REGNUM MARIAE
100 ANIVERSARIO
- Página principal
- EL REINO DE MARÍA
- SANTO ROSARIO MEDITADO
- LA GRAN PROMESA DEL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA
- DOGMAS MARIANOS
- EJERCICIO DE LAS FLORES
- ÚNETE AL REGNUM MARIAE
- CARITAS CHRISTI
- LA VOCACIÓN RELIGIOSA
- DOGMAS CATÓLICOS
- SOBRE LA CONCIENCIA Y LA MORAL
- CATEQUESIS SOBRE LA SANTA MISA
- MASTERPLAN PARA DESTRUIR LA IGLESIA
- POSICIÓN DE LA IGLESIA CATÓLICA FRENTE A LA MASONERÍA
- SOBRE EL APOSTOLADO DE LOS LAICOS
- DEVOCIÓN A LA PASIÓN
martes, 19 de octubre de 2021
CARTA DEL CARDENAL BURKE
Con sincero agradecimiento a todos los que han
orado por mi recuperación, les escribo para informarles que, según mi carta
anterior, la fisioterapia ha ayudado tanto a mi rehabilitación que ahora puedo
ofrecer la Santa Misa todos los días. Las palabras no puedenExpresar
adecuadamente mi alegría por este don de la gracia de Dios en mi
vida. Como sacerdote, obispo y cardenal, la vuelta a la ofrenda diaria de
la santa misa, principal trabajo diario de todo sacerdote, me une más
plenamente a ustedes en nuestro vínculo espiritual como miembros del Cuerpo
Místico de Cristo (cf. Jn 15 : 5-8; Efesios 4: 4-13). Al mismo tiempo, mi
curación continúa siendo un proceso intenso. La Divina Providencia
determinará el momento de mi regreso a mis actividades pastorales habituales. Mientras
tanto, ayúdenme a prepararme, de la mejor manera posible, para ese momento con
sus oraciones.
Sin embargo, esta carta no tiene como objetivo
principal ser una actualización sobre el estado de mi salud. Más bien, es
un instrumento de caridad pastoral que es la gracia distintiva del sacerdocio y
del episcopado, que ofrece una sólida dirección y aliento a los
fieles. Específicamente, les escribo para animarles a que reciten
diariamente la poderosa oración del Santo Rosario.
Aunque la fiesta o recuerdo de Nuestra Señora del
Rosario se celebre el 7 de octubre, todo el mes de octubre está dedicado a
promover esta preciosa devoción a María, que ella misma nos ha
regalado. Al escribirles acerca de la oración diaria del Santo Rosario,
subrayo tres consideraciones importantes.
La paz por la que rezamos, rezando el rosario, no
es una paz dada por este mundo (cf. Jn 14, 27), sino la paz obtenida para
nosotros por la sangre de la cruz de Jesucristo (cf. Colosenses
1:20).). Recordamos que a Nuestra Señora del Rosario se le otorgó por
primera vez el título de Nuestra Señora de la Victoria por el Papa San Pío V,
para honrar la victoria de la paz, que fue conquistada, por su intercesión y
sobre todo por la oración del Santo Rosario, en la batalla de Lepanto el 7 de octubre
de 1571. Al cambiar el título de Nuestra Señora de la Victoria a Nuestra Señora
del Santo Rosario, el Papa Gregorio XIII enfatizó la poderosa herramienta para
lograr la victoria de la paz, a saber, la oración del Santo Rosario.
La victoria de la paz es, en última instancia, la
victoria sobre Satanás quien, por el pecado de nuestros Primeros Padres, nunca
deja de tentarnos a cometer pecado. Es la victoria obrada por Dios Padre
mediante la encarnación redentora de su Hijo unigénito. La Santísima
Virgen María, Madre de Dios, es el instrumento privilegiado a través del cual
Dios Padre envió a Dios Hijo al mundo para obtener la victoria para
nosotros. Es la mujer cuyo Hijo aplasta la cabeza de la serpiente,
Satanás, como Dios Padre había prometido después del pecado de Adán y Eva (cf.
Gn 3, 15). Ella sigue siendo el canal a través del cual la gracia de
Cristo vence el pecado en nuestra vida diaria.
Rezando diariamente el Rosario, nos acercamos a la
Madre de Nuestro Salvador, que nos enseña, como enseñó a los bodegueros en las
bodas de Caná: "Hagan lo que Él [Jesús] les diga" (Jn 2,
5). Ella, a quien Nuestro Salvador nos ha dado como nuestra Madre, la
Madre de la Divina Gracia, nos ayuda a ser fielmente, con ella, bajo la Cruz de
Nuestro Señor, un solo corazón con su Inmaculado Corazón en el glorioso Corazón
traspasado de Jesús (cf. Jn 19, 25-27). Con ella participamos en el
Triunfo de la Cruz.
Rogando a Nuestro Señor, por intercesión de Nuestra
Señora de Guadalupe, que los bendiga a ustedes, a sus hogares, a sus familias y
a todas sus obras, me quedo
Tuyo en el Sagrado Corazón de Jesús
y en el Inmaculado Corazón de María,
Raymond Leo Cardenal Burke
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario