En
el anverso
Aparece
la Virgen María Inmaculada pisando a una serpiente.
Vemos
a la Virgen con las manos extendidas en actitud de conceder algo.
De
sus manos salen unos rayos dirigidos al globo. Alrededor la inscripción: Oh
María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti.
En
el reverso
Una
M entrelazada con una Cruz.
El
corazón de Jesús coronado de espinas y con llamas en la parte superior.
El
corazón de María atravesado por una espada y también con llamas en la parte
superior.
Envolviendo
a todos los símbolos, doce estrellas.
¿Cuál
es el significado de todos estos signos?
Jean Guitton escribió en su libro
sobre la Virgen de la Medalla Milagrosa, Superstición superada, que la Medalla
es un tratado de mariología en miniatura. Es como una alegoría del pensamiento
global de la Iglesia. Pablo VI (6 de agosto) escogió las apariciones de la
Virgen a Santa Catalina, Santa Bernardita (18 de febrero y 11 de febrero) y a
los niños de Fátima ( 20 de febrero y 13 de mayo) como los tres signos marianos
actuales, más significativos en la Iglesia. Otros han dicho que es un catecismo
en símbolos para la gente sencilla, en una Iglesia pobre que no tenía grandes
medios para contrarrestar las ideologías que iban contra Dios, la Virgen y la
Iglesia.
No
cabe duda de que podemos reflexionar sobre el contenido de la medalla de formas
distintas, pero la verdad es que da lo mismo de un modo u otro, las
conclusiones son las mismas: en el anverso vemos claramente dos momentos
bíblicos-marianos: Genésis 3, 15 y Apocalipsis 12, 1; el principio y el fin de
la historia de salvación. En ambos interviene María. En el reverso también dos
momentos claves: la profecía que Simeón hace del Niño a María (Lc 2, 35) y la
entrega de su Madre que nos hace Cristo exaltado en la Cruz Un 19, 27). Podemos
comprender momentos cruciales: natividad donde el Hijo de Dios nace del seno de
la Virgen María como la Cruz nace de la letra M o la pasión representada en la
unión de los dos corazones entrelazados por el amor y el sufrimiento: llamas,
espinas y espada.
El
padre Vicente de Dios, en su libro La Milagrosa, no duda en resumir de la
siguiente forma: «El misterio mariano queda increíblemente plasmado en la
medalla. Vemos en el anverso su mediación, su realeza, su inmaculada
concepción. Vemos en el reverso su maternidad divina, su íntima unión con el
Hijo, su cooperación a la redención, su maternidad espiritual, su calidad de miembro-modelo-madre
de la Iglesia, su asunción... Todo ello, inserto bien a los ojos en las dos
grandes dimensiones que garantizan la autenticidad de la devoción mariana:
María en el misterio de Cristo y en el misterio de la Iglesia. En la Medalla
Milagrosa se condensan de igual modo los fundamentos bíblicos de la mariología
y los pasajes marianos del Evangelio. Desde el Génesis al Apocalipsis desfila
el entramado de la historia de la salvación, donde un corazón humano,
traspasado por una espada ardiente y dolorosa, se mantiene unido a un corazón
divino, punzado de espinas y henchido de llamas».
Un
resumen del contenido doctrinal de la Medalla Milagrosa puede ser éste: por una
parte se expresa el papel de María en el conjunto de la historia de salvación,
desde el principio –expresado en el Génesis– hasta el final –visto en el
Apocalipsis–. Contemplamos el protoevangelio: la mujer que manifiesta su
victoria sobre la serpiente, es decir, sobre el mal que es victoria ante todo
de Jesucristo, pero también de María. Las doce estrellas que simbolizan las
doce tribus de Israel y la Iglesia, como hacen notar los comentaristas de la
Biblia de Jerusalén. El todo de la medalla nos muestra la íntima unión con
Jesucristo que, al fin, es lo principal, ya que la Virgen María, sin esa
vinculación con Jesús, no seria más que un personaje más o menos importante,
pero, vista desde su unión con Jesús, es la criatura excelsa y admirable. Por
eso, nadie como ella ha gozado de los grandes privilegios como son el de la
Inmaculada, ser intercesora de todas las gracias, ser corredentora y, sobre
todo, ser Madre natural de Cristo y espiritual de todos los hombres.
JOSÉ MANUEL VILLAR SUÁREZ, C.M.
JOSÉ MANUEL VILLAR SUÁREZ, C.M.
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