido hecha Madre de Dios, no sólo para vuestra dignidad y gloría, sino también para salvación nuestra y provecho de todo el género humano. Acordaos que jamás se ha oído decir que uno solo de cuantos han acudido a vuestra protección e implorado vuestro socorro, haya sido desamparado. No me dejéis, pues, a mi tampoco, porque si me dejáis me perderé; que yo tampoco quiero dejaros a vos, antes bien, cada día quiero crecer más en vuestra verdadera devoción.
Y alcanzadme principalmente estas tres gracias: la primera, no cometer jamás pecado mortal; la segunda, un grande aprecio de la virtud cristiana, y la tercera, una buena muerte. Además, dadme la gracia particular que os pido (hacer aquí la petición que se desea obtener).
REFLEXIÓN
LA SAGRADA ESCRITURA
Génesis 3,15: «Establezco enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su descendencia, Él te aplastará la cabeza, y tú le acecharás el calcañar".
El libro del Génesis expresa la enemistad de Cristo Redentor, y la de María su Madre, contra el diablo. Esta enemistad dará lugar a una batalla que va a concluir, al final, con el triunfo total de parte de Cristo y, con Él, también por parte de María.
Cristo Redentor, con su Muerte y Resurrección, consiguió una victoria absoluta sobre el pecado. Este triunfo en los redimidos empieza con María por su Inmaculada Concepción y, luego, Ella, por Cristo y con Cristo, vence al diablo que por el pecado tiene el dominio sobre los hombres.
Lucas 1,28: "Dios te salve, llena de gracia".
Con estas palabras se expresa la ausencia de pecado en el alma de María y la plenitud de santidad, al estar llena de gracia.
Las complacencias del Padre celestial se manifiestan en estas palabras de la Escritura: "Toda hermosa eres, amada mía, no hay defecto alguno en tí" (Cant. 4.7).
Lucas 1,42: "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre".
Palabras dichas por Santa Isabel, movida por el Espíritu Santo, que sugieren que la bendición de Dios sobre María la .libra de todo pecado desde el comienzo de su existencia.
LA SAGRADA TRADICIÓN
San Justino, Tertuliano, San Ireneo, etc. contraponen a Eva y a María; la una como causa de muerte, la otra como causa de vida y de salvación: Eva cerró las puertas del paraíso, María abrió las puertas del cielo.
San Efrén dice: "No existe en ti (en Cristo) ninguna falta y ninguna mancha en tu Madre. Los demás hijos de Dios no se acercan en modo alguno a esta belleza".
Desde el siglo IV, se comienza a hablar de un paralelismo entre Cristo y María, frente a Adán y Eva, que pone de manifiesto el análogo nivel de santidad de Jesús y de su Madre, en virtud de la función redentora a la que la Virgen María está íntimamente asociada como Madre del Redentor. Y en ese mismo siglo, San Ambrosio y otros Santos Padres ya comienzan a llamarla Purísima.
En el siglo VI, en el Misal gótico?galicano, en el prefacio de la fiesta de la Asunción, se dice: "María, ni sufrió herencia de pecado, ni corrupción en el sepulcro, libre de mancha, gloriosa en su generación…".
Desde el siglo VII se celebra en Oriente la fiesta de la Concepción.
El Concilio de Letrán (año 649) llama a María inmaculada (cfr. DZ. 256). Sixto IV, en el siglo XV, concedió indulgencias a la festividad de la Inmaculada y prohibió las mutuas censuras que se hacían entre sí los teólogos (cfr. DZ. 734).
El Concilio de Trento, al hablar del pecado original, excluye a la Santísima Virgen (cfr. DZ. 792). En 1567, Bayo es condenado por enseñar lo contrario (cfr. DZ. 1073) y en 1661 el Papa Alejandro VII afirma el privilegio diciendo que casi todos los católicos lo admiten aunque no haya sido definido como Dogma (cfr. DZ. 1100).
Hay que decir también que muchas universidades pontificias exigían hacer juramento de defender dicho privilegio como condición para acceder a los grados académicos: París, Colonia, Maguncia, Viena, Salamanca, Toledo, etc.
(Fuente: encuentra.com)
ORACIONES FINALES
Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A ti, celestial Princesa, Virgen sagrada María, te ofrezco en este día alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía. Rezar tres Avemarías.
Tu Inmaculada Concepción, oh Virgen Madre de Dios, anunció alegría al universo mundo.
ORACIÓN. Oh Dios mío, que por la Inmaculada Concepción de la Virgen, preparaste digna habitación a tu Hijo: te rogamos que, así como por la previsión de la muerte de tu Hijo libraste a ella de toda mancha, así a nosotros nos concedas por su intercesión llegar a ti limpios de pecado. Por el mismo Señor nuestro Jesucristo. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario