REGNUM MARIAE

REGNUM MARIAE
COR JESU ADVENIAT REGNUM TUUM, ADVENIAT PER MARIAM! "La Inmaculada debe conquistar el mundo entero y cada individuo, así podrá llevar todo de nuevo a Dios. Es por esto que es tan importante reconocerla por quien Ella es y someternos por completo a Ella y a su reinado, el cual es todo bondad. Tenemos que ganar el universo y cada individuo ahora y en el futuro, hasta el fin de los tiempos, para la Inmaculada y a través de Ella para el Sagrado Corazón de Jesús. Por eso nuestro ideal debe ser: influenciar todo nuestro alrededor para ganar almas para la Inmaculada, para que Ella reine en todos los corazones que viven y los que vivirán en el futuro. Para esta misión debemos consagrarnos a la Inmaculada sin límites ni reservas." (San Maximiliano María Kolbe)

miércoles, 26 de noviembre de 2014

LA MEDALLA MILAGROSA


En el anverso
Aparece la Virgen María Inmaculada pisando a una serpiente.
Vemos a la Virgen con las manos extendidas en actitud de conceder algo.
De sus manos salen unos rayos dirigidos al globo. Alrededor la inscripción: Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti.


En el reverso
Una M entrelazada con una Cruz.
El corazón de Jesús coronado de espinas y con llamas en la parte superior.
El corazón de María atravesado por una espada y también con llamas en la parte superior.
Envolviendo a todos los símbolos, doce estrellas.


¿Cuál es el significado de todos estos signos?
Jean Guitton escribió en su libro sobre la Virgen de la Medalla Milagrosa, Superstición superada, que la Medalla es un tratado de mariología en miniatura. Es como una alegoría del pensamiento global de la Iglesia. Pablo VI (6 de agosto) escogió las apariciones de la Virgen a Santa Catalina, Santa Bernardita (18 de febrero y 11 de febrero) y a los niños de Fátima ( 20 de febrero y 13 de mayo) como los tres signos marianos actuales, más significativos en la Iglesia. Otros han dicho que es un catecismo en símbolos para la gente sencilla, en una Iglesia pobre que no tenía grandes medios para contrarrestar las ideologías que iban contra Dios, la Virgen y la Iglesia.
No cabe duda de que podemos reflexionar sobre el contenido de la medalla de formas distintas, pero la verdad es que da lo mismo de un modo u otro, las conclusiones son las mismas: en el anverso vemos claramente dos momentos bíblicos-marianos: Genésis 3, 15 y Apocalipsis 12, 1; el principio y el fin de la historia de salvación. En ambos interviene María. En el reverso también dos momentos claves: la profecía que Simeón hace del Niño a María (Lc 2, 35) y la entrega de su Madre que nos hace Cristo exaltado en la Cruz Un 19, 27). Podemos comprender momentos cruciales: natividad donde el Hijo de Dios nace del seno de la Virgen María como la Cruz nace de la letra M o la pasión representada en la unión de los dos corazones entrelazados por el amor y el sufrimiento: llamas, espinas y espada.
El padre Vicente de Dios, en su libro La Milagrosa, no duda en resumir de la siguiente forma: «El misterio mariano queda increíblemente plasmado en la medalla. Vemos en el anverso su mediación, su realeza, su inmaculada concepción. Vemos en el reverso su maternidad divina, su íntima unión con el Hijo, su cooperación a la redención, su maternidad espiritual, su calidad de miembro-modelo-madre de la Iglesia, su asunción... Todo ello, inserto bien a los ojos en las dos grandes dimensiones que garantizan la autenticidad de la devoción mariana: María en el misterio de Cristo y en el misterio de la Iglesia. En la Medalla Milagrosa se condensan de igual modo los fundamentos bíblicos de la mariología y los pasajes marianos del Evangelio. Desde el Génesis al Apocalipsis desfila el entramado de la historia de la salvación, donde un corazón humano, traspasado por una espada ardiente y dolorosa, se mantiene unido a un corazón divino, punzado de espinas y henchido de llamas».
Un resumen del contenido doctrinal de la Medalla Milagrosa puede ser éste: por una parte se expresa el papel de María en el conjunto de la historia de salvación, desde el principio –expresado en el Génesis– hasta el final –visto en el Apocalipsis–. Contemplamos el protoevangelio: la mujer que manifiesta su victoria sobre la serpiente, es decir, sobre el mal que es victoria ante todo de Jesucristo, pero también de María. Las doce estrellas que simbolizan las doce tribus de Israel y la Iglesia, como hacen notar los comentaristas de la Biblia de Jerusalén. El todo de la medalla nos muestra la íntima unión con Jesucristo que, al fin, es lo principal, ya que la Virgen María, sin esa vinculación con Jesús, no seria más que un personaje más o menos importante, pero, vista desde su unión con Jesús, es la criatura excelsa y admirable. Por eso, nadie como ella ha gozado de los grandes privilegios como son el de la Inmaculada, ser intercesora de todas las gracias, ser corredentora y, sobre todo, ser Madre natural de Cristo y espiritual de todos los hombres.
JOSÉ MANUEL VILLAR SUÁREZ, C.M.

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