REGNUM MARIAE

REGNUM MARIAE
COR JESU ADVENIAT REGNUM TUUM, ADVENIAT PER MARIAM! "La Inmaculada debe conquistar el mundo entero y cada individuo, así podrá llevar todo de nuevo a Dios. Es por esto que es tan importante reconocerla por quien Ella es y someternos por completo a Ella y a su reinado, el cual es todo bondad. Tenemos que ganar el universo y cada individuo ahora y en el futuro, hasta el fin de los tiempos, para la Inmaculada y a través de Ella para el Sagrado Corazón de Jesús. Por eso nuestro ideal debe ser: influenciar todo nuestro alrededor para ganar almas para la Inmaculada, para que Ella reine en todos los corazones que viven y los que vivirán en el futuro. Para esta misión debemos consagrarnos a la Inmaculada sin límites ni reservas." (San Maximiliano María Kolbe)

jueves, 10 de diciembre de 2015

REPARACIÓN, DESAGRAVIO, COMPENSACIÓN

En todas las apariciones modernas del Señor o de la Virgen María, aparece la noción de la necesidad de la ‘reparación’.
Se pide allí una ‘compensación’ por el pecado del mundo; pues el pecado es siempre una agresión y un atropello contra Dios. Dios, sin embargo, demuestra ciertamente estar dispuesto a perdonar o a diferir su justicia contra sus agresores, si encuentra en algunos, esa disposición de compensar esa deuda con oraciones, sacrificios y docilidad a Su voluntad.

La idea es perfectamente teológica, y se basa en toda la tradición bíblica del Pueblo de Dios. Cristo, máximo ejemplo de ‘reparador’, vino a la tierra para ‘satisfacer’ por los pecadores, ‘reparando’ con su obediencia total hasta la muerte y muerte de cruz, la desobediencia de Adán y sus descendientes. Él entregó a Dios Padre todo el amor filial y respeto, que ‘compensó’ el desamor y la rebeldía del reato de sus hijos.
La Santa Misa, donde Jesús se ofrece como víctima al Padre, es el mayor acto de desagravio que se puede ofrecer a Dios.

Esa compensación, reparación o desagravio, tiene como finalidad también apartar el castigo merecido por la ofensa hecha a un Padre tan bueno, grande y maravilloso, como lo es Dios. Dios es todo misericordia pero también es justo. Además, como Padre, tiene el deber de enseñar y corregir. La corrección es siempre un castigo amoroso que pretende el regreso, la enmienda y el cambio de sus hijos e hijas ingratos.



Todo cambio o conversión exige desagravio. Es indispensable conocer a fondo, con qué medios o formas se puede desagraviar, reparar o compensar. No es otra cosa que al ‘amor de Dios Padre’, va el ‘amor de nosotros sus hijos’, como el dulce y simple cariño de un hijo bueno.  Cuando hablamos de ‘reparación, no se trata de aplacar la ira de un monstruoso dios pagano, o de un fetiche animista; se trata de un Padre que todo lo merece de parte de sus hijos; se trata de un Dios Padre que parece mendigar el consuelo de unos pocos corazones sencillos y dóciles, a cambio de la ingratitud de otros muchos.

Pero justamente, porque la reparación es cubrir una deuda de amor, exige un costo. Toda indemnización es una penalización. Toda deuda de amor se paga con sufrimiento. Por eso, en estas devociones reparadoras se habla continuamente de ‘ofrecer sacrificios’, ‘aceptar las penas’, sobrellevar adversidades y dolores’ etc.
¡Y más, teniendo en cuenta la dignidad de la Persona ofendida, en este caso Dios mismo!.
Al pedir ‘reparación’ sufriente, Dios nos enseña paternalmente quién es Él, nos acerca a su verdadera imagen, imagen divina la suya que está siempre amenazada (tergiversada) por nuestra condición humana. A Dios no Le vemos ni tenemos otra forma habitual de comprenderle, sino a través de la fe luminosamente enseñada por nuestra Madre la Iglesia que Cristo fundara. Sobre la roca de Cristo, dentro de la barca de la Iglesia, nuestra religiosidad tiene un fundamento y nuestra piedad, certeza.

Entre las devociones más recomendadas y recomendables, por su fuerza reparadora y de desagravio, se encuentran las prácticas de los ‘nueve primeros viernes de mes’-
(Sagrado Corazón de Jesús a Santa Margarita María de Alacoque)-, y la de los ‘cinco primeros sábados de mes’ (Sor Lucía de Fátima).
Esta última práctica es dedicada al Corazón Inmaculado de María.
Frente a tantas ofensas, blasfemias y calumnias contra el Corazón Inmaculado de María, practica dicha devoción; hazla conocer y vuélvete tú un alma dispuesta a reparar con tu amor, sufrimiento y oración, el Amor ofendido en el Corazón de Jesús y en el Inmaculado Corazón de María.
(Fuente:conocereisdeverdad.org)

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