REGNUM MARIAE

REGNUM MARIAE
COR JESU ADVENIAT REGNUM TUUM, ADVENIAT PER MARIAM! "La Inmaculada debe conquistar el mundo entero y cada individuo, así podrá llevar todo de nuevo a Dios. Es por esto que es tan importante reconocerla por quien Ella es y someternos por completo a Ella y a su reinado, el cual es todo bondad. Tenemos que ganar el universo y cada individuo ahora y en el futuro, hasta el fin de los tiempos, para la Inmaculada y a través de Ella para el Sagrado Corazón de Jesús. Por eso nuestro ideal debe ser: influenciar todo nuestro alrededor para ganar almas para la Inmaculada, para que Ella reine en todos los corazones que viven y los que vivirán en el futuro. Para esta misión debemos consagrarnos a la Inmaculada sin límites ni reservas." (San Maximiliano María Kolbe)

miércoles, 22 de abril de 2015

A LOS PIES DE LA MADRE

A tus pies, 
siempre a tus pies, Madre, yo quiero estar.
Contemplando tu rostro,
embelesándome en tus ojos,
deleitándome en tu hablar,
dejando mi corazón en el tuyo descansar.

A tus pies,
siempre a tus pies, Madre, yo quiero permanecer.
Que sólo en la dulzura de tu rostro
encuentra descanso mi pobre ser.
Tan sólo en tu mirada se apaga toda mi sed.
Y al calor de tus palabras me siento renacer.

A tus pies,
siempre a tus pies, Madre, enséñame a orar.
A elevar mi corazón al cielo,
abandonándome  sin miedo y dejándome abrazar
por los brazos paternales
del Padre celestial.

A tus pies,
siempre a tus pies, Madre, enséñame a creer.
Que la luz de la fe en mí no se apague.
Que la semilla de mostaza en mi alma plantada,
germine y crezca sin que los enemigos del alma
la malogren con saña.

A tus pies,
siempre a tus pies, Madre, enséñame a esperar.
De tus manos maternales,
reciba siempre el preciado aceite
para que mi lámpara permanezca encendida
hasta que el Esposo me venga a buscar.


A tus pies,
siempre a tus pies, Madre, enséñame a sufrir.
Que es en tu escuela, Dolorosa,
donde tu Divino Hijo y sus Santos
aprendieron el camino y la ciencia
de perder la propia vida para siempre vivir.

A tus pies,
siempre a tus pies, Madre, enséñame a amar.
Que en mi alma florezca 
el dulce fruto de la Caridad.
Que desprenda su suave fragancia,
buen olor de Cristo, perfume de santidad.

A tus pies,
siempre a tus pies, Madre,
mientras dure mi peregrinar,
con la firme esperanza,
de que en mi día final,
me vendrás a buscar, me subirás a tu regazo
para en él descansar toda la eternidad.

Manuel María de Jesús

No hay comentarios:

Publicar un comentario